10. El Primer Reto

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Sin importar el esfuerzo, los cuatro guerreros fueron tomados por Coatlhac con su larga y gruesa cola. Además de llevarse la lanza de Coyolxauhqui también se lleva la cena. - ¡Corran, salgamos de aquí! - grito Tonauac. Con gran prisa huyeron del pequeño templo interior. Al salir vieron al pueblo desesperado y corrían de un lugar a otro.

-Señor, Coatlhac atacó los barrios noroeste, hay heridos y perdimos algunos hombres- llego un puñado de guerreros con un reporte de lo sucedido.

-Esa maldita serpiente... ¡Es un monstruo! Mixcóatl, debes ir a recuperar la lanza de Coyolxauhqui, y asesina a ese demonio- dijo el tlatoani. Mixcóatl estaba molesto, pero al mismo tiempo sentía miedo, no se sentía seguro de poder enfrentar a esa bestia... El "ser reencarnación de Quetzalcóatl" no lo hace distinto a los demás, es un guerrero común como cualquier otro, pero no podía destruir la fe de aquellos que creen en él.

- ¿Donde esta Metzi? - pregunto el Monje Cholulteca, quien nunca noto la presencia de la princesa en la huida del templo. Después de unos minutos tratando de localizarla, sospecharon que Coatlhac se la llevo. - ¡Mixcóatl! ¡Mi niña no esta! ¡Tráemela de regreso! ¡Te lo suplico! - grito el tlatoani desesperado, la angustia de un padre no se puede explicar. Tonauac se veía aún más molesto por aquel favor, el remordimiento lo consumía. -No se preocupe señor, le juro por mi vida que la traeré de vuelta, pero necesito un escudo y una daga- dijo Mixcóatl. Estaba decidido con un fuerte impulso a despedazar a aquel monstruo.

Ya era atardecer, el momento perfecto para atacarla, según Mixcóatl. Iba acompañado de 6 guerreros, Mixtli y Tonauac. - ¿Por qué atacaría de noche? - preguntaban entre los guerreros. -En la oscuridad es algo complicado que Coatlhac nos encuentre, hay que ser sigilosos. - respondieron entre ellos.

Ya a las faldas de las montañas, encontraron un templo antiguo en ruinas, hecho dentro de la misma montaña. Por los relieves en las paredes parecía dedicado a Mictlantecuhtli, el señor supremo del inframundo, de la muerte. -Enciendan sus antorchas- dijo Tonauac. Parecía tener un comportamiento sospechoso, como si tramara algo.

Se adentraron al templo. Una oscuridad total, era un abismo completo, el eco de sus pasos arruinaba su plan. Con calma y gran paciencia caminaban alrededor del templo. En la disciplina militar azteca, los soldados siempre tomaron como inspiración a la madre naturaleza, era esencial moverse con gran ligereza, así como el aire al tocar los tallos de los grandes arboles de la selva, tener una gran velocidad sigilosa como los jaguares y pumas, se adentran y confunden en la flora, cada paso debía ser puntual y callado, tener una visión excepcional, así como el águila al cazar que se mantiene a una distancia, y sorprende a su presa en el mejor momento. Mixcóatl duplicaba aquellas capacidades, pero era por su duro entrenamiento.

-Shhh... Silencio, escuchen. - dijo un guerrero que percibió un ruido. -Apaguen sus antorchas y tomen posición defensiva...- dijo Mixcóatl concentrado en mantener el silencio. Escondidos atrás de los pilares que rodeaban la cámara principal, donde la sombra de un "monolito de piedra" llamaba su atención.

De pronto, aquel supuesto monolito de piedra se alzó, era Coatlhac. Mitad mujer, mitad serpiente gigante. Una mujer hermosa, parcialmente desnuda, su cabello largo, rizado y sedoso cubría su torso, solo portaba unos llamativos aretes. Con ojos color miel clara, y una piel morena. -Dichosos sean los hombres que osan contemplar la verdadera belleza... Pero más dichosa yo, por tener en presencia al hijo del omnipotente...- dijo Coatlhac con su voz encantadora y seductora. Los guerreros quedaron atónitos ante su belleza de Coatlhac, dejaron de sostener sus armas con fuerza. Mixcóatl se mantenía concentrado, la belleza física no fue suficiente para distraerlo, sin embargo, tomo una postura tranquila y bajo su arma, pero no dejaba de sostenerla con fuerza. Tonauac estaba confundido, no creyó que un monstruo fuera hermoso.

Al levantarse, de su cola de serpiente Coatlhac dejo caer huesos y trozos de carne humana recién consumidos. - ¿Donde está la princesa? - preguntó Mixcóatl molesto. -No, no, no... ¿Dónde están esos modales? A una mujer no se le alza la voz... Además, la princesa no está dispuesta en hablar ni en aparecer- contesto Coatlhac. - ¿Sabes? Deberías servir a mí, olvídate de tus hermanos... Olvídate de los futuros intrusos... Juntos podremos reinar el mundo, yo te ayudare a sacar tu poder, tu gran don...- Coatlhac trataba de hacer caer en tentación a Mixcóatl, incluso se acercó a él con intención de seducirlo... Mixcóatl puso atención a su cola que lo rodeaba poco a poco, y discretamente saco la daga y la puso debajo de su muñeca.

-Gracias por la propuesta, pero yo trabajo solo, y mi trabajo es proteger mi hogar, mi gente...- exclamo Mixcóatl acompañado de un fuerte ataque a la cola de Coatlhac, le hizo un corte profundo en su cola de serpiente, y salto.

En ese momento Coatlhac cambio su rostro de hermosa mujer, y su cabeza humana cambio a cabeza de serpiente con grandes colmillos. - ¡Te arrepentirás de esa acción! - grito, ahora con una vos gruesa y distorsionada. Perseguía a Mixcóatl, y este corría y saltaba las paredes del templo, paso a otro cuarto lleno de huesos, entre ellos se encontraba la lanza de Coyolxauhqui. Los guerreros despertaron y trataron de atacar a Coatlhac, Tonauac recibió un impacto de una pierda disparada y se desmayó.

Cuando Mixcóatl se acercó a tomar la lanza de Coyolxauhqui, Coatlhac lo sostuvo de su pie con mucha fuerza, pero Mixcóatl se sostenía y se estiraba lo más posible... Estaba tan cerca de la lanza.

Mixcoatl - Cazador De BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora