Capítulo 1

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Que más podría pedir? Mi papá es el presidente de USA, soy millonaria, y vivo sola en una gran mansión, protegida por guardias de seguridad.

Cada cosa que llevo puesta es únicamente diseñada para mí, nunca me podrías ver mal vestida, tengo un gusto excelente para la moda, al igual que mis mejores amigas de siempre, Alice y Rose. Ellas también tienen un nivel económico como el mío, pero, eso no quiere decir que seamos malas personas, ni mucho menos las más engreídas. Nosotras también tenemos sentimientos.

Últimamente, cuando las estuve llamando para salir de compras, ninguna me contestó. Al principio me preocupé. Pero después se me pasó, estoy muy segura de que están de escapada romántica con alguno de sus tantos pretendientes.

Me levanto de mi cama, voy al baño, y me dirijo a la cocina. Podré tener sirvientes, pero si hay algo que me encanta es vivir la vida normalmente, así que las pequeñas cosas, como por ejemplo, cocinar, me lo hago yo. Y fue así que mientras esperaba a que el agua hirviera, sentí como alguien me agarró de atrás, luego todo fue oscuridad y ya no hay nada que pueda recordar.

Al despertar, me encuentro en una habitación oscura, iluminada por una lamparita amarilla que colgaba de un cable desde el techo.

Allí estaban Alice y Rose, amordazadas al igual que yo. Mis pies y mis manos estaban atados.¿Cómo podía ser? Seguramente es un sueño, o una mala broma. Esto no me puede estar pasando.

Adelante nuestro, había tres sombras negras, altas y musculosas. Una más que otra.

-Debemos repartirnos a las chicas- Empezaron a hablar los hombres, en susurros, con la intención de que no escucháramos.

-Yo quiero a Shapiro- Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando mi apellido resonó de los labios de ese hombre fortachón.

-No, ella es mía. Me eh arriesgado a sacarla de la mansión, y se queda conmigo- Reclamó una voz suave, y aterciopelada, pero al mismo tiempo, fría.

-De acuerdo- Aceptó la figura mas grande- Me quedo con la rubia.

-Entonces yo me conformo con la de pelo corto- Dijo la figura más chica señalando a Alice.

El chico que me eligió se acercó, y para no arriesgarse, volvió a colocar un pañuelo sobre mi boca y nariz, haciendo que me duerma.

Cuando volví a despertar, estaba en una cama, con esposas en cada mano del borde de la cama.

Me quedé mirando el techo. ¿Qué se supone que haga? Si esto es una broma, enserio, ya no es gracioso. Comencé a moverme como podía, pero eso solo hizo ruido y causó que el hombre misterioso entrara por la puerta.

Al verlo, no era nada a como me lo imaginaba. Si me lo cruzaba por la calle no podría ni pensar que era un secuestrador, un criminal, un estafador. Su altura llamaba la atención, sus pómulos resaltaban, su piel pálida remarcaba perfectamente sus ojos color marrón único,y su pelo sedoso era la envidia de cualquier mujer.

-Veo que ya despertaste- Dijo sentándose al lado mío en la cama.

-Cuando mi padre se entere de esto, tú y tus amigos morirán en la cárcel- Le dije casi con asco.

-Si es que no se entera demasiado tarde- Dijo levantando las cejas, como desafiándome.

-Oh, ya verás, todos sus hombres me deben de estar buscando ahora mismo.

-Pues les deseo suerte- Se cruzó de brazos y sacó una sonrisa burlona.

-Donde estamos?

-En la frontera de México con Guatemala- Me contestó-Siento ser tan descortés, mi nombre es Edward Cullen- Se presentó.

-Bueno ya, me darías algo de comer? Sin mí no podrás sacar nada del banco.

-De todos modos planeo deshacerme de ti luego.

Se fue, supongo que a la cocina, y volvió con una bandeja de comida. Me soltó de un brazo y empecé a comer.

-Dónde tienen a mis amigas?

-Emmett, se llevó a la rubia a la frontera de Canadá, y Jasper se llevó a la otra a Cuba.

Guau, que lejos que estaba de ellas.

-Quieres que te traiga algo cómodo?- Dijo, refiriéndose a la ropa que llevaba.

-Si es que tienes, mejor- Respondí rodando los ojos.

-Sí- Se paró y caminó hacia la cómoda. Sacó un camisón de seda rojo- Te lo tendré que poner yo, no me arriesgaré a soltarte.

Me desvistió como pudo y me puso el camisón, tengo que admitir que en el medio del proceso me pasaron cosas por la cabeza, pero me da gracia en solo pensar en acostarme con el secuestrador.

-Ya puedo volver a dormir entonces- Le dije, cerrando los ojos.

Mi SecuestradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora