Mi refugio.

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El fuerte sol de mayo se colaba entre las cortinas de un piso de Madrid.

Un joven catalán se encontraba durmiendo en la cama hasta que los rayos de sol le impactaron en el rostro logrando que el joven se removiera en sueños y acabara por abrir los ojos.

Se quedo mirando el techo de su habitación con una sonrisa como llevaba haciendo desde hacía una semana, desde que comenzó a dormir acompañado.

Raoul se dio la vuelta en la cama para mirar al chico con el que compartía su vida y que le abrazaba por la cintura.

Agoney dormía ajeno a la mirada de su chico. Su cabello estaba despeinado sobre la almohada y algún que otro rizo le caía en el rostro. Sus labios entreabiertos formaban una ligera sonrisa a pesar de estar durmiendo.

Era bien sabido por todos que su chico podía pasar de ser el tio más caliente del mundo a ser un bebé en apenas un segundo, pero cuando estaba dormido parecía un angel. Y en aquellos momentos era cuando a Raoul más le nacía proteger a su chico de todo aquel que intentara hacerle daño o perturbar aquella sonrisa que le traía de cabeza desde hacia varios meses.

Raoul esbozó una sonrisa pensando por enésima vez en aquella semana que llevaban viviendo juntos, todavía no podía creerse que esa fuera su vida ahora.

Habían hablado mil veces el tema de irse a vivir juntos a Madrid en la academia. Y tras las quejas de Nerea habían decidido irse los tres juntos.

Pero a la salida de la academia esto había quedado en un segundo plano y tras lo sucedido en la vida familiar de su chico no creía que su sueño fuera a cumplirse tan pronto.

Todavía recordaba la conversación con su chico que lo desencadenó todo.

Flashback.

-- Hola amor, ¿que tal estás? Fue la primera pregunta de Raoul nada más ver la cara de su chico en el portátil.

-- Bueno, hoy me he levantado algo mejor.

-- Si quieres puedo volver a viajar a Adeje en cuento termine de solventar los últimos flecos de la grabación de la EP.

-- No hace falta rubio, de verdad. Además no queda nada para que empiecen los conciertos y nos veamos todos los días.

-- Está bien Ago, pero ya sabes si lo necesitas solo tienes que decírmelo.

-- Vale mi niño.

En ese instante entraron en el piso de Miriam, donde se encontraban hablando los dos chicos, Nerea, Mimi y la propia Miriam.

-- Entonces ¿que vais a hacer con el piso? ¿A ti no te corría prisa venirte a Madrid? Preguntó Mimi.

-- Si es cierto, pero no quiero agobiar a Agoney, con todo lo que está sufriendo, lo que menos necesita de nuestra parte es añadirle más presión. Respondió Nerea.

-- Chicas creo que hemos metido la pata. Comentó Miriam que ya había entrado al salón donde se encontraba Raoul hablando con Agoney.

Las otras dos chicas se miraron extrañadas y se encaminaron hacia el salón donde se sorprendieron al ver a Agoney en la pantalla del ordenador.

-- Bueno chicas tengo que irme ¿vale? Tengo prisa, nos vemos.

Agoney se desconectó antes de que el resto pudiera decir algo.

-- Buahh la he cagado si es que no me sé callar. Se reprendió Mimi.

-- No te preocupes Mimi no es culpa tuya. Le respondió Raoul.

-- La culpa es mía Raoul y de mis prisas por mudarme, será mejor que posponga el proyecto hasta que Agoney este listo para venirse con nosotros.

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