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Me seguía besando. Se me cruzaron mil cosas por la cabeza, pero no podía parar, la morocha tiene algo que me da curiosidad, me deja picando.

El beso sigue, Julieta cada vez respira más agitadamente; y en ese momento, la puerta se vuelve a abrir.

Antes de que las personas salgan, nos soltamos, y veo como el porro ya se esfumo, solo quedan sus cenizas.

Salen dos pibes, los dos tocaron con ella. A continuación salen dos más. ¿Guardaespaldas? Que se yo quienes son, la minita es media famosa, no me sorprendería si tuviera guardaespaldas.

—Juli, ya tenemos que irnos.
—Juli preséntame a tu amiga
—Dale Julieta o te dejamos

Sus amigos empiezan a hacer chistes. Julieta se para y sin mirarme se va. Ni un beso de despedida me dió la hija de puta. Me dejó picando y se fue.

Yo también me paro y me voy. No voy a esperar a Melina, estoy demasiado pelotuda como para esperarla, demasiado cansada y demasiado harta solamente con tener la idea de llevarla a su casa.

Caminando a mi casa lo único que tengo en la cabeza es la morocha; así que sin más saco mi celular en medio de la oscuridad y busco en Instagram su nombre. Primera opción. Cazzu. Es ella.

“@cazzuuuuu”

automáticamente me aparece su perfil, fua, que buena que está, ya fue, estoy haciendo lo que mis instintos me dicen.

automáticamente me aparece su perfil, fua, que buena que está, ya fue, estoy haciendo lo que mis instintos me dicen

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Guardo el celular y sigo caminando. Abro la puerta de mi casa. Entro. Lo mismo de siempre.

Mi celular vibra.

@cazzuuuuu: “si, turrita ¿como no me voy a acordar de vos si me seguís a todos lados?

Veo el mensaje y pienso varios minutos que responder. ¿Me estaré enganchando? Nah, solamente fue un beso.

—vos me seguís a todos lados, no te quiero ver más igual, me dejaste picando. -escribo.

      —“@cazzuuuuu: nos podemos ver     cuando quieras para seguirlo, que decís vos?”

Veo el mensaje, pero no respondo, pongo a cargar el celular y me duermo.

En mi cabeza solamente retumba la frase 'solamente fue un beso'.

Me levanto con los gritos de mi mamá, diciéndome que soy una vaga de mierda; que nunca estoy en la casa y que pretendo que me mantengan.

Ya me se todo el argumento, ya se lo que soy y lo decepcionada que está de mi, pero la boluda tiene la necesidad de decírmelo cada un segundo.

Me baño y salgo de la casa. Lo único que quería era salir, sin ningún rumbo, caminar e irme a la mierda, perderme.

Le envío un mensaje a Melina, ayer la deje sola.

—¿Estás bien?- escribo, solamente para asegurarme de que la tarada siga viva.

No tenía rumbo fijo, solamente caminaba, un poco rápido, como si estuviera apurada de llegar a algún lugar, pero no había destino. Me sonó el celular. Melina.

“@cazzuuuuu: che, podés hoy?”

No, no era Melina, era Julieta. No sabía mucho que onda con ella. No tengo ni idea si me está boludeando; si quiere ser mi amiga o simplemente tiene ganas de cagarle la vida alguien.

—“dale, decime donde”- le escribo.

Estoy intentando dejarme llevar por lo que siento y por los impulsos que tengo; yo sé que nunca son buenos, pero que se yo, si la boluda tiene ganas de jugar, no me voy a reeplatear nada dos veces.

“@cazzuuuuu: nos vemos en la entrada de ayer y ahí vamos a algún lado ¿dale?, en veinte te espero, no me importa donde estes.”

Bueno ¿quién carajos se cree esta mina para decirme que no le importa donde esté? ¿A dónde quiere ir?  ¿A tomar un helado? ¿Es una cita? ¿A qué estás jugando Julieta?

Casi sin darme cuenta, estoy caminando a donde nos vimos ayer, varias veces con ganas de darme la vuelta y volver a mi casa; pero, la puta madre, la curiosidad me va a matar si no voy.

Llego y veo a la morocha sentada en el mismo lugar. Se para y camina hacia mi. Tiene un conjunto deportivo suelto y las trenzas en un rodete. Se ve un poco diferente. Creo que no somos tan distintas.

—Hola.
+Hola.

Cruzamos miradas, me agarra de la mano y me lleva a un auto; yo me dejó llevar por el momento y casi como una nena chiquita; me subo al auto.

El auto arranca, la mina tiene chofer. Se me cruzo por la cabeza que me podría secuestrar, pero que se yo, no creo que vaya por ahí.

—¿A dónde me llevas?- le digo.

Ella se da vuelta a verme, se rie y no me dice nada; después de como un minuto suelta un:

—Ahora vas a ver a dónde vamos.



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