-Te encontré...- sonrió, dejando ver su rostro antes tapado por el sombrero.Fue en ese entonces cuando Hanzo recordó su sueño y al hombre que lo protagonizaba.
Se le quedó mirando unos segundos eternos para los de alrededor. Quería comprobar si tan solo era el efecto del Sake el por qué veía a la persona de su sueño, quien sabía su nombre, aquí, delante suyo como quien se encuentra a un vecino.
Un repentino golpe lo despertó de su trance. Era ese hombre, lo agarraba por el cuello y presionaba sobre este con mucha intensidad, parecía que lo intentaba estrangular, pero en el fondo, algo le decía que no.
-¡Tú maldito hijo de puta, por fín te encontré! ¡Vas a pagar por lo que le hicistes a Genji!- Hablaba furioso mientras incrementaba su fuerza. Por un segundo, el acusado pensó en dejar de oponerse, era cierto, merecía la muerte. No tenía perdón lo que había hecho a su propio hermano.
Antes de que pudiera tocar las estrellas, separaron a McCree de Hanzo. Y lo reanimáron en la enfermería, al final tan solo le quedó la marca.
Una vez que salió, se fue a su cuarto asignado a meditar. Rozó con cuidado su cuello con las marcas recordando al causante de estas. Tenía que reconocer que apretaba fuerte.
De una cosa estaba seguro; ese tipo no tenía mucha pinta de extrañarlo o ir a buscarlo en la otra vida, e incluso, en el infierno. Más bien no lo quería ni verlo en pintura.
-Y hablando del rey de Roma- susurró para sus adentros. El sujeto de antes llegaba hacia su dirección de mala gana. En su frente tenía grabado un: "te voy a matar" en grande y con letras mayúsculas.
Llegó, se posicionó delante del Shimada y con voz calmada, todo lo contrario a lo que expresaba su cara, habló- Mira, no hemos empezado con buen pie, soy Jesse McCree, llámame McCree- puso su sonrisa más sobreactuada y exagerada que tenía.
El azabache suspiró resignado. Si seguían así al final tendrían una pelea en la que uno de los dos acabará muerto y, de momento, esa no era la idea. Tan solo quería quedarse cerca de su hermano y recuperar tiempo con él.- Jesse McCree, hagamos una cosa. Si seguimos así, esto acabará con un río de sangre innecesaria de ambos, por lo que, no me hable ni tenga contacto visual conmigo, evitaremos cualquier conflicto de esa manera- sentenció tranquilamente. Sino se dirigían la palabra, no habrá problemas entre ellos.
-Desgraciadamente no vamos a poder evitarnos de la forma que propones. Genji es mi mejor amigo, pasamos mucho tiempo juntos y eso supondrá pasarlo contigo, ya que- se acercó- deduzco que estarás pegado a él como una lapa- lo miró con odio y asco. ¿Verdaderamente piensa que las cosas van a cambiar con tan solo acoplarse a su lado? No sabe el infierno que pasó el ciborg ni el trauma que le causó. Según el Shimada menor dice que está bien y que ha recuperado la armonía en su interior. Pero, pasar tiempo con la gente la llegas a conocer, y vaquero sabe que siempre tendrá una espina clavada en su pecho, el hecho de que a su hermano no le tembló el pulso cuando lo iba asesinar.
El azabache arqueó una ceja. De alguna manera, no porque la mirada del contrario sea muy expresiva y vivaracha, sino, alguna parte de su mente tenía el poder de traducir dicha mirada y sus intenciones y obviamente no le gustó lo que consiguió.
-¡No tiene derecho a juzgarme! ¡No sabe nada!- soltó de repente, casi gritando.
McCree sonrió inconscientemente, ese tipo era peculiar y observador. Sabía mirar a través de los ojos de los demás y eso, le encantaba- No necesito saber más. Casi matas a Genji ¡a tu f*ckin' hermano! Que no tenía culpa de nada- soltó un gran y largo suspiro. El no era así, siempre se mantenía tranquilo ante todo, este japonés lo volvía loco ¿se estaba pasando de la raya? No, todo lo que dijo era cierto, hasta Hanzo lo sabía.
Este, miraba al suelo. No se atrevía a dirigirle la mirada, ya que sabía que perdería si seguía por este camino. Por lo que, se resignó a seguir con su plan inicial, ir a meditar, y su consejo inicial. Ignorarlo.
Pasó de largo al lado de quien bufaba y este tan solo lo miraba con ganas de que desapareciera para siempre.
Con un tono suave, tranquilo y un cierto temblor incontrolable, llegó justo en el momento en el que sus caras se cruzaban- Bien, será así- dijo y se fue a su habitación. Dejando a Jesse un poco confuso, no obstante, luego de unos segundos entendió la referencia. Intentando buscar algo en su interior, ya sea convicción o alguna mentira de que no sentía pena por ese yakuza.
No se volvió a encontrar a Hanzo.
Al día siguiente se fue a la cantina a buscar algo de comer, pero tan solo consiguió como resultado final el tener que ayudar al ninja verde a buscar a la persona que quería evitar.
-Zanahoria ya hemos buscado por todas partes y no está ¡Qué más da ese tipo! Vamos a comer una hamburgesa- intentó convencerlo, ya casi se había pasado la hora de comer y todavía seguían buscando.
-No, necesito encontrar a mi hermano.
Chasqueó su lengua amargado- ¿Por qué te preocupas tanto por él? ¿No fue el que te hizo eso?
-Sí- hizo una pausa y reflexionó las palabras que iba a decir- pero también es una persona con sentimientos inestables. Necesita mi ayuda y creo que también la tuya- habló firme pero con suavidad.
-Yo no tengo nada que ver con ese bastardo- encendió un puro, está conversación le empezaba a irritar.
-Jesse, eres el mejor compañero del mundo y puedes ayudar mucho a mi hermano en su lucha por perdonarse a sí mismo- habló sereno y con voz madura, hablaba en serio- estará en el bar que esta al lado de su clase de yoga. Se toma algo al terminarla- le dió la dirección que apunto rápido- ve y habla con él. De paso le pides perdón.
-¿Y eso?- preguntó extrañado- ¿Por qué me lo enchufas a mí?- volvió a preguntar mosqueado.
-Tu castigo. Estoy seguro que le dijiste algo y ahora se está comiendo el coco con ello. Ve y arregla las cosas.
El castaño, de mala gana, cogió el papel y se fue al sitio que estaba escrito en este. Maldiciendo una y otra vez a Hanzo Shimada por haberse cruzado en su camino.