29.

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Antepenúltimo.

"Llegué" habló el castaño cerrando la puerta mientras se adentraba en su hogar. 

"¡Eddie!" su madre lo llamó, sonaba alegre, lamentablemente no duraría mucho. Caminó hasta la cocina, dónde se encontraba su progenitora. 

"Huele bien, ¿qué horneas?" preguntó el castaño, tratando de calmarse, no podía asumir lo que estaba a punto de hacer. 

"Un pastel por tu cumpleaños, lo celebraremos tu y yo" sonrió ampliamente, acercándose a su hijo para abrazarlo. "No puedo creer que ya tienes dieciocho." lo presionaba entre sus brazos, Eddie intentó zafarse durante unos segundos sin éxito. Cuando su madre lo soltó, habló. 

"Si, estoy grande para tomar mis decisiones... ¿verdad?" habló lentamente, como esperando una reacción. Su madre lo observó con el ceño ligeramente fruncido, esperando que llegara al punto. 

Eddie bufó con pesadez, no se sentía tan preparado como para enfrentar a su madre, pero ya estaba harto. 

"A lo que voy es que ya no soy un niño, y ya puedo decidir quien ser... Ya no me puedes controlar tanto." desvió su mirada con nervios, no era capaz de sostener la pesada mirada de su madre. 

"¿A qué te refieres exactamente, Eddie?" su madre lo presionaba, él estaba siendo claro, pero no del todo. 

"Soy gay, mamá. No puedes impedirlo, siempre lo he sido." la cara de Sonia se deformaba a medida que el castaño hablaba. "Estoy completa, perdida e irremediablemente enamorado de Richie Tozier, y ni tú, ni nadie podrá cambiar eso." los ojos de la mujer se abrieron de par en par. 

"No. Ese chico no, Edward" negaba sin poder creerlo, pero seguía sin alterarse. 

"Sí mamá, ese chico sí. Tendrás que aceptarlo, soy un adulto ahora, tu jamás tuviste el derecho a impedirme ser gay, o decidir de quien enamorarme y de quien no. Lamento decepcionarte, pero no te preocupes, hoy mismo me voy de acá." 

"¡Ajá! para eso querías el trabajo, ¿verdad? le diré al dueño de ese lugar que te eche, ¡y volverás a mis brazos Eddie!" vociferaba mientras el delgado chico subía rápidamente la escaleras hasta su cuarto. 

Su madre seguía gritando cosas que él no lograba entender, pero no le interesaba. Seguía empacando su ropa, en una gran maleta que dejó cerca de su cama esa mañana, no había empacado de inmediato porque quiso creer que no se tendría que ir y que su madre aceptaría todo. Se equivocó, como siempre. 

Cuando acabó, metió lo esencial en una mochila, y tomó su maleta con su mano derecha, con la otra abrió la puerta otra vez y salió del cuarto. 

"Tal vez vuelva a buscar el resto de mis cosas, pero te avisaré." habló mientras abría la puerta principal. 

"No puedes hacerme esto Eddie, te he cuidado durante dieciocho años para que ahora te vayas..." su madre se encontraba ahora llorando. 

"Puedo hacer lo que se me dé la gana, aparte, ¿cuidando? me tuviste encerrado en una torre todo este tiempo, pero ¿sabes qué? El príncipe soy yo, y escapé de todas maneras. Suerte encontrando a alguien más para encerrar, yo me cansé. Adiós" 

Salió de su casa azotando la puerta, la adrenalina recorría su sangre con velocidad, tenía el rostro sonrojado y sus manos sudaban. Paró un taxi que pasaba por allí y se subió en él, dejando las cosas a su lado. Entregó la dirección de Richie y se concentró en el camino. 

Cerró sus ojos y respiró profundamente, con una sonrisa en su rostro. Así se sentía la libertad realmente. 

(...)

Perra Diva ; Stenbrough ft. Reddie AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora