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•|He wasn't good at archery|•

Pietro Maximoff se encontraba frustrado. ¿Si con la arquería o consigo mismo? Eso ya era otra cosa distinta.

Lo había intentado. Había intentado aprender cómo lanzar una flecha a una diana, pero le era imposible. No era bueno en el tiro con arco y flechas. Al menos eso era lo que le había dicho a Clint la noche anterior, cuando no había logrado que las flechas siquiera se clavasen en la diana.

La verdad era que el peliplateado tenía un problema bastante más grande que no saber lanzar las flechas, y su instructor tenía bastante la culpa.

Clint Barton. Ese nombre rondaba su cabeza desde que se lo encontró por primera vez en el bosque, cuando aún estaba del lado de H.Y.D.R.A. y le divertía confundir a los demás con su súper velocidad. Aún le divertía, pero ahora ya no se encontraba del lado de los malos. 

Miró la flecha que había recogido antes de irse de la sala, tan rápido que Clint no pudo notarlo, y la hizo girar entre sus dedos hábilmente, como hacía con las baquetas de su batería cuando era más joven.

El peliplateado suspiró mirando la flecha. Pertenecía a uno de los tantos carcajs del arquero, lo sabía porque vio las iniciales C.F.B. grabadas delicadamente en ella. Pietro bufo divertido. A ese hombre le encantaban sus flechas. Y a Pietro le encantaba él.

Frustrado por no poder sacarse al rubio de la cabeza, el velocista decidió que lo mejor sería salir a correr un rato, aunque no pudiera hacerlo tan rápido como le gustaría por los civiles que transitaban por las calles de New York.

Iba saliendo de su habitación cuando se encontró con Wanda, y automáticamente sonrió, como siempre lo hacía al ver a su hermana. Pietro la adoraba, con toda su alma. Si había alguien que podía sacar de su cabeza a Clint Barton, esa era Wanda. Lastima que también pudiera pasar al revés.

—¿Otra vez con lo mismo? Yo digo que deberías decírselo, Pietro. Te aseguro que te corresponderá. —dijo Wanda a los dos segundos de verlo.

—Odio que me leas la mente —bufo el de cabellos plateados mientras ambos comenzaban a caminar por los pasillos, sus intenciones de correr olvidadas—. Además, ¿como estas tan segura? Si cumpliste con el trato, no has leído su mente, así que en realidad no sabes que respondería si le digo. —dijo Pietro con fastidio. Para Wanda era fácil, ella podía simplemente leer los pensamientos de Visión... o de cualquier otra persona. Pero Pietro... Pietro estaba en una situación muy diferente, principalmente porque el estaba enamorado de otro hombre, que se acababa de divorciar de una mujer, con la cual había tenido tres hijos. ¿Necesitaba ser más claro?

Pietro en verdad sentía cosas fuertes por Clint, no lo iba a negar. Tampoco podría si quisiese hacerlo, no sería posible. Pero todo indicaba a que Clint Barton realmente no estaba interesado, y que ni siquiera le gustaban los hombres.

—Hey, no pienses en esas cosas. Claro que tienes oportunidad con Clint, Pietro. Solo debes aprovecharla. Además, tú no puedes saberlo. Mira y en verdad si le gustan los hombres. —ánimo Wanda a su hermano cuando leyó sus pensamientos, en un intento por reconfortarlo.

El peliplateado se apoyó en la cabeza de su hermana suspirando con fuerza. El amor si que era complicado.

* * *

Clint Barton se encontraba frustrado. ¿Por la inutilidad de su alumno con la arquería o la suya propia para enseñarle? Eso ya era otra cosa distinta.

Sabía que no era totalmente culpa de Pietro, él también era culpable de que el peliplateado no pudiera aprender. Cuando estaba junto al chico, Clint no podía evitarlo y de un momento a otro se encontraba divagando sobre él.

¿Y como no hacerlo? Si tenía esa sonrisa que iluminaba su rostro, y esos ojos azules que lo hipnotizaban, y su cabello, Dios su cabello. Le daban ganas de tocarlo porque parecía tan sedoso... además de que se encontraba más bueno que el pan. ¿Acaso era legal que alguien tan guapo como Pietro Maximoff tuviera ese paquete así de marcado?

El arquero soltó un pequeño grito de frustración al darse cuenta de hacía donde se dirigían sus pensamientos otra vez. ¿Que tenía ese chico? ¿Que hacia a Pietro tan irresistible para él?

Luego de su primera clase, Pietro se había marchado con su súper velocidad, tan rápido que Clint apenas pudo ver un borrón pasar. El agente estuvo un rato más allí practicando, pero rápidamente había perdido el interés por pensar en su chico de cabellos plateados.

¿Su chico? ¿Desde cuando Pietro Maximoff era su chico?

Clint terminó de guardar las flechas y el arco, así que salió de la sala de entrenamiento en busca de Natasha. Siempre que necesitaba un consejo iba con Natasha, y ella iba con él. No por nada eran mejores amigos.

La encontró donde supuso lo haría. Natasha Romanoff amaba la comida casi tanto como el mismo Thor.

—Ya no puedo más, Nat. —la pelirroja se encontraba zampándose un pedazo de pastel de chocolate que quedaba por la celebración de haber ganado la batalla contra Ultron en Sokovia. Sinceramente, a Clint le sorprendía que aún quedara pastel. Habían esperado a que Pietro estuviese lo suficientemente fuerte como para aparecerse en la fiesta (cosa que había tratado unos cuantos meses porque el pobre literalmente se había muerto), pero ya habían pasado tres días. El arquero se agarró de los pelos al descubrirse pensando en él nuevamente.

—¿Que te sucede? Estas más raro de lo normal. ¿Que hiciste ahora Francis? —la rusa miró de forma acusatoria a su amigo.

—¡Nada, ese es el problema! ¡Que no puedo hacer nada! ¡No puedo hacer nada al respecto porque si lo hago Pietro se alejará y me odiará y no me dejará estar a menos de cinco metros de él y yo seré la escoria más miserable en la tierra! —¿dramático? No, que va.

—Ok, creo que es hora de que te calmes. Siéntate y cuéntamelo todo. —ordenó la pelirroja sentándolo en un taburete junto al de ella, sirviéndole otra porción de pastel.

Y Clint le contó. Le contó todo. Sobre sus pensamientos, y del cómo se había enamorado del chico en cuestión de semanas, y de sus inseguridades. Nada le aseguraba que Pietro le correspondiese. ¿Quien le aseguraba que a Pietro siquiera le gustasen los hombres? Todo era un desastre desde su punto de vista.

—Ok... tu problema aquí es que eres un idiota —el arquero miró sorprendido a Natasha—. En serio, solo ve y dile lo que sientes.

—Pero... pero... ¡pero no sabe usar un arco! —dijo como último intento de defensa, un intento patético en todo caso.

—¿Bromeas? A mi no me engañas, te encanta que Pietro no sepa lanzar una flecha. —la pelirroja volteó los ojos, comenzando a comerse el pastel de Clint al ver que éste no lo había tocado.

Y por mucho que Clint quiso debatirlo, no pudo. No pudo hacerlo. Porque a Pietro Maximoff no se le daba la arquería. Y eso a Clint le encantaba.

* * *

Steve y Tony miraban todo desde la seguridad de la habitación que compartían, viendo detalladamente los vídeos que las cámaras habían grabado. Si antes estaban seguros, ahora no habría quien los detuviera.

—No puedo creer que este emocionado respecto a todo esto. —pese a todo, Steve se sentía mal por haber sucumbido ante la tentación de hacer de cupido. Sabía que si esos dos no recibían ayuda, tal vez nunca se declararían, pero aún así su conciencia le susurraba que los dejaran en paz. Steve no le prestaba la más mínima atención pero eso no significaba que la irritante vocecita no repitiera lo mismo todo el tiempo.

—Bienvenido al lado oscuro, cariño. —Tony estaba disfrutando de lo lindo con todo el asunto. Nadie lo creería, y él mismo lo negaría hasta la muerte, pero Tony Stark era un romántico empedernido total, lo cual resultaba irónico porque era un desastre en el amor. Bueno, cosas de la vida.

Ambos se quedaron en silencio, viendo las imágenes frente a sus ojos.

—¿Tienes un plan? —se atrevió a preguntar el rubio segundos después. La sonrisa del moreno le dijo todo.

Ya habían observado y se habían asegurado de no estar metiendo la pata hasta el fondo con todo esto, así que ya había llegado el momento de actuar.

—Es momento de la fase uno, Steve.

You didn't see that coming?  || HawkSilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora