La Voz

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Aún recuerdo la primera vez que la escuché. En su momento lo tomé como un sueño y en mi memoria quedó como un mal recuerdo. Fue una noche siniestra, venía de una larga caminata, el día había sido agotador lo que hizo mi llegada a la cama un evento muy especial. Cerré los ojos y por unos segundos me quedé pensando. No fue mucho tiempo, solo unos minutos antes de quedarme dormido, pero en esos minutos "eso" se manifestó por primera vez. Una voz proveniente de lo más oscuro de mi subconsciente. No dijo nada especial, fue como si estuviera aprendiendo hablar, un par de palabras en inglés, algunas otras sin sentido y otras pocas bien pronunciadas. El contenido daba lo mismo, de todos modos, era impactante. No cualquiera tiene una voz en su cabeza con voluntad propia además de la de uno mismo. Aun así, creo que debería haberle puesto mucha más atención de la que le puse en su momento, de ser así, quizás podría haber cambiado mi destino.

Esta situación comenzó a repetirse cada vez con más frecuencia, llegando a ocurrir cada día antes de acostarme, esto comenzaba a molestarme por lo que decidí pedir ayuda, ¿pero a quien le pides ayuda en una situación como esta? Además, no es solo la situación misma de la voz, si no que todo lo que eso implica, la gran duda de si estaré volviéndome loco.

Como aun no era una situación desesperada opté por reunir información. Busqué un par de páginas sobre voces en la cabeza y escribí en anonimato en una página de Internet. La mayoría de las respuestas se dividían entre "anda al psiquiatra" y un "mátate loco de mierda", la gente de esos lados puede llegar a ser muy agresiva, pero entre toda esta masa de inútiles, un par sobresalía:

"yo sé lo que te está pasando, habla conmigo y te lo explicaré"

Las dos eran mujeres. Instintivamente pensé en hablarle primero a la que encontraba más bonita, y no solo refiriéndome a belleza física, los ojos de una persona pueden mostrar mucho más de lo que uno cree. Yo sé de eso, tengo un don extraordinario para analizar las miradas. En fin, estúpidamente quería ver si topábamos algunos puntos en común y quizás vivir la hermosa locura juntos. Un pensamiento que se escapaba bastante a lo que pasaría.

Resultaba ser que la chica era católica fanática, convencida que sus voces y las mías eran ángeles en busca de nuevos mesías. No soy una persona muy creyente y aunque me gusta pensar en la fantasía, encontraba una falta de respeto su posición. Sentí que su intento de ayuda no fue nada más que para buscar más creyentes a su decadente iglesia. Me sentí pasado a llevar, sabía que en realidad poco le interesaba mi problema.

La segunda fue una sorpresa, las fotos de su perfil reflejaban a alguien un poco demente, me dio la impresión de que esta misma voz que de a poco destruía mi ser, a ella ya la tenía en la miseria total. Su físico, irónicamente, me dio una esperanza de ayuda. Su nombre era Sofía, era una mujer muy flaca, pálida, con ojeras como si no hubiera dormido hace semanas, un pelo negro mal peinado y absolutamente nada de maquillaje. A pesar de todo, algo de su imagen me atraía bastante.

Nos juntamos en una plaza cerca del parque forestal. Su débil cuerpo la delato rápidamente, nos saludamos con bastante normalidad y luego comenzamos a caminar. Ella sacó una cajetilla de cigarros de su cartera y me apuntó con ella.

—¿Fumas? —dijo mientras mantenía la caja de cartón.

—No seguidamente, solo en situaciones especiales.

—¿No es esta una situación especial? —preguntó con una voz un poco coqueta— Saca uno, pronto te unirás al club, te lo aseguro.

Cumplí su orden, eran unos cigarrillos Pall Mall, el más malo de los venenos. A decir verdad, calzaban bastante con su imagen. Me volvieron unos recuerdos de cuando tenía trece años y mi madre me mandaba a comprar cigarros, compraba unos Lucky Strike y unos chocolates, ella solía decirme que si solo habían Pall Mall prefería no fumar.

La VozWhere stories live. Discover now