Capítulo 3

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Quieres jugar Edward? Pues vamos a jugar.

Salí del baño, luego de hacer mis necesidades, fui a la habitación, y Edward estaba acostado en la cama.

Me siento al lado suyo y le sonrío. Habían pasado 7 días, y él ya no me ataba, ya no le pedía permiso para hacer cosas, siempre y cuando esté bajo su vista. Nos seguíamos conociendo, nos contábamos cosas de nuestras vidas, de nuestro pasado, y tengo que admitir que teníamos dolores en común, como la falta de cariño por parte de nuestros padres.

-Buen día.

Me sonrío. Debo de admitir que me está gustando pasar tiempo con él, pero yo solo estaba ahí por un tema de dinero, en cuestión de días me vida estaría acabada, Edward no estaba haciendo otra cosa que usarme y tarde o temprano yo tendría que aceptarlo.

-Buen día. Mira que buena televisión eh comprado- Dijo señalándola. Estaban pasando las noticias, en los títulos mi nombre se leía con letras blancas y grandes. Entrevistaban a un policía, el cual contaba todo el recorrido que estaban haciendo para encontrarme. Por lo que decía me di cuenta que no estaban ni cerca de encontrarme; en parte me sentí aliviada pero no entendí porqué, hasta que vi a mis padres y se me cayó el mundo nuevamente.

-Hija, estés donde estés, espero que te estén dando el trato que mereces, princesa- Mi padre miraba a la cámara. ¿Qué sabrás de tratos? Nunca estuvo presente, ya que siempre estaba fuera de casa por trabajo. Me criaron los mayordomos, en parte mi madre y yo sola.

-Te queremos muchísimo, ya te vamos a encontrar y vamos a hacer justicia en quien te haya llevado lejos de nosotros- Mi madre trataba de sonreír mientras disimuladas lágrimas le caían de los ojos. Sonreí apenada. En el fondo me querían.

Edward me miró como pidiéndome permiso. Yo asentí y el apagó la televisión.

-De todas formas no me voy a deshacer de ti. No podría- Yo lo miré fijamente, ¿Le estará pasando lo mismo que a mi? Somos ridículos- En unos días te liberaré y ya no vas a tener que preocuparte- Tragó duro- Ya no volverás a verme, no volverás a saber nada más de mi.

Me até el pelo y me quedé tildada mirando la pared, miles de cosas me pasaban por la cabeza, imágenes que no podían ser, sensaciones que me negaba a sentir. Mi cabeza estaba feliz porque al fin saldría de allí y saldría con vida, volvería a mi familia, a mis amigas, a mi rutina. Pero mi corazón estaba reclamándome el "no volverás a saber nada de mí", esa voz aterciopelada todavía resonaba en mi cabeza haciendo que me pregunte porqué me molestaba esa idea de no volver a verlo.

Me acosté en la cama y Edward me trajo algo de cenar. Volvimos a prender las noticias donde no paraban de anunciar mi secuestro y el de mis amigas, mostrando fotos nuestras y haciendo que hablen detectives mientras daban sus hipótesis al aire.

Edward me miró- No quiero devolverte- Me quedé en silencio, iba perdiéndome en sus ojos- Pero debo hacerlo.


Mi SecuestradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora