Era un vaivén suave.
Su miembro se hundía lentamente en el interior del rubio.
Acallo un ronco gemido mordiendo el suave hombre del chico frente a él.
Quien quiso gritar, pero fue detenido por una fría mano.
Cada vez el vaivén era más acelerado.
Dios
Cuanto estaba disfrutando esto.
Era cálido, humedo y los leves espasmos del menor lo hacían agonizar del placer.
Placer
Eso sentían los dos.
Intentando ser los más discretos posibles.
Claro como si los chicos junto a ellos no lo pudieran escuchar.
El castaño miro a su amigo moreno.
Los dos sonrojados a más no poder.
Los suaves jadeos del rubio les estaba calentando la sangre.
Los dos con incomodas erecciones causadas sin intención por el rubio.
Quien se encontraba perdido entre la realidad y la fantasía del sueño vivido.
Desorientado.
Sumergido en el placer.
Sus caderas comenzaron a moverse sin el consentimiento de su ya perdida cabeza.
Acelerando el vaivén.
Penetrando hasta el fondo.
Donde se perdería totalmente.
Un punto exacto.
El detonante de sus gemidos y los placenteros espasmos que estaban sacudiendo su cuerpo.
Comenzó a lamer la palma de la mano del pelinegro, enredando su lengua en los largos dedos, liberando así si voz.
Jadeos y gemidos inundaron el lugar.
Al Craig se le había ido todo de las manos.
Los dos chicos ya no podían más.
Sus manos viajaron hasta encontrar a lo que tanto buscaba su atención.
