85

8 0 0
                                    

Mi piel ya no es la misma, se arruga y en algunos sectores puedo ver unos pequeños lunares marrones que antes no tenía, unas manchitas del tiempo. Mis pasos tampoco son los mismos, la prisa es algo ajeno y la tranquilidad al moverme, mi mejor amiga. Mi cabello ahora es blanco, a veces me miro al espejo y sueño que el reflejo es el de la muchacha de rizos castaños que una vez fui. Las cicatrices abundan a lo largo de mi cuerpo, la caída a los seis años, el dolor, entre tantos otros acontecimientos que me dejaron huellas. Pero también hay una larga lista de alegrías, que me arden en la piel y me ayudan a levantarme cada día. No sé cuántas lunas ni cuántos soles me quedan por disfrutar, mientras tanto cierro los ojos y contemplo el atardecer que tengo en frente. Una lágrima rueda por mi mejilla, porque los años te ablandan, porque la vida está más presente que nunca cuando te acercás a la despedida.  

Historias de un minutoWhere stories live. Discover now