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El comediante de un club está teniendo una mala noche. Bajo la luz difusa del proyector alcanza a ver a un hombre gordo que lo observa con estúpida indiferencia. Se acerca al límite del escenario y hace una broma a expensas de éste imbécil, algo sobre su circunferencia, como: — ¿Podría al menos uno de ustedes dos en esa silla, reírse? –Se escuchan unas cuantas risas disimuladas. El hombre gordo parpadea. Comienza a hacer el esfuerzo por levantarse. El comediante sigue con su espectáculo y le dice que no se preocupe, que ya fueron a buscar un montacargas para ayudarlo. Se escuchan otras risas suprimidas. El hombre gordo se vuelve a sentar, una mirada impávida en su rostro.

—Dios, maldita bola de cadáveres, debí haber hecho un servicio funerario —, murmura el comediante, bajando finalmente del escenario. El dueño del club lo sujeta por el brazo. Se ve pálido. "¿Tienes idea de quién te acabas de burlar?" le pregunta con la voz quebrada. Para su sorpresa, el comediante descubre que había insultado a un jefe del crimen organizado (Eric Cartman).

Hay una junta en la oficina del dueño del club, donde el gordo mafioso los espera. El comediante, transpirando efusivamente, se disculpa pusilánimemente, tras su abyecta presentación por parte del dueño del club. Hace algunos chistes brutales sobre sí mismo (es bueno para eso). Para sorpresa del dueño, comienza incluso a desvestirse, en una más de sus descarriadas inspiraciones cómicas; preparándose para los azotes que, sin duda, se merece. El hombre gordo interrumpe su actuación con seriedad. —Basta, –le dice. —Puedes compensar tu error. Daré una fiesta mañana por la noche. Necesitamos más entretenimiento. Pero esta vez quiero buen material, no está basura –agrega. —Por supuesto, por supuesto, –asiente el comediante, poniéndose su camisa apresuradamente.

La fiesta resulta ser un asunto monótono y ruidoso en la ostentosa y nefasta casa del mafioso. El comediante se para en la tarima y cuenta algunos chistes durante 20 minutos, mientras la banda se toma un descanso. La mayoría de los invitados lo ignoran. Más tarde, lo llevan con el anfitrión para recibir las gracias. —Ahora estamos a mano, –le dice el hombre gordo, y le da un golpe al comediante en el brazo, mitad juego, mitad no. El comediante se ríe como loco. —Ahora ve a divertirte, –murmura el hombre gordo, mientras se aleja.

El comediante camina entre la anticuada multitud, asintiendo antes algunas señas de aprobación que recibe. Después simplemente se para en una esquina, una sonrisa arisca en su rostro, bebiendo. Recorre sutilmente la escena con su mirada en busca de alguna presencia atractiva, pero no encuentra ninguna. El alcohol y sus nervios conspiran dentro de él para encender otra flama de perversa inspiración. De repente, comienza a gritar frases con doble sentido, y cuando suficientes cabezas se han volteado para verlo, comienza a saltar por el lugar, arrancándose la ropa y gritando: "¡¡El último en meterse a la alberca es un huevo podrido!!" (Por supuesto, hay una alberca, una grande, pero su reto es pura retórica). En su cabeza, una versión más pequeña y consciente de su ser, lo mira y piensa: "¿Qué estoy haciendo, acaso estoy loco?" Un par de figuras se abren paso entre los invitados estupefactos, y rápidamente ponen fin al acto.

El comediante está de nuevo frente al mafioso,en una habitación privada. — ¡Estoy looooco, nena! –grita el comediante con unsonrisa burlona y enferma, intentando desesperadamente que el jiujitsu de lacomedia invierta los ánimos y mejore sus expectativas. Tiene que detenerse lospantalones con las manos; se deshizo de su cinturón durante su arranque de locura. —Esta es mi casa, estos son mis invitados, –le dice el hombre gordo, respirando profusamente, con un párpado temblando. —Los insultaste a ellos; me insultaste a mí.

Esta no es una palabra que alguien quiera escuchar de un mafioso experimentado vestido con un elegante y costoso, pero anticuado, traje —insultaste. Y definitivamente no en plural. —Por favor, puedo arreglarlo... –trastabillea el comediante. —Tienes que estar bromeando –le responde el mafioso, sin ironía en su voz. Agita su mano con desprecio. —Encárguense de él –ordena a los presentes en la habitación, mientras se aleja.

Prohibidos (creek)Where stories live. Discover now