Parte sin título 6

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Apesar de lo que Tarin había dicho, el interés de Rosie por Suzanne no disminuyó en las siguientes semanas, y para empeorar las cosas parecía que Rosie se empeñaba en obligarnos a ser amigas. En una de mis escasas tardes sin actividades extracurriculares, Rosie sugirió que jugáramos al bádminton, y me clavó un puñal por la espalda trayendo a Suzanne sin avisarme. Y es más, llegaron tarde. Como si traer una persona de más a un juego que requiere solo dos jugadores no fuera lo suficientemente malo, el condimento extra fue que Suzanne no sabía jugar. Rosie ni siquiera se percató de mi fastidio, pero Suzanne se dio cuenta enseguida. —Si quieren solo miro —dijo nerviosa—. ¿Hay algún lugar donde me pueda sentar a verlas jugar? —¿En una cancha de bádminton? —pregunté con sarcasmo, en un tono que me resultó desconocido y desagradable. —No seas tonta. Te enseñamos a jugar. Es muy fácil, ¿verdad, Cad? —Rosie me miró con una sonrisa.— Va a ser divertido hacer algo diferente. Mucho mejor que jugar solo nosotras dos. No paraba de decir cosas como estas, y yo realmente quería que dejara de hacerlo. Un verdadero golpe bajo tuvo lugar a principios de octubre. Me había quedado en el colegio después de clases hasta casi las seis de la tarde trabajando en el diseño de la escenografía para una obra de teatro (Mi bella dama), con Mishka y otras chicas de mi clase de Arte. Justo antes de irme me tropecé con la escalera y volqué pintura sobre mi ropa. Cuando llegué a casa, mi mamá me gritó por haber sido torpe y descuidada, y me encerré furiosa en mi habitación. 

Dejando esto de lado, mi peor error fue entrar a Facebook y ver que Suzanne había etiquetado a Rosie en una serie de fotos junto a otros compañeros de clase en el Teatro del Globo. Todos llevaban atuendos típicos de una obra de Shakespeare y se veían ridículos pero completamente felices. Mientras miraba cada una de las fotos, mi garganta se fue tensando, hasta que llegué a una foto de Rosie y Suzanne, abrazadas y sonrientes. Un sombrero turquesa gigante con una pluma larguísima hacía equilibrio sobre sus cabezas, que se encontraban muy juntas. Suzanne tituló la foto "Las damas Rosanna Caronfoth y Susannah Wattsimus". Rosie había comentado: "Mejores amigas del siglo XXII". Suzanne agregó: "Ciertamente". Lloré a gritos hasta que quedé afónica. Pero esta era la cuestión en verdad estúpida: la realidad era que no me desagradaba Suzanne. De hecho, probablemente me caería bien si no estuviera tan aterrorizada por la posibilidad que sentía de perder a mi mejor amiga. Suzanne era sarcástica, alegre y divertida, y era también muy amigable (mucho más amigable de lo que yo había sido con ella, y seguramente más amigable de lo que yo merecía). Podría entender por qué Rosie quería que las tres fuéramos amigas, pero me generaba rechazo que fuese tan insistente. Y había algo más. Para ser alguien tan extrovertido y charlatán, Suzanne se había mostrado muy reticente a dar información sobre su vida. Más específicamente sobre su vida antes de Brighton. Yo todavía no tenía ni idea de por qué se había mudado aquí. No esperaba que me confiara sus cosas a mí, pero tampoco se las contaba a Rosie. No me podía deshacer del sentimiento de que algo estaba mal, a pesar de que Rosie me había pedido que no me preocupara. ¿Por qué Suzanne vivía con su tía? ¿Por qué nunca mencionaba al resto de su familia? Cuando salía el tema, ella respondía de manera superficial y cambiaba de tema o hacía un chiste: —"¿Hermanos? Sí, tengo un hermano de veinte". —Me llevaba siempre unos segundos acomodarme a lo que acababa de decir, y cuando lo hacía ella ya había cambiado de tema y era tarde para volver atrás. Era muy hábil para escabullirse –sin duda lo había ensayado–, y esta manera de elegir lo que nos contaba y dejar fuera el resto era lo que más me molestaba. Tenía que estar ocultando algo grande, y ¿qué podía ser tan malo como para no poder contárnoslo? Las vacaciones de invierno llegaron sin que me diera cuenta del paso del tiempo, como siempre. Las dos semanas de receso se hicieron eternas. Los primeros días estaba impaciente por que pasara la primera semana para poder estar con mis amigas de la otra escuela, que no era privada y por eso empezaban las vacaciones más tarde. La siguiente semana fue definitivamente mejor.

Hacia el final de la primera semana de libertad fui a una fiesta en la casa de Luca Michaelson. Él era uno de los chicos más populares del colegio privado St. Martin y sus fiestas eran una leyenda. Nunca había ido a una, principalmente porque nunca me habían invitado, pero esta vez Kesh me había obligado a ponerme un vestido y me arrastró hasta la fiesta junto a ella, Allison y Mishka. Lo sorprendente fue que la pasé genial. Bebí vodka con Coca-Cola y me bajé todos los chupitos que me dieron. Besé a un muchacho flacucho llamado Johnny que olía a cigarrillo pero me había dicho que le parecía linda. Me senté en el inodoro con Mishka mientras lloraba por su ex y le sostuve el pelo cuando vomitaba. Pensé, en uno de esos momentos de claridad que tienen los ebrios, que quizá yo era buena para estar sola. A la mañana siguiente, me desperté en el piso del living de Luca con Kesh usando mis piernas de almohada, y traté de imaginar la siguiente situación. Me vi independizándome de Rosie. Dejándola libre con Suzanne. Podría pasar a utilizar el término "mejores amigas" para mi relación con Mishka y Kesh, e incluso con Allison. Sería sencillo. Pero luego miré mi teléfono. 22:09: Espero que la estés pasando genial!!!!! Mandame una foto así puedo ver el vestido. T extraño. Beso 22:11: No te emborrachés muuuuuucho, ¿sí? 23:49: Me llamaste y colgaste. ¿Todo bien? Llamame de nuevo por favor. Beso 23:56: Cad??? Atendéeeee 00:03: Nunca supe q eras tan divertida cuando te emborrachás. Tendrías q hacerlo cada fin de semana. llamame cuando despiertes así puedo contarte todas las estupideces q dijiste. T amo hasta el infinito, borracha Estaba tan ocupada sonriendo ante estos mensajes que tardé un momento en darme cuenta de que había uno de alguien más, sin leer. Lo abrí pensando que sería de Tarin, y vi el nombre de Suzanne. Permanecí confundida durante unos segundos, y luego me di cuenta de que era la respuesta a un mensaje que yo le había enviado. —¡Maldición! —susurré. Una parte de mí quería borrar ambos mensajes sin siquiera leerlos. Este era el mío: 23.46: ¿Por qué tenés que ser tan perfecta? Sentí que el fuego de la vergüenza corría por mis venas. Me agarré la cabeza con las manos. Oh mi Dios.

Traté de convencerme de que podría haber sido peor. De algún modo. 23.59: Mmm, ¡gracias! :/ Me sentí descompuesta, y no solo porque tenía resaca. Mis manos se pasearon por el teclado sin saber cómo responder. No podía ignorarlo, por más que quisiera. 08.37: ¡¡¡Oh, Dios. Estaba borracha!!! ¡¡¡Perdón!!! Ni siquiera sé de qué estaba hablando Su respuesta tardó un par de horas en llegar, y lo hizo cuando estaba en McDonald's con Mishka y Kesh. Me obligué a leerlo. 10.59: Jajaja, no pasa nada. Algún día vas a entender por qué me reí tanto cuando vi tu mensaje. ¡¡¡Espero que no tengas mucha resaca!!! Nos vemos. Beso Claro. Tenía que ser altruista y misteriosa, y yo la avergonzada borracha. Genial. Volví a colocar mi celu en el bolso, sin responder, y bebí un sorbo de mi café, tratando de recuperar la sensación de confianza en mí misma que había tenido la noche anterior. No funcionó.

FRÁGIL COMO NOSOTRASWhere stories live. Discover now