El frio aire otoñal posaba sollozante
sobre la delicada llanura del césped
a merced de la cálida luz de la luna punzante.
Una figura grisácea sobrevolaba el cielo
abriendo sus garrar dejaba caer de si una pequeña semilla sobre el suelo.
El pasar del tiempo hizo que de la tierra se apoderará,
abrazándola y cubriéndola del sol.
Creciendo fuerte e imponente como un gran árbol
aquella pequeña semilla deformo donde pisara.
Tiempo después la misma ave posaba
formando un nido sobre su acogedora rama.