Días fatales antes del día fatal.

134 9 6
                                    


*Apoco no queda como anillo al dedo love line?*

Nada iba bien.


JaeJoong estaba convencido que su boda tenía que ser la boda. No en vano había esperado cientos de miles de años, no por nada YunHo y el habían superado trillones de problemas para estar juntos. Sabía que todo se estaba saliendo de control y que él no podía hacer nada más que mirar a lo lejos como los preparativos que él se empeñó en que fueran perfectos resultaban siendo un completo desastre.

Empezando porque el sastre idiota que vino desde Milán para hacer las últimas pruebas a su traje se había equivocado en la jodida talla. Estaba a poco menos de una semana de por fin ser Jung JaeJoong y unos estúpidos pantalones se lo estaban poniendo difícil. Para él era más que obvia la incompetencia de ese modista cualquiera, seguro no había anotado bien sus medidas y por ello la cremallera de sus preciosos pantalones no llegaba ni a la mitad por no hablar de que era imposible que el botón cerrara sin comprimirle los intestinos. Los últimos tres meses se la había pasado en tantas tiendas que podía jurar que ya conocía cada una de las que estaban en Seúl, Tokio y Milán, jamás regresaría a Italia, nunca hacían las cosas bien; quizá sólo el café y el vino, pero ropa definitivamente no.

Seguro YunHo pensaba que estaba exagerando, era muy probable que todos pensaran que había enloquecido y que se estaba comportando como una novia maniaca y controladora, pero la verdad estaba lejos de ser dicha. Entendía que todos hacían lo que estaba a su alcance para ayudarlo, que todos tomaran un poco de tiempo de sus propias cosas para pasar tiempo junto a él eligiendo flores, músicos o platería, era un gran logro tanto como una pérdida de tiempo. Llevar a ChangMin a probar los probables menús resultaba más frustrante que de ayuda. Su maknae-casi-hijo, solía decir que todo estaba bien, incluso si le daba una hamburguesa callejera. Había estado a punto de apuñalarlo con un espárrago hace dos días cuando habían ido a comprobar el maridaje de los vinos que ya habían seleccionado. Su pseudo hijo estaba feliz catando cualquier cantidad de vino y sólo le decía que no importaba si era uno u otro, porque en las bodas lo que la gente quiere es embriagarse y no asistir a una cata profesional con queso y prosciutto incluido. Al final de esa odisea, él tuvo que arrastrar a su ebrio maknae hasta llevarlo a casa y lidiar con la mirada acusadora que la novia del borrachito de ocasión.

Ahora todo ese estrés le estaba generando un fuerte cuadro de agotamiento, su estómago constantemente estaba revuelto, su apetito arruinado y por si fuera poco estaba de apoco, convirtiéndose en un dictador irascible. Como si esto no bastara, intentaba contrarrestar sus horribles cambios de humor y sus ataques de ira con comida, lo cual era absurdo teniendo en cuenta que era él mismo quien había coordinado un plan alimenticio tanto para YunHo como para él. Seguro que amaba a YunHo con todo y sus rollitos y su grasita de bebé en los costados de su abdomen, de hecho amaba los adorables pechos que YunHo tanto odiaba cuando subía de peso, sin embargo; al querer que todo fuera perfecto, no había permitido casi nada de comida chatarra que pudiera engordarlos a ambos durante el periodo previo a la boda.

A veces quería golpearse a sí mismo cuando se descubría babeando delante de una parrilla de samgyeopsal acompañado de makchang cuando YunHo estaría sufriendo con las ensaladas de pollo sin grasa. Tanta era su culpa que para suprimir el remordimiento corría a una tienda healthy para comprar una ensalada y de paso después ahogarse con una botella de leche de soya.

No era sano, iba a terminar con una úlcera gástrica o refundido en la cárcel por homicidio, o en el peor de los casos internado en un hospital siendo víctima de un lavado estomacal y si la suerte se volvía una perra, de un infarto por toda esa grasa que estaba consumiendo sin parar.

Finally ... Married?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora