Capítulo único

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En la picante mirada esmeralda hayó el significado del encantador tono verdoso; esperanza.
Esa que creyó pérdida entre las muertes del pueblo de Asgard, por las manos manchadas al abrazar el cadáver de Loki, su propio hermano fallecido por las manos de un hombre caprichoso, egoísta con una ideólogia imperfecta como objetivo sin lugar a dudas.

Observó en silencio a los miembros en la nave, los Guardianes de la Galaxia, jamás escucho hablar de ellos ni siquiera rumores, tal vez, por su propio egoísmo y enfoque en dos puntos paralelos cuando tenía un espacio completo por conocer, centrándose en quiénes le interesaban sin más. Las damas presentes eran simpáticas; una inocente, dulce, pacífica y el polo opuesto, la otra ruda, distante, antisocial. No intercambió palabras con ellas más allá de algunas respecto a la guerra que ya había iniciado, agregando algunos detalles personales. La liebre y el árbol le caían como anillo al dedo, hasta estaba interesado en quedárselos en un futuro como compañeros para el nuevo Asgard, juraba que había alguien más pero desapareció misteriosamente.

Salió de los pensamientos al encontrarse con Peter, sentado a su derecha como si habláramos de un niño; le oyó bufar antes de cruzar los brazos, Thor continuó comiendo tranquilamente del envase entre las manos, Quill carraspeó antes de tomar palabra. Se enderezó para quedar más alto, porque el dios estaba inclinado hacía adelante, dejándole tal honor e ilusión.

—Te dejaré las cosas claras, físico culturista de pacotilla— incoscientemente imitó la voz del Asgardiano, ganándose una mirada desafiante de su parte, hasta dejó de comer para prestarle atención. Quill trató de mantener su semblante pero, utilizó su voz verdadera, antes de otro absurdo enfrentamiento, solo para no quedar mal con los demás Guardianes—. Yo soy el capitán en esta nave, son mis dominios, quizás no me conozcas por ser un cabeza hueca pero soy reconocido en cualquier sitio donde voy... —podría estar exagerando un poco poquito poquitín—, también soy mitad dios, no tengo mucho que envidiarte... exceptoelfisicoexageradorellenodeaireestupidodiosdeltruenoquevienearobarlaatencion.

Thor dejó de prestarle atención tras oírle decir; Semi—dios. ¿Acaso era una señal, literalmente, divina? Encontrárselo, sentir esa rara conexión, la tensión, el impulso de desear hablarle escondiéndose en esa actitud que Odín solía detestar, la misma que Jane alguna ocasión moldeó en alguien humilde para heredar el trono, las bellísimas esmeraldas que Peter poseía como ojos, el cabello rubio anaranjado y el gusto por el tono rojizo. El hombre espacial enamorado de Midgar; con costumbres, anécdotas, bromas y inclinaciones tradicionales de la tierra, la música que parecía amar.
Sonrió de forma genuina enderezándose tras depositar el pote en el suelo, al estar cómodo, decidió pasar un brazo detrás del cuerpo del chico espacial, abrazándolo por la cintura para atraerlo.

Obviamente, obtuvo quejas e insultos por parte de Starlord, quién puso resistencia, terminando por seder entre dientes, no muy convencido.

—Has dicho incoherencias desde que desperté. Estás celoso, no por ganarme rápidamente a tu tripulación o, por los halagos de la dama de cabello rojizo. Estás celoso porque no te he brindado atención, siendo que me provocas todo el tiempo para que te hable...— la sonrisa del dios se amplió al notar el suave carmín en los pómulos de Quill, quién se removió entre su brazo—, no debes hacerlo.

Una risa nerviosa escapó en carcajadas de la garganta del ladrón galáctico—. ¿No te cansas de decir estúpideces? Por favor, yo tengo una relación cómplice con Gamora... ¿Fijarme en ti? ¿Yo? ¿En un dios con un cuerpo de ensueño, hermoso, rubio, ojos claros, simpático, varonil, fuerte, agresivo, protector, orgulloso, egocentríco, humilde, con mil quinientos años? ¿Yo? ¡No!— siguió riendo unos minutos más, hasta que Thor lo sujeto del mentón con la mano libre para estar a centímetros de unir sus labios.

—¿No?

—... No— jadeó por la sorpresa, apretando los párpados esperando un beso, un pequeño encuentro, otro tipo de coqueteo, cualquier cosa.

Lamentablemente, la cálidez del hijo de Odín lo abandonó, dejándole solo en el amplío sillón.

—¡Hey, dios poco atractivo!

—Ya cambiarías de opinión— respondió a los lejos para después negar repetitivas veces con la cabeza.

—Idiota.

Y sí, Thor no se daría por vencido con el muchacho espacial, las coincidencias no existen en el universo, mucho menos cuando son tantas, tal vez, sólo tal vez, ambos estaban destinados a encontrarse entre el río de sangre que se desataría.

No encontró un sol,
Encontró una auténtica estrella,
La más bella y deslumbrante que existía,
Y no sería una fugaz.

Stars ; Thorquill.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora