"¡Oh,no!"

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Con la cojera y el brazo lastimado, apenas llegué a tiempo para la primera clase. Entré al salón y resultó que me había equivocado de aula. La mirada burlona de todos los demás alumnos las sentía en la espalda cuando me retiraba a buscar el aula correcta.

Por fin llegué, obviamente con retraso y el profesor me pidió mi nombre y me bajó un punto por impuntual. Dijo: «Deben aprender que la puntualidad en mi clase es muy importante, así que debo darles un claro ejemplo de lo que sucederá si rompen esa regla». «Aquí tengo un profe al que odiar», pensé.

Las horas de clase fueron tediosas y por fin llegó la hora del almuerzo. Al ser el primer día, les había dicho a mis padres que me arriesgaría a comer lo que ofrecieran en el comedor, a sabiendas de que esa comida no tiene muy buena reputación. Y los rumores eran ciertos. La comida era basura, pero yo tenía tanta hambre que devoré lo que había en mi plato, que era algo así como una combinación de puré de papa con engrudo; el sabor era espantoso pero aun así lo deglutí al no haber más opciones.

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⏰ Última actualización: May 14, 2018 ⏰

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