Asahi siempre había sido un muchacho bastante supersticioso, alguien con respeto a todas esas cosas que podrían catalogarse como "sobrenaturales". El asunto de la magia le parecía algo poco común en relación a la época en la que vivía, pero no por ello el muchacho le tenía menos miedo a lo que podía ocurrir por inmiscuirse demasiado en el asunto, estando convencido de que no era correcto arriesgarse a jugar con esas cosas. Después de todo, si no había certezas de que representara un peligro real, lo más correcto sería tener cuidado ¿verdad?
A Nishinoya esto no parecía importarle demasiado. El muchacho, siempre tan enérgico y curioso, no podía simplemente ignorar algo tan maravilloso. Claro que tampoco le temía. A diferencia de Asahi, a Yü la magia le encantaba, le intrigaba y le producía deseos de arrimarse tanto a ella como pudiera en cuanto se daba la oportunidad. No era la clase de persona que buscaría un libro de hechicería para intentar hacer un ritual complejo, pero sí del tipo que no dudaría en pagar para que le leyeran la suerte.
Quizá de no ser tan osado nada de lo que aconteció hubiera tenido lugar. Pero pensar en ello luego de la conclusión de la pequeña aventura de los muchachos, no se sabría definir si era bueno o malo.
Se acercaba el cumpleaños de Kiyoko Shimizu y los miembros de Karasuno empezaron a planificar sus regalos con tiempo. Nishinoya, quien no sabía demasiado de mujeres, se encontraba en un aprieto al no saber qué regalarle, y luego de posponer demasiado el asunto, la tarde anterior al cumpleaños, se encontró parado durante el entrenamiento mirando de reojo a la muchacha con culpa. ¿Cómo era posible que precisamente él no fuera a regalarle nada? Tanaka le había dado algunas sugerencias como comprarle alguna prenda de ropa o algo por el estilo ¡pero no podía arriesgarse a equivocarse! ¿Qué pasaría si elegía un color que no le gustaba, o un talle que no le quedara? Nishinoya quería regalarle a Kiyoko algo que a ella le resultara bonito y con poco margen de meter la pata. Sin embargo, en su cabeza las posibilidades no fluían libremente a causa de la presión que lo tenía estresado a más no poder y hacía que todas las opciones parecieran malas.
No reaccionó hasta que a su lado se posicionó Asahi, mirándolo con cierta preocupación. Este ya tenía su regalo; no se había rebuscado demasiado a la hora de hacerlo, supuso que un perfume le gustaría, idea que Tanaka también había sugerido al menudo líbero quien se había negado rotundamente al no saber cuál aroma le gustaría. El chico de cabellos castaños se perdió por un segundo en la mirada de preocupación de su compañero; no le gustaba ver a nadie en una situación de estrés y menos que menos a Noya, por quien guardaba un cariño demasiado especial.
Asahi todavía no se lo admitía a sí mismo abiertamente, pero los sentimientos que tenía por el muchacho de cabello oscuro iban más allá que los de una simple amistad.
—¿Te encuentras bien, Nishinoya? Luces distraído—dijo Asahi.
—¡No se me ocurre nada para obsequiarle a Kiyoko-san! Ya todos han comprado su obsequio ¡y yo aún no me decido por nada!—Noya lucía frustrado, era un hecho que se sentía mal de no saber qué comprarle. Por su parte, Asahi desvió un poco la mirada tratando de ignorar esa sensación molesta que se le alojaba en la boca del estómago: celos.
El entrenador Ukai dio el anuncio de que era hora de comenzar a guardar las cosas, la práctica había terminado y la desesperación de Nishinoya no hizo más que aumentar a toda velocidad. Ambos chicos se pusieron en marcha para ir a recoger las pelotas, manteniéndose Asahi cerca de Noya; a pesar de esos sentimientos extraños que le invadían, de todos modos quería ayudarlo con su obsequio, prefería involucrarse a verlo de mal humor, sobre todo porque sabía que si al final no se le ocurría nada acabaría por demás frustrado consigo mismo y él tendría que estar allí observando al muchacho de malas cuando era de las sensaciones más desagradables para la estrella de Karasuno.
—Oye, escuché que hay una feria gitana en el parque. ¿Por qué no vamos y buscas alguna joya exótica o algo de eso para Kiyoko?
—¿Una feria gitana?—los ojos de Noya estaban iluminados. Por un instante, olvidó las preocupaciones relativas al regalo a causa de la emoción, sorprendiendo un poco a Asahi.
—Sí, creo que llegó ayer. Hay varios puestos, algunos espectáculos, patios de comidas... a lo mejor podríamos buscar el obsequio y ya de paso quedarnos y comer algo allí.
Si bien Asahi había hecho la propuesta, la cara del mismo se puso ligeramente roja. Sintió algo de vergüenza de invitar al muchacho a lo que parecería ser una cita, de no ser porque eran dos amigos y además de ello, hombres. A veces el muchacho de cabello castaño olvidaba ciertos detalles de las personas que eran él y Noya, como el género o los gustos de cada uno. Sin embargo, esas cosas no era como si desanimaran al muchacho de cabello largo como para declinar su oferta, recibiendo una respuesta de Nishinoya mucho más eufórica de lo que hubiera esperado, realmente no imaginaba que al pequeño muchacho le pudiera hacer tanta ilusión una salida de esa clase. Asahi sintió felicidad y calidez en el pecho, estaba contento de que le aceptaran la propuesta con tanta emoción.
—Genial. Terminemos con esto y vámonos—finalizó entonces, apresurándose en la tarea.
Ambos chicos acabaron con sus quehaceres y fueron a los vestidores a cambiarse. El resto de los muchachos estaban allí, hablando de todo un poco, y Noya no tardó en incorporarse a la conversación comentándoles sobre la salida que harían con Asahi. Este otro, por su parte, sonreía con tranquilidad, al menos hasta que Noya empezó a extender más la explicación hasta abarcar por completo sus planes de quedarse a cenar juntos y demás.
—Si no fueran mis amigos, diría que son una hermosa pareja de recién casados—molestaba Tanaka. El rostro de Asahi se encendió inmediatamente, más para su sorpresa, Yü lejos de molestarse simplemente rió colgándose de su brazo.
—¿Quién no envidiaría una esposa como Asahi?
Tanto Tanaka como Nishinoya rieron mientras Asahi tenía la cara completamente encendida. Una mirada pícara por parte de Daichi y Suga le hizo desviar la vista incómodamente a un costado y deseó que lo tragase la tierra en ese preciso momento.
En realidad Asahi nunca había querido comentar con nadie esto que sentía por Noya, ni siquiera consigo mismo. No era como si le diera demasiadas vueltas a sus sentimientos, simplemente los ignoraba. A pesar de todo, hacía un tiempo que se sentía observado por los capitanes del equipo, quienes con cada mirada parecían atravesarlo por completo. Ambos chicos observaban a Asahi de tal manera que él no podía evitar pensar que ellos sabían algo de lo que pasaba su cabeza de cuando en cuando, puesto que tampoco era muy difícil adivinarlo si debía de ser sincero. Bastaba con ver la manera en la que el rematador miraba al menudo chico de cabellos negros: en sus ojos se escondía algo más que un simple aprecio de amigo, o un cariño especial. Lo que allí había era amor, un amor en bruto que aún no cobraba forma porque el mismo Asahi no se tomaba la molestia de dársela.
Entre risas y bromas no demoraron demasiado en irse cada quien por su lado. Como el parque quedaba por el lado contrario al que tomaba el equipo, los muchachos se despidieron del resto apenas saliendo de la escuela. Empezaron a caminar y era evidente que Nishinoya iba mucho más animado que de la cuenta; si bien esto hacía sentir feliz a Asahi, también le provocaba cierta curiosidad.
—¿A qué se debe tanta alegría? No pensé que te gustaran tanto este tipo de ferias.
—Es que no es solo una feria ¡es una feria gitana!—Asahi arqueó una ceja con duda—. Esas ferias están llenas de secretos, brujerías y cosas muy geniales relativas a la suerte, la magia y todo eso ¡son muy interesantes! ¿Crees en la magia Asahi-san? ¿No crees que es súper?
Los ojos del más chico brillaban mucho. La verdad era que si bien Asahi creía, no tenía una visión tan emocionante y divertida de la misma. El chico más alto sentía más bien respeto por la magia, un sentimiento que en realidad se mimetizaba fácilmente con el miedo.
—Uh... pues, sí, creo en ella—confesó.
—¡Es maravillosa! Y una feria gitana suena por demás divertida, ¡apuesto a que veremos cosas increíbles, lo siento aquí!—Nishinoya señaló efusivo su pecho con su pulgar. Asahi sonrió divertido.
—Eso espero.
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La maldición de la Gitana
FanfictionAsahi siempre había sido un muchacho bastante supersticioso, alguien con respeto a todas esas cosas que podrían catalogarse como "sobrenaturales". Después de todo, si no había certezas de que representara un peligro real, lo más correcto sería tene...