Comenzar a viajar en autobús es toda una travesía, es una aventura, ver personas nuevas , conocer lugares que antes no habías visto, contemplar detalles en el lugar que has vivido toda la vida pero que nunca notaste. Pero cuando se vuelve rutinario ya no es tan divertido, se pierde la emoción que se siente en los primeros viajes. Aunque en ocasiones nos topamos con situaciones y con personas realmente extraordinarias y diferentes.
Como aquel día, un miércoles lo recuerdo muy bien, aborde el autobús por primera vez sin compañía y con la certeza de que era algo que se volvería parte de mi rutina diaria, pagué mi pasaje y me dirigí hacia la parte trasera buscando un lugar para sentarme, para mi mala suerte (y como es costumbre) no había sitios disponibles, pero fue ahí, en el último lugar de la fila, junto a la ventana donde lo vi por primera vez, vestía una chaqueta de cuero negra y estaba despeinado, tenía la mirada perdida en un libro que reposaba sobre sus manos algo maltratadas por algún tipo de trabajo pesado. Al principio solo fue un chico más en el bus, un "x", hasta que el lugar junto a él se desocupó y decidí sentarme.
Era un día muy caluroso y dentro del autobús a medio llenar, bueno, (como sé imaginarán) parecía que estaba en un horno, estaba sudando y de mi mochila saqué una botella de agua que casi ya no tenia liquido suficiente para mi supervivencia, moriría de calor ahí, en ese mismo instante hasta que escuché una voz desconocida, algo ronca, voltéo y con sus labios resecos, el brazo extendido y con el libro en la mano me dice:
-Te presto mi libro para que lo uses como abanico y te refresques un poco...No pude evitar mirar fijamente sus ojos, eran tan oscuros que casi podía perderme en la profundidad inmensa de ese marrón casi negro, me quedé ahí, solo observandolo.
Cierro mis ojos, sacudo suavemente la cabeza y regreso a mi realidad.-No te preocues, estoy bien, ahora...
-De acuerdo, está bien.
Giré mi cabeza hacía el frente de nuevo y comencé a perderme en mis pensamientos, mientras se formaba todo un mar de sensaciones en mi estómago.
-Tengo que hablarle, tengo que hablarle. Repetia una y otra vez en mi cabeza.
-No, es un chico, ¿por qué tendría la sensación de querer hablarle? ¿Será una señal de que seremos muy buenos amigos? ¿Sentiré algún tipo de admiración inconsciente? No lo sé.Así que solo me quede ahí, existiendo, consumiendo oxigeno y ocupando un espacio en el mundo.
Tenía mucho sueño, cansancio como nunca antes, no sabía que era lo que pasaba, solo podía sentir mis ojos cerrarse lentamente mientras la mirada se me perdía el la oscuridad y mi cabeza se deslizaba lentamente hacia el hombro de aquel desconocido y yo, yo no podía evitarlo. Yo no quería evitarlo.
Durante el tiempo que estuve descansando, me sentí tan pero tan bien, que no podría compararlo con otra sensación de bienestar que hubiese tenido antes
Me desperté de repente, con una suave palmada en el hombro, era él apunto de bajarse, me quede un momento en total desconcierto por mi paradero, veo por la ventana y también estoy apunto de bajarme así que me levante para pedir parada y aprovechar a dejar que pasara, por unos segundo antes de que el autobús se detuviera estuvimos de frente junto a la puerta, era algo más alto, el autobús frenó de repente y si no fuera porque su cuerpo se interponía en la trayectoria hubiera terminado en el suelo.
-Gracias, y disculpa.
-No te apures, no pasa nada.
Me baje primero, el desconocido me había cedido el paso y bajo detrás mío.
Comencé a caminar hacia mi calle y el chico caminaba junto a mi.
-Qué raro [pensé]No lo tomé a mal y entonces sin pensarlo un solo momento comencé a hablar
-Disculpa por haberme quedado dormido en tu hombro, he estado muy atareado y casi no duermo, el movimiento del autobús arrullador tampoco me ayuda mucho a mantenerme despierto.
Lo noté sonreír entre dientes.
-No te tienes que disculpar, a cualquiera nos puede pasar.
-claro, pero de todas formas, disculpa.
-Tengo que cruzar la calle ahora, yo vivo ahí, me ha dado gusto saludarte.
-Igualmente.
Camine hasta la entrada de mi casa, volteé al otro lado de la calle y pensé:
-No puede ser, vive en la casa de el frente...
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dans un bus à Paris.
Teen FictionJerome y Thierry, un parisino y un chico del campo se conocen en un autobús en el distrito VII de París rumbo a casa, en el que cruzan miradas y un mar de sentimientos encontrados les revuelve el estómago, descubrirán que sus diferencias hacen que q...