Capítulo 4: primer vuelo

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Era el momento, ahora o nunca debía hacer algo.
Tras dos meses con Flor nuestra relación terminó, ella consiguió a un tipo mayor llamado Ernesto por el cual me dejó simplemente diciendo:
—No puedo verte como algo más pero a él sí, además, sé que aún te gusta Sekari — tras esto no pude decir absolutamente nada, mi cuerpo sintió un escalofrío y simplemente terminó, desde aquél día mi relación con Sekari fue en mejora, nos quedábamos el receso juntos caminando y escuchando música, desde aquel 20 de noviembre ella se volvió esa prioridad y solo hacer eso era perfecto.
Diciembre finalmente llegó y con ello mi cumpleaños que por mala suerte calló en sabado. Nunca he tenido la dicha de ser bien recibido aquella fecha y era peor saber que ni siquiera Flor se acordase, sólo Sekari.
Llegó entonces el lunes 7 de diciembre y con ello...
—¡Feliz cumpleaños Jason! — gritaron Sekari y las demás al unísono a la vez que Sekari me abrazaba
—Fue el sábado pero... Bueno — y seguido de eso el día fue exactamente igual a cualquier otro.
Martes 8 de diciembre fue exactamente más de lo mismo.
Miércoles 9 de diciembre, el cumpleaños de mi madre, solo pude abrazarla y agradecerle todo lo que ella ha hecho por mí aunque sé que ella merecía más que eso.
El tiempo pasó y cada día que pasaba de diciembre se hacia ligeramente más interesante que el anterior hasta llegada la fecha más relevante, el último día de clases. Aquel día, miercoles 16 de diciembre.
Todo comenzó de la forma más normal posible en un simple convivió. Mi salón había decidido preparar carne azada para comer y dadas las 11:30 am. Aproximadamente nos dejaron por fin salir del salón y hacer lo que quisiéramos, obviamente y como era natural decidí buscar a Flor y a Sekari puesto que a pesar de haber terminado hace casi un mes, Flor y yo seguiamos hablando como si nada hubiese pasado, sin embargo aquel día ella se separó de nosotros para ir a bailar a un salón que después de organizarse recreó una discoteca dentro para poder bailar junto a Víctor quien era un amigo suyo. A ese punto Sekari y yo terminamos juntos aunque esta vez sin audífonos para escuchar musica puesto que se habían malogrado algunos días antes, sólo caminar y platicar, sólo eso servía para arreglar un día aburrido, perdernos en la escuela y caminar durante más de media hora hasta llegar al patio central de la escuela, fue entonces que algo extraño ocurrió, ella tomó mi mano y entrelazando nuestros dedos continuamos recorriendo el patio hasta llegar al estacionamiento.
—¿No te parece raro ir tomados de la mano? — preguntó ella con un tono de voz ligeramente apagado.
—No, ¿por qué? — respondí a su pregunta a la vez que nos detuvimos en medio de los autos, ella se posó frente a mí y con una mirada seria se acercó a mí, de un momento a otro me sentí volar, sentí como todo lo malo se disipaba, sentí sus labios junto a los míos, su calor, su pasión, ese cariño tan puro, intenso y tierno que sólo ella podía dar, los segundos se volvieron minutos y entre todos aquellos besos el tiempo se fue.
—Son 12:30, creo que debemos irnos, los demás están saliendo y podrían vernos — dije después de revisar mi celular y antes de nuevamente soltar un profundo último beso.
—¿Y qué haremos con Flor y las demás? —
—No tienen por qué saberlo — mencioné sin notar lo estúpido de aquella frase.
Llegado aquel punto el chiste era escaparnos sin que el profesor de artísticas se diese cuenta pues quería que mi salón participase en el festival de navidad y por ende quería un último ensayo antes del viernes sin embargo el escondernos hizo que ambos pensáramos sobre aquello que pasó a menos de 10 minutos y antes de poder decir algo ella habló.
—No creo que sea buena idea recordar esto, ¡preferiste pedirme ocultar lo que pasó y estoy seguro que es por Flor! —
—N-No es eso Sekari — contesté tartamudeando porque en el fondo sabía que sí era así
—¿¡Entonces por qué!? —
—Porque no quiero problemas con ellas — y apenas decir esto Sekari me soltó una bofetada y huyó sin dejar que le dijera la verdad.
—Tú me gustas más que cualquiera de ellas... — susurré viéndola partir y con ella todo el color de mi vida.

La balada del pegasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora