Este apartado se llama relatos de mi locura, porque la mayor parte de cosas que pondré aquí hacen honor a su título.
Y no hay relato que haya escrito hasta la fecha que haga mejor este trabajo que el relato de hoy, escrito en una clase... ¡ejem! es un Fanfic de diarios de vampiros. Durante mucho tiempo vi esa serie y pues aquí me tienes escribiendo algo al respecto.
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Jeremy y yo íbamos a viajar a un lugar algo alejado de aquí, queríamos estar lejos un rato de los problemas que se habían suscitado entre mis padres y ambos convenimos que viajar sería lo mejor. No teníamos tanto presupuesto, pero con los ahorros de ambos nos alcanzaría. Él compró los boletos con anticipación y ambos preparamos nuestras maletas con gran entusiasmo. Ya todo estaba listo, hasta que recibí una llamada de un número desconocido.
Me asusté mucho. La persona del otro lado de la línea me advirtió que no saliera de Mistic Falls ya que había vampiros que querían atacar a mi hermano. Me advirtieron que yo no podría hacer nada contra ellos ya que eran los mismísimos originales quienes tenían malas intenciones con mi hermano y no dudarían en matarme si me interponía.
Por lo tanto, decidí no ir a ningún lado. El problema iba a ser decirle todo. No tenía idea de cómo se lo diría, no sabía que excusa inventar. Ya no quería mentirle, lo había hecho con mucha frecuencia desde que me convertí en lo que ahora soy.
Le di muchas vueltas al asunto en mi cabeza y cuando creí tener la excusa perfecta, Jeremy llegó y me sacó de mis pensamientos, los cuales se borraron habiendo pasado como dos minutos.
Cuando le dije a mi hermano que no podría ir con él, es más, que ninguno iría, su reacción fue un tanto violenta.
¿Qué? ¿Cómo que siempre no? –dijo exaltado. ¡Ya todo está planeado, Espero que tengas alguna explicación lógica para esto!
Lo siento mucho, hermanito –le dije con pesar. No puedo ir porque... porque...
Sus ojos que siempre me dirigían una mirada cálida estaban entornados, lucían extraños con su mirada penetrante y furiosa, tanto, que me daban ganas de salir corriendo.
¿Cómo explicarle lo que pasaba sin meterlo en problemas, o sin que me odiara o temiera? ¿Cómo decirle mi gran secreto ahora?
¿Por qué? –me insistió.
Es que... no te puedo decir.
El ambiente se puso tenso, muy tenso. Incluso, sentí como si la temperatura hubiera disminuido considerablemente y sentí horribles escalofríos recorriendo mi espina dorsal.
¡Si no querías ir, desde un principio me lo hubieras dicho, maldita sea! No me enojo si eres sincera conmigo, hermana.
Yo lo... lo siento...
Nosotros siempre hemos sido muy unidos, incluso cuando nuestros padres se divorciaron. Siempre nos contamos todo. ¿Qué ha pasado? No sé qué te traes pero tu falta de confianza me lastima.
Su rostro me daba a notar lo que decía. No me gustaba verlo así, odiaba ser la causante de todo esto, pero tendría que hacerlo.
Lo siento, hermano –le dije con sinceridad. No me gusta ocultarte cosas, odio mentirte como lo he estado haciendo últimamente, pero lo seguiré haciendo por tu bien. Te quiero y no deseo que esto te afecte.
¡Siempre hemos estado juntos en todo! ¿Por qué me haces a un lado sin siquiera preguntarme?
Mi lengua se trabó al querer responderle, mi mente bloqueó toda respuesta coherente que pudiera darle cuando observé, con asombro y estupor, que mi hermano se transformaba en lobo.
Le salieron colmillos, le creció pelaje, le nacieron garras, sus extremidades cambiaron de forma. Entre gritos y dolor, mi hermano, mi único hermano se transformó en un gran lobo que me observó ferozmente al tiempo que se preparaba para saltar.
Corrí tan rápido como pude, a velocidad sobre humana salí de mi casa, pero el lobo me siguió. Él ya no era mi hermano. Era un lobo con instintos que lo dominaban por completo.
Me mataría, lo supe después de intentar calmarlo, de mirarlo a los ojos y pedirle por favor que no me atacara, de repetirle hasta el cansancio que yo era su hermana.
Él no me escuchó, no se detuvo, y aunque corrí y defendí mi vida con fervor al final me venció.
Esa gran mordida casi me hace gritar del dolor pero me contuve debido a que no quería llamar la atención de nadie y a su vez hacerle correr riesgos inútiles.
La mayor parte de la noche ya había pasado. El lobo se tranquilizó una vez se aseguró de que yo moriría. Y por mi parte solo me quedé viendo por última vez el firmamento nocturno.
Cuando el sol estaba por salir, me metí corriendo dentro de mi casa y subí a la azotea para verlo desde lo alto por última vez. Por suerte, el anillo que Bonie me había hecho me protegía para que no me quemara al contacto con el sol.
Estaba absorta viendo cómo todo brillaba más a mi alrededor, recordando cómo desde aquél día en que Caroline me convirtió mi personalidad, mis reacciones y todo en general se habían acentuado mucho, cuando de pronto sentí una mano en mi hombro.
Perdón por haberte gritado ayer –me dijo mi hermano al tiempo que yo volteaba a verlo. Siento mucho que no quieras ir, pero tampoco quiero pelear contigo. Yo... te diré algo. Soy... soy... un licántropo. Esa maldición estuvo en la familia por generaciones y yo...
Sí, ya sé lo que eres –lo interrumpí. Ayer hubo luna llena.
¿Qué? ¡Oh, no! Me convertí! Tú lo viste. ¿Te lastimé?
Ya no te preocupes por eso.
¡Elena, dime!
Él me observó detenidamente y encontró la horrible marca en mi brazo.
¡Demonios! ¡Lo hice, maldita sea mi vida! Perdón, hermana. Por favor perdóname... lo bueno es que no morirás.
En tu corazón siempre viviré, hermano. Ahora, voy a ir a tomar algo.
Bajé las escaleras, corrí hacia la cocina y tomé del refrigerador una de las bolsas de sangre que tan bien escondía entre la comida y demás cosas.
Ya estaba bebiendo profundamente, cuando su voz me sobresaltó.
Eres un vampiro –afirmó alterado.
Me detuve solo para mirarlo y encontrarme con su cara llena de confusión, estupor, tristeza e impotencia. Ya no supe qué hacer.
Mi mordida te matará –dijo con lágrimas en sus ojos.
Por favor, sonríe mientras muero...
¿Qué clase de estúpida petición es esa? –respondió con un mar de emociones visibles en sus ojos. ¿Eras vampiro ¿y no me dijiste? ¿Desde cuándo?
¡Tú no tienes derecho a reclamarme nada! –dije a la defensiva. ¡Tú también me ocultaste que eres licántropo!
¡Perdón, perdón por querer salvar tu vida y no meterte en problemas con esto de la licantropía!
Lo mismo digo, hermano. Yo no quería que tuvieras nada que ver con esto del vampirismo. Te quiero a salvo, te quiero feliz...
No estaré bien sin ti –sollozó. Debe haber una cura. La voy a encontrar, te lo prometo, Elena.
No la hay. Por favor, quédate aquí. Pasa mis últimos momentos de vida conmigo, y ya sé que es estúpido pero... sonríe mientras muero. Me gusta verte sonreír.
Mi hermano cumplió mi petición. Realmente amé verlo sonreír, pasar tiempos juntos como antes cuando esto del vampirismo y la licantropía no nos habían separado. Dolió mucho, aluciné mucho, pero morí feliz. gracias, hermano.
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Si has llegado hasta aquí, te agradezco infinitamente por leer.
La historia no tiene portada, pero si deseas ayudarme con eso, puedes dejar un comentario o escribirme al privado.
¡Gracias!
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Relatos de Mi locura
De TodoAquí recopilo todos los relatos que he escrito y los que escribiré, para que formen parte de un solo libro. Puedes encontrar de todo, desde la estupidez hasta lo absurdo, pasando por lo romántico y lo cotidiano. Todas mis ideas fugases y mis locuras...