el inicio

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Podríamos pasar horas pensando en aquel futuro del que siempre hablabas y del que te quejabas mientras éramos algo más cercano. La verdad es que en este momento me siento como un patán al hablarte de esta forma tan romántica y estúpida, como suelen ser mis palabras. Pero bueno sobre el futuro no puedo decir mucho, no entiendo cómo es que en algún momento pensaste en que podría hacer sinceramente una promesa respecto a lo que nos pueda pasar a los veintisiete o talvez a los noventa años pero lo cierto es que me gustan las cosas así, clandestinas. Que quede claro que solo contigo, no suelo amanecer y pensar - oh por Dios, hoy quiero conquistar a una chica escribiéndole un texto- aunque sé que lo has considerado, me gustas tú, pero solo cuando tratas de hacerte la interesante para conquistarme, me gustas más cuando reniegas, y cuando me mientes me derrites (no lo tomes como alguna razón para que me mientas todo el día, mentirosa) me refiero a la forma en que frunces el ceño y cuando me hablas de chicos que para mí ni siquiera existen. No quiero ser tu enamorado, porque todo se vuelve de color vomito cuando lo somos, prefiero que me enamores todos los días ignorándome y tratando de alejarme y tal vez este sea el inicio de un libro que llevará el nombre de nuestro amor. Quisiera pensar en que algún día dejaras de perdonarme por todas las cosas que te hago, por todas las lágrimas que corren por tu cara a causa mía. He pensado también en cómo se llamaría nuestro libro. Creo que sería más como una poesía muy extendida debido a mis cortes de oraciones tan rotundas y tus tantas fuentes de amor escrita. Creo que aquel final de verano en que te conocí, tratando de ayudarte no supiste que, en realidad, quien necesitaba muchísima ayuda era yo. Creo que podríamos tener un final feliz, o tal vez eres otro de mis intentos de parecer mis relaciones a las de mis padres, me refiero a las largas y entrecortadas.

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