O1

356 87 56
                                    

Lágrimas brotaban de lo más profundo de su ser.

Si tan solo alguien le hubiera advertido que abrirle la puerta a extraños era peligroso, él jamás hubiera estado en una posición como esa.

— Baby, juguemos a algo. Me empiezo a aburrir — canturreo.

Su respiración era agitada, y sentía asco, solo esperaba que aquél clóset fuera lo suficiente como para que ese maníaco no le encontrará.

No lo detendría, él es el mismísimo diablo.

Sus sollozos eran fuertes, pero eso no sería lo que lo delataria.

El instinto del diablo oliendo el miedo. Eso sería. Señor, apiadate de él.

— A los niños malos les pasa esto — dijo.

El tono en que lo decía era burlón.

Los pasos se acercaban más al clóset.

Jungkook había visto este tipo de escenas en las películas, realmente nunca se imaginó vivir una.

— Estos niños, haciendo todo tan cliché, ahg — hablo molesto, sacando a Jungkook de su antiguo escondite.

— ¡Yo no soy malo! — lágrimas resbalaban de los regordetes mofletes del pequeño.

—  A los extraños no se les abre la puerta — chasqueó la lengua, y negó con la cabeza.

— ¡Mamá, papá! — gritoneo, como si el mismísimo diablo le llevará al infierno.

De hecho, sí.

— Duerme bebé, duerme — le cantaba mientras caminaba a la parte de la casa que era más oscura.

— ¡No quiero! Solo déjame — lloraba y gritaba lo más fuerte que sus pulmones le brindaban.

— Bebé, tú ya eres mío — Le sonrió y junto con esa sonrisa maquiavélica le miró de una forma tan vacía.

Le puso en la barra de cocina. El pequeño no se podía mover, era como si le hubiesen amarrado con sogas a la barra, pero no había nada.

Tomo un cuchillo y se acercó a Jungkook, con la sonrisa más enferma que existiera en el mundo.

Le incitaba cortar esa piel tan bella y suave, era un manjar glorioso.

La navaja se deslizaba suavemente por el glúteo derecho del niño, subiendo hacia su espalda, clavando profundo.

— ¡Mamaaaa! — gritaba y alargaba sus palabras.

Las lágrimas no paraban, era obvio.

— Te declaró, Satanás —  Y como si de madera se tratase sopló.

Un fuerte ardor recorrió la piel de Jungkook.

— Nos vemos en el infierno — quitó su camisa.

Jungkook con curiosidad, miro el perfecto abdomen de el mayor, y lo vio voltearse.

Al pequeño le dio un miedo profundo, una enorme cicatriz se encontraba en su espalda.

“Satán, eres tú“

Unas sombras negras se acercaban a Namjoon, que hasta ahora, el niño desconocía su nombre.

Se lo llevaron, a algún lugar que Jungkook pronto conocería.

Algunos años después:

Toc Toc

A Jimin le recorría una cierta adrenalina. Sus padres le habían dicho que no abriera a desconocidos mientras ellos no estaban en casa.

Pero el siempre había sido el “chico malo" que no cumplía las reglas.

— ¿Quién es? — gritó atrás de la puerta antes de abrir.

— Jungkook, abre pequeño — dijo con tono divertido.

La puerta fue abierta.

— Querido, la puerta no se le abre a desconocidos — sonrió malvado.

A el infierno fueron los niños malos.

Strangers;; j.jkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora