O1

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Fastidiada, se levantó maldiciendo y torpemente apagó la alarma, que había interrumpido su sueño con el chico que le gustaba, Jinyoung.

— ¿Gi? — dijó su madre, al escucharla bajar de las escaleras.

— Ya te dije que no me dijeras así.

La joven se dirigió con palabras cortantes y secas, su madre aún no lograba acostumbrarse, pero este día parecía peor que los anteriores. Estaba desesperada, no sabía como ayudarla, le daba pánico perder a su hija así.

Pudriéndose lentamente por dentro.

La señora Kang veía como su hija abría el refrigerador bruscamente y sacaba los mismos productos de siempre. Parecía un robot, vacía, siempre igual y monótona. Se preparaba un café, demasiado caliente, casi hirviendo, y amargo para su gusto. La joven parecía embriagarse con el olor a cafeína que inundaba la pequeña y rústica cocina. Entre sus manos frías y pálidas se sostenía el recipiente de queso. Tanto silencio había, que cuando destapó la tapa, esta cayó haciendo tensar aún más el ambiente. Aún con ese simple y hueco sonido, Seulgi se frustraba más.

— Amor... — la señora Kang rompió el silencio, pero no la tensión. Pero aún así, su hija no respondió y la habitación se inundó de silencio de nuevo. — Se que no quieres hablar de esto, hoy no podré recogerte de la escuela y deberás volver en autobús. Tendrás que ir sola a saludar a papá.

— ¿Qué tan importante es tu maldita reunión? — Seulgi estaba de espaldas a su madre, ocultando las lágrimas que se generaban en sus ojos, de tristeza, pero también de frustración. — ¿Es tan importante como para no poder ir a saludar a papá?

— Cariño, si falto me quedaría sin empleo. — La señora Kang estaba completamente angustiada, su corazón se le rompía al verla así a su hija, quien alguna vez, fue la dulce y risueña Seulgi que conocía.

— Primero nos mudamos a este maldita ciudad... ¿Y ahora esto?—
Seulgi respiró profundamente.

Su madre dejó la habitación, subía las escaleras y pocos segundos después, oyó a su hija dando pasos acelerados a la puerta principial, sollozando, y cuando sonó un portazo, se dió vuelta, quedándose en el lugar, mirando fijamente la puerta, inmóvil.

Empezamos bien el día ¿Huh? , pensó Seulgi.

dear seulgi; seulrene (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora