Capítulo 6

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"La gente muere de sentido común, Dorian, con una oportunidad perdida tras otra. La vida es el presente, el futuro no existe. Haz que la vida arda siempre con la llama más intensa".

—Oscar Wilde, El Retrato de Dorian Gray.

 

Despierto con el frío beso del hielo en mi espalda.

Los ojos se me abren como platos al notar el frío que me quema en la espalda. Grito.  Las oleadas de llamas congeladas son como cuchillos atravesándome la tierna piel. Intento moverme pero algo me lo impide. Me agito para desprenderme de mis ataduras, pero una voz cortante como cuchillas hace que me petrifique.

—Deja de intentarlo, monada. No vas a salir.

Parpadeo varias veces hasta ajustar mi vista. Delante de mis narices se encuentra un chico de no más de veinticinco años, de pelo rubio recogido en una coleta en la nuca y con unos ojos del color del marfil atravesándome. El chico deja ver una sonrisa burlona. De repente, la abrasadora sensación del hielo contra mi piel desaparece.

—Déjame salir… —Digo entre dientes, tensa por el dolor.

El chico se ríe y se cruza de brazos.

—¿Te crees que si me pides que te suelte te voy a soltar? Tenía la impresión de que eras algo más que una cara bonita, monada…

—Noah… —Digo mientras él sigue hablando sobre mi nefasta inteligencia y mi cara bonita. Se calla— ¿Dónde está el chico que ha venido conmigo? ¿Qué le habéis hecho?

Suelta una carcajada y se dobla por la cintura, desternillándose de mí.

—¡Deja de reírte! —La ira se abre camino entre mi dolor—. ¡Dime dónde está!

—Tranquila, chica. Tu novio sigue vivo…de momento. —Me lanza una mirada que promete grandes desastres—. Antes de convertiros nos apetece jugar un poco, y resulta que yo te he pedido primero. Lo vamos a pasar muy bien, tú y yo, hazme caso.

¿Jugar antes de convertir? Me agito, pero poco puedo hacer cuando mi espalda está ardiendo de dolor y mis extremidades están atadas a barras de metal por cuerdas que parecen hechas de hierro.

—¿Convertir?

—Tú y tu novio seréis invencibles; seréis más inteligentes que la pobre raza humana. Os convertiréis en vuestros propios dioses —se acerca, hasta que su cara está a unos pocos centímetros de la mía—. No tendréis que seguir las normas de nadie, sino las vuestras propias…

—¿En vuestro grupo no hay nadie que manda? —Interrumpo.

Respira hondo y pone los ojos en blanco, molesto por la interrupción.

—Solo hay unas reglas básicas que se deben respetar, por lo demás cada uno se auto—limita.

Estos Blancos son diferentes a los demás. No parecen ser tan rígidos ni tan inhumanos como los otros. Interesante…y extraño.

—Basta de charla, vamos a jugar.

Voy a gritar, pero me mete un trozo de tela en la boca, impidiéndome emitir sonido.  La plataforma esférica donde estoy atada de pies u brazos se mueve y se eleva hasta dejarme a cinco metros del suelo y de espaldas a él, de cara al chico alienígena. Empiezo a respirar fuerte y dejar que el miedo vuelva. Arqueo la espalda cuando el frío hielo me vuelve a quemar la piel de la baja espalda. Intento gritar, aun sabiendo que un mugriento trapo me lo impide. Cierro los ojos con fuerza mientras me arqueo hasta que creo que me voy a romper cuando la quemazón cesa.

NIEBLA ( #2) [PARADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora