Capítulo 2: Más Allá de las Sombras

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El inicio del semestre seguía avanzando, pero mi relación con Ezequiel continuaba siendo un enigma que no podía descifrar. Era como si a veces una leve brisa de cordialidad tocara nuestra interacción, solo para desaparecer al siguiente momento, dejando tras de sí una frialdad que me dejaba frustrada.

Mis sueños, esos que nunca terminaban de aclararse, empezaron a intensificarse. En algunos de ellos, veía figuras borrosas acercándose, y aunque intentaba reconocer a alguna, no podía. La sensación de estar persiguiendo algo o a alguien siempre estaba presente. Cada mañana, despertaba con una mezcla de inquietud y curiosidad. En algunos sueños, la figura de mi madre seguía presente, pero no lograba alcanzarla. Era casi como si ella intentara advertirme de algo, pero las palabras nunca llegaban a formarse del todo.

A pesar de todo, tenía a Lois. Él era todo lo que podía desear en un novio: atento, cariñoso y siempre presente cuando lo necesitaba. Su sola presencia me calmaba, pero, por alguna razón que no lograba entender, a veces su amor incondicional no era suficiente para silenciar los ecos que resonaban en mi mente. Siempre había algo más que me llamaba la atención... algo o alguien.

Una tarde, mientras caminaba por los pasillos de la escuela Academia Montclair, que parecía estar situada en una colina desde la cual podíamos ver casi toda la ciudad de Beru, me encontré con Krela y Jean en su típico debate de qué hacer el fin de semana.

—¡Heyli, tienes que decidirlo ya! —Krela me sacudió suavemente del brazo—. ¿Qué vamos a hacer este sábado? ¿Cine o picnic?

Jean, por su parte, sonreía divertido. —Sinceramente, yo voto por el picnic. Ya tuvimos suficiente cine la semana pasada.

Me encogí de hombros, intentando esconder el torbellino de pensamientos en mi mente. —Lo pensaré... aunque la idea del picnic no suena nada mal.

Lois se unió a nosotros en ese momento, colocando su brazo alrededor de mis hombros de una manera protectora. —Un picnic sería genial. Puedo encargarme de llevar la comida. —Su voz cálida y siempre dispuesta me trajo una sensación de paz, aunque duró poco.

Desde el otro extremo del pasillo, vi a Ezequiel cruzando con su típico andar relajado, pero distante. Me preguntaba si alguna vez habría una forma de derribar ese muro que lo rodeaba. Sin darme cuenta, me quedé mirando fijamente, hasta que Lois notó mi distracción.

—Heyli, ¿todo bien? —preguntó, entrecerrando los ojos en dirección a Ezequiel.

—Sí... solo... nada —dije rápidamente, apartando la mirada y dándole una sonrisa reconfortante.

Ezequiel desapareció entre la multitud, y mi atención volvió a mis amigos, pero la incomodidad persistía.

Esa misma semana, se organizaba una actividad escolar, y como parte del comité organizador, Lois, Krela, Jean y yo estábamos a cargo de coordinar algunos juegos y dinámicas. Mi atención estaba dividida entre la logística y el intento, una vez más, de incluir a Ezequiel en alguna actividad.

—¿Por qué sigues insistiendo con él? —me preguntó Krela mientras inflábamos globos en la cancha. —Es obvio que no quiere estar con nosotros.

Me encogí de hombros, sin poder darle una razón lógica. —No lo sé... tal vez solo quiero entenderlo.

Jean se rió. —Buena suerte con eso. El tipo es un enigma, y si te soy sincero, parece más interesado en ser el lobo solitario.

Esa tarde, cuando la actividad estaba por terminar, me acerqué a Ezequiel con la intención de invitarlo a mi fiesta de cumpleaños, algo que había estado planeando desde hacía semanas.

—Hey, Ezequiel —comencé, tratando de sonar casual—. Estoy organizando una fiesta este fin de semana en mi casa. Me encantaría que vinieras. —Le ofrecí una sonrisa, esperando que esta vez su respuesta fuera diferente.

Para mi sorpresa, él levantó la vista y, por un breve momento, pareció considerar mi invitación. Pero su expresión cambió rápidamente a una de indiferencia.

—No, gracias. No me interesa ir —dijo en voz alta, lo suficientemente fuerte como para que varias personas alrededor escucharan. Un murmullo recorrió el lugar, y el ambiente se volvió tenso.

—¿En serio? —Mi voz tembló ligeramente, tratando de mantener la compostura.

Ezequiel me miró fijamente, sin ninguna pizca de amabilidad. —En serio. Prefiero estar solo que perder el tiempo en fiestas triviales.

Antes de que pudiera responder, sentí la mano de Lois aferrándose a mi brazo, y su expresión cambiando a una mezcla de ira y desconcierto.

—No hables así de Heyli —dijo Lois, dando un paso hacia Ezequiel—. Ella solo está siendo amable contigo. No tienes derecho a despreciarla de esa manera.

Ezequiel apenas le dirigió una mirada antes de responder con frialdad. —No necesito tu consejo, Lois. Tal vez deberías preocuparte más por ti mismo y menos por lo que hago o dejo de hacer.

Lois apretó los puños, listo para enfrentar a Ezequiel, pero antes de que las cosas se salieran de control, me interpuse entre ambos.

—Ya basta. No vale la pena —dije, con el corazón latiéndome en las sienes.

Sin embargo, la tensión permaneció en el aire. Lois, visiblemente molesto, me apartó a un lado, y Jean y Krela se acercaron rápidamente para intentar calmar la situación. Ezequiel, por su parte, se giró y se alejó sin mirar atrás, dejándonos en una mezcla de incomodidad y confusión.

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⏰ Última actualización: Sep 23 ⏰

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