Autorretrato

Parte 3

•Autorretrato•
-Parte 3-
(Basado en hechos reales)

...Cerré mis ojos, respiré profundo y cuando me permití reaccionar, Naty estaba sobre mí besándome. Sentí en sus labios un deseo reprimido por mucho tiempo, mantenía sus ojos cerrados mientras yo la miraba sorprendida sin evitar que continuara. Con lo vulnerable que estaba, extrañamente me sentí reconfortada con sus besos, aunque sus manos eran pequeñas, parecía que le salían más dedos cuando viajaba con ellas sobre mi cuerpo, así que volví a cerrar los ojos y me dejé llevar por ella.
     La forma en la que me desvistió fue delicada, casi ni sentí sus manos, no sentí nada de esfuerzo. Primero mi blusa, después mi pantalón, mi ropa interior me la quité yo mientras ella se desnudaba y me miraba con unos ojos cristalinos en los que podía verme siendo su centro de atención, como seguramente se ve un pequeño conejo (una gatita en este caso) cuando un halcón está volando a metros de distancia sin quitar sus ojos de él, para en el momento justo bajar y ya no volver a saber de la presa. Aún se me eriza la piel recordando como sus manos parecían una pluma acariciando mi espalda, girando sobre mis pezones como sin duda ella lo habría hecho con los suyos al masturbarse. Sus labios, su lengua sobre mí, sobre mis hombros, mis manos, mis senos, mi abdomen, mis muslos y mis pies; tantas curvas que tomaron para llegar al único sitio del que esperaban saber. Me sentí en un sueño, sus delgados dedos, la punta de su lengua y sus labios, me habían humedecido de una manera que no creía posible. Sin duda sabía en donde tocar, qué sitios presionar, lamer, succionar. ¡Dios! ¡Me hizo temblar con un oral, con sólo tener sus dedos en mí!
     Cuando levantó su rostro, había en él una sonrisa enorme de satisfacción. Tuvo el excitante descaro de sacar sus dedos de mi vagina y, empapados, los metió por completo a su boca. Mi cadera se hizo hacia atrás, esperando el instante en que sus dedos volvieran a sumergirse en el mar inquieto que había desatado, lo hizo, lo suficiente para rozar con ambas yemas de sus dedos aquel rugoso sitio que electrizaba mi ser entero. Volvió a retirarlos pero su invitación esta vez fue a ser yo quien pudiese chuparlos, probarme a mi misma. Se acostó a un lado de mí, unió sus labios a mi pezón mientras sus manos seguían masturbándome. Subió después a besarme sin restarle atención a mi entrepierna, quitándome de a poco la facilidad para respirar. Tener su cuerpo tan cerca del mío hizo que ambas eleváramos la temperatura en la habitación, lo que terminó dejando en la piel de las dos un ligero manto de sudor. Se detuvo sólo hasta verme retorciéndome con un orgasmo como no había sentido antes, deleitándose de mis gestos y de los sonidos que emitía tan cerca de su rostro, terminando por abrazarme y quedarnos dormidas un par de minutos.
    
-¿Qué es lo que acaba de pasar, Naty? -Le cuestioné en cuanto abrió los ojos.
-¿Qué? ¿Cuándo?
-Por favor, bien sabes de qué hablo -Insistí.
-Yo le llamo "dejarse llevar", cosa que también tú hiciste...
-Es que no sé, es tan raro.
-Pero lo disfrutaste, ¿no? -Preguntó con una sonrisa que me insinuaba ya conocer la respuesta.
-Ehm... Este...
-No puedes negarlo, Lú -Se sentó sobre mis muslos mirando directo a mis pupilas-. Te vi, te sentí. Sé que te dio mucho placer lo que pasó.

     Era cierto, había terminado temblando, con ganas de saber qué más podría vivir con ella.

Tuvimos algunos encuentros furtivos, a veces en su casa, a veces en la mía, otros breves en la escuela. Por un tiempo no deseé nada más que sentir a una mujer, a Naty. Pero ella no dejó en ningún momento a su novio, incluso me contaba sobre las veces que seguían teniendo sexo. Yo sabía que no podía molestarme o encelarme. Ya que, aunque nunca hablamos de cómo sería esta relación, lo entendía perfectamente.

-Tengo ganas de cumplir una fantasía, Lú -Me confesó una noche antes de irse de mi casa.
-¿Qué clase de fantasía? -Le pregunté.
-Preferiría no contártelo y mostrártelo. ¿Si?
-¿Justo ahora?
-No, debo planearlo bien. Sólo te adelanto que te vendaré los ojos al principio, ¿está bien?