Había una vez una nena que miraba con anhelo las princesas que danzaban.
Se imaginaba dando piruetas al sonido del piano.
Pero sólo en su imaginación porque su peso no la dejaría hacerlo en la vida real. Un día conoció a una señora con ojos como cofres, ella le ofreció danzar y la niña encantada aprendió. Feliz con todo lo que estaba aprendiendo y las amigas que había hecho en las clases de danza creyó encontrar su lugar en el mundo, paso que en cierta ocasión le dieron la oportunidad danzar en público, ella muerta de miedo se negó pero su maestra la tomo de la mano, la llevo hasta el frente, se agachó a su altura, la miró a los ojos y le dijo:
"juga en la presencia. Disfrutalo. Porque si lo disfrutas él va a danzar con vos"
eso alentó a la niña y cuando la guitarra comenzó a dar las primeras notas la niña danzo como si la vida se le fuera en el soñar de las chapitas y los ritmos musicales.
Cuando paró su maestra la miró orgullosa y con los ojos llorosos. La niña sonrió. Había disfrutado de cada paso casi como si lo estuviera saboreando, como si de un helado de dulce de leche se tratata, la sensación era inexplicable, demasiado preciosa.
Bajo la enseñanza de su maestra siguió danzando y la sensación era cada vez más fuerte al punto que le era inevitable no reír y hasta llorar de felicidad.Pero un dia su maestra se fué.
Con sus ojos llenos de secretos sólo se despidió tras una frase y un abrazo, no se volvió a saber de ella. La niña siguió danzando y de vez en cuando, cuando la música paraba ella miraba a la puerta esperando que la figura de su maestra apareciera entre las puertas blancas, se había imaginado miles de veces esa escena, ella entrando y la niña corriendo a sus brazos porque descubrió ... tarde que los abrazos de su maestra no eran como los demás. Su maestra la abrazaba con brazos de ceda.
Ella nunca volvió.
Pasaron años... muchos y un dia mientras la niña danzaba se dió cuenta de algo.
Ella siempre danzo con otras personas pero núnca se dio cuenta que había personas mejores que ella, que hacían los movimientos con más gracia y elegancia. Se dio cuenta de que había personas hermosas que de seguro hacían que Él sonriera más. Se dio cuenta que no había nada en ella misma que la hiciera especial, era tan común como una piedra mas del río.Ese día la niña bajo los brazos y lloró.
Le dolía el pecho y las manos pero era una sensación como de fuego y a la vez de vacio. La niña cerró los ojos y jamás los volvió a abrir, se lastimó las manos hasta que no pudo volver a moverlas para nada. Y como un soplo en el viento desapareció.
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La verdad
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KINTSUGI
PoesíaKintsugi es una técnica Japonrsa que se basa en restaurar vasijas antiguas que se han roto por el tiempo con resina de oro y así darles vida, transformándolas sin quitar nada de lo que estaba sino rellenando lo que el tiempo rompió. Esta técnica dem...