Lo peor.

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Viajábamos en taxi. Los cuatro. Rumbo a una reunión de trabajo en algún recoveco de Madrid. Reíamos mientras grabábamos historias para Instagram y bromeábamos sobre el criterio que habrían seguido para escogernos a nosotros como grupo musical. La única conclusión a la que habíamos llegado era que la heterosexualidad no abundaba entre nosotros. Quizás de ahí venía nuestro nombre.
De repente el conductor pegó un brusco frenazo. Oí gritos y cristales rotos. Después desperté en un hospital. La habitación era pequeña y con la poca luz que había, solo pude ver que había un bolso con mis cosas. No había nadie, así que grité. Porque al fin y al cabo así era yo. Así era Mimi. Pero ya no.
Una enfermera vino corriendo y me lo contó todo. Me contó que habíamos tenido un accidente. Yo solo su fría heridas superficiales, como Nerea. Algún rasguño y un golpe en el tobillo izquierdo. Raoul se había roto un brazo. No me dijeron nada sobre Agoney. Acabé descubriéndolo cuando pude salir. Recuerdo que me recogiste tú. Pensé que vendrían sola, pero estaba él. En realidad, cómo no iba a estar ahí, si te seguía a todas partes. Mantuvimos una incomoda y pequeña conversación cordial y fui a ver a Raoul.
Estaba llorando. Mucho. Muchísimo. Casi deshidratándose. Me imaginé lo peor. Y en efecto acerté. Agoney no había sobrevivido.






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⏰ Última actualización: May 16, 2018 ⏰

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El tren no solo pasó una vez. | WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora