Capitulo 1

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Las calles estaban alumbradas por miles de luces. Se percibía ese peculiar olor a Navidad, una mezcla entre leña y chocolate caliente. Gente corriendo de un lado para otro me acorralaba, consiguiendo que poco a poco perdiera la esperanza de comprar un buen regalo navideño para mis padres. No había tenido tiempo de comprar nada antes, y tampoco me quejaba, me encantaba mi trabajo, aunque era realmente agotador. Miré el reloj, 20:30, las tiendas cerrarían en apenas treinta minutos, y yo no tenía nada. Resople, haciendo volar los mechones de pelo que caían sobre mi cara, y entonces lo vi, era perfecto, a mi madre le iba a encantar. Apresure el paso hasta llegar a la joyería que salvaría mis regalos esta Navidad, abrí la puerta haciendo sonar una campana que anunció mi llegada y me hice de notar con un enérgico "hola" que hizo que tanto la dependienta de la tienda como un chico que miraba una vitrina me prestaran atención.
-El anillo del escaparate, es perfecto, lo quiero.- Dije tan rápido que conseguí asustar a la chica que me atendía. Pude oír a la otra persona que nos acompañaba reírse.-Perdón, el anillo del escaparate, me lo llevo, ¿cuánto es?- A pesar de mi nueva explicación, la chica seguía sin entender lo que quería decirle y yo me estaba empezando a frustrar.
-Lo que quiere es el anillo dorado de la piedra pequeña verde. Pensaba que tenía tiempo, pero se le ha hecho tarde y se ha quedado sin regalos para sus padres.- Dijo el chico con obviedad.La dependienta esboza una sonrisa por primera vez, y tras susurrar un "ah...vale" se dirigió al almacén a por el anillo, dejándonos al chico y a mí solos. El corazón me iba a mil por segundo, me giré lentamente esperando no encontrarme con quien tanto había marcado mi vida.
-Diego- Susurré, abriendo los ojos como platos.
-¡Julia! Cuanto tiempo ha pasado y que poco has cambiado.-La sonrisa no le cabía en la cara y pronto me encontraba rodeada por sus brazos.-¿No me piensas decir nada? Se que mi gran adivinación sobre lo que querías te ha dejado anonadada, pero después de todo, te conozco muy bien.-No puede evitar reír.
-Dios, ha pasado tanto...¿Cómo estás?
-Pues..,bien, muy bien. Imagino que tú también.-Miré sin entender- Vas a comprar un anillo bastante caro, supongo que mal de dinero no estás, y eso significa que has conseguido sacarte la carrera y trabajar de ello.
-Bueno...si, trabajo en el hospital de aquí.
-Me alegro muchísimo Julia, has conseguido tu sueño.-Sonreímos los dos a la vez, el iba a decir algo más pero la chica le interrumpió trayendo mi anillo en una cajita, y pronto me encontraba eligiendo un reloj para mi padre, que Diego me ayudó a decidir, así que ya tenía todos los regalos comprados, y eso me lleno de tranquilidad. Tras pagar iba a salir de la tienda, pero Diego pidió que le esperara, y no me quedo otra que hacerlo. Él pagó unos pendientes, que suponía que serían para su novia y juntos salimos de la joyería.
Un gélido viento hizo que mi cuerpo se estremeciera, y pronto me puse a temblar, cosa que él noto, y en apenas unos segundos noté como una prenda cubría mis hombros, la chaqueta de Diego , iba a protestar, pues sin su chaqueta, iba a enfermar, hacia mucho frío como para ir con solo un jersey. Pero no me dejo ni siquiera abrir la boca, ya que antes de que pudiera pronunciar una letra él ya había dicho "Quiero que la lleves, me he puesto una camiseta térmica debajo, no tengo frío, pero conociéndote a ti, se que no llevas nada debajo de ese fino jersey, y Julia, por muy bien que quede, esa cazadora no abriga nada." Habían pasado tres años, y él no había cambiado para nada, bueno, asi lo había hecho, pero a mejor, estaba incluso más guapo que unos años atrás, cuando las llevaba a todas de calle, seguía utilizando ese perfume con olor a chocolate que tanto me gustaba y se seguía preocupando por la gente , tanto como antes.
-Va a llover-Dije tras oír un trueno- En vez de dejarme tu chaqueta y morir de hipotermia, deberías correr a tu casa, para que no te pille la tormenta.
-¿A casa?-Rió- ¡Que va! Tenemos muchas cosas que contarnos.
-Diego, mañana trabajo-Puse rápidamente una excusa.
-Julia, mañana es domingo, y dudo que trabajes, me da igual la excusa que me pongas, vamos a cenar juntos.-Rodé los ojos- ¿Te sigue gustando la comida asiática? Vamos, yo invito.

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