Prólogo

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Se abre el telón, se apagan las luces, los profesores mandan callar y el ruido de niños prepubertos y adolescentes hormonales comienza a disminuir hasta que solo se distinguen los siseos y los "Callaos" de los profesores, la obra teatral de inicio de curso acaba de comenzar.

Dos chicas, una alta y delgada, bella y sonriente, acompañada de una más enana, y un poco gorda, también con una sonrisa que no le cabía en la cara. Ambas empiezan a bailar, acompañadas de una luz tenue, la escena comienza a volverse lenta, aunque la suave música y los lindos movimientos de las muchachas dan resultado a una preciosa escena.

El director del centro, mantenía en la cara una expresión de orgullo, el instituto, siempre era recordado por sus características obras teatrales y musicales. Toda la sala estaba en silencio, exceptuando algunos miembros de las familias de las dos chicas, quienes no podían evitar sonorizar algún sollozo de alegría, pues, en algunas circunstancias, uno no puede evitar mirar a una persona querida en su momento de éxito, consiguiendo algo por lo que había luchado durante meses y no emocionarse, comprensiblemente, muchos rompían en lágrimas.

Todo era perfecto, los profesores orgullosos, chicos y chicas felices por el reencuentro con sus amigos, cientos de alumnos unidos, juntos en uno de los espectáculos más importantes, del más grande y estricto instituto de la ciudad, nada podría salir mal, y todos lo sabían.

Las chicas bailaban mostrando su más sincera y preciosa sonrisa, la chica alta mostraba sus movimientos con elegancia, y maestría, casi parecía que hubiera nacido para esto, la chica bajita, por otra parte, daba una imagen más enternecedora, estaba muy nerviosa aunque a cuanto más avanzaba el ritmo del baile, más nerviosa parecía, hasta el punto de que sus movimientos comenzaban a entorpecerse, más y más a medida que pasaban los minutos, su sonrisa era imborrable, pero estaba comenzando a ponerse muy acalorada, y a sudar por sitios destacables.

La gente no tardó en notar que la chica comenzaba a fallar sus movimientos, mostrándose torpe, y ella empezaba a notarlo y a ponerse mucho más nerviosa, su sonrisa comenzaba a disminuir y parecía empezar a mostrar tristeza, fue aquí, en un gesto de amor y bondad, comenzando por un profesor, acompañado de el resto del profesorado, y más tarde por los alumnos, toda la sala sustituyó el silencio por un coro que repetía el nombre de la chica, todos unidos de nuevo, en alma y voz, apoyando a la pobre niña, quien de nuevo, recuperó el esplendor de su sonrisa, y con toda la felicidad que su corazón pudo soportar, con lágrimas en sus ojos, comenzó a bailar, con mas ánimo, ¡Más fuerte que nunca!

Todo era perfecto, pasaron los minutos y el baile estaba por desenlazar, a pesar de los altibajos, todo estaba saliendo a la perfección, todos eran felices, todos estaban emocionados. Y entonces todos se pusieron de pie, preparados para el gran movimiento final, con lágrimas en los ojos, las familias preparaban sus manos para el aplauso y sus pañuelos para secar sus lágrimas. Era la hora de terminar el baile, con el movimiento final.

Todo estaba preparado, las luces preparadas, los aplausos preparados, y las chicas, me gustaría decir que lo estaban, pero jamás dejaron de estarlo. La chica alta y bonita comenzó a girar, en un complicado pero estiloso movimiento de ballet. La otra niña estaba dispuesta a imitarlo, pero, antes de comenzar a girar perdió el equilibrio, desembocando el movimiento en una caída nada fortuita, la niña había tropezado con un escalón debido a un error de cálculo. Todos se quedaron en silencio, sorprendidos, la niña, levantó la vista, y se tapó la boca de inmediato, dando a entender que se había partido los dientes a causa del golpe.

Los profesores se quedaron atónitos, los alumnos preocupados, en estado de shock. Todo desembocó en un incómodo silencio, que tras unos segundos, fue bestialmente roto por una risa, carcajada más bien, una risa que todos sabían de quien, (o quienes, mejor dicho) provenía.

Y ahí estaban, Alexander y Sebastián riéndose de lo ocurrido, sin mostrar un atisbo de sensibilidad ni corazón. - (Se ríe) ¡No puede ser verdad!- Repetía uno de ellos

Su risa se vió desenlazada al percatarse de las miradas de los profesores, con odio, e incluso repulsión.

-Mierda...- Efectivamente, ambos se habían metido en un lío.

-Venid conmigo- Dijo de seguido el director, dando a entender que les esperaba la peor charla de toda su miserable vida.

(En el despacho del director...)

-¿Pero como se puede ser tan sumamente descarados?- Exclamaba enfadado el director. Seguidamente comenzó a sermonear sobre los valores humanos, intentando machacar su moral.

Alexander y Sebastián se miraban, como si se estuvieran riendo interiormente.

Alexander miraba engreídamente al director, dando a entender que le importaba muy poco lo que le dijera. Ambos formaban un dúo muy peculiar, y poseían rasgos físicos destacables.

Alexander poseía una altura mediana (O quizá un poco más bajo de lo normal), poseía pelo anaranjado, delgado, su piel era pálida, ligeramente pecoso, aunque lo más peculiar eran sus ojos, naranjas, formando una mirada un tanto extraña.

Sebastián, no obstante, era grande, pelo negro pálido, y con un rostro inexpresivo, aunque, a pesar de intentar camuflar su sonrisa, era evidente que se estaba cachondeando del director. Inevitablemente, Alexander soltó un sonido nasal, dando a entender que se estaba riendo de todo lo que decía.

-¿Te ríes de mí, quieres que llame a tus padres, chico?- Advirtió el director

-Llámales, aunque dudo que tengan numero...- Se cachondeó Alexander

El director les miró extrañado, y pensó que no merecía la pena seguir con la discusión-Largaos de aquí, y que no vuelva a pasar-

Ambos asintieron con la cabeza, dando una imagen de falso respeto, salieron de la sala, cerraron la puerta tras de sí, y a los pocos segundos, se escuchaban las carcajadas de los dos rebeldes muchachos.

En Busca De Un ObjetivoWhere stories live. Discover now