La sombra de los viejos tiempos

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Rob estaba en su habitación, con la mirada fija en el techo. El sonido de la lluvia golpeando la ventana parecía hipnotizarlo. Habían pasado semanas desde que las cosas con Kathya comenzaron a volverse más serias. Aún así, algo en su interior seguía revolviéndose. Los recuerdos de Daniela y los años de relación fallida lo perseguían como fantasmas. Sabía que tenía que dejar el pasado atrás, pero cada vez que sentía que lo lograba, algún pensamiento o recuerdo se lo impedía.

Decidido a no caer en la misma espiral de siempre, tomó su celular y le marcó a Erik. Sabía que si alguien podía distraerlo de sus pensamientos oscuros, era él.

—¿Qué onda, bro? —respondió Erik, con el entusiasmo que lo caracterizaba.

—Oye, ¿qué haces este fin de semana? —preguntó Rob, sin rodeos.

—Nada en especial. ¿Qué tienes en mente?

—Estaba pensando en un viaje corto, ¿qué te parece si vamos al pueblo costero que me mencionaste la otra vez? Necesito despejarme.

Hubo una pausa al otro lado de la línea antes de que Erik respondiera.

—¡Me parece perfecto! Hace tiempo que no nos aventuramos a ningún lado. ¿Cuándo salimos?

—¿Mañana? —dijo Rob, sintiendo una chispa de emoción.

—Listo, a las 8 en mi casa. Empaca ligero, que no planeo llevarme muchas cosas.

Rob colgó la llamada con una sonrisa en el rostro. Algo dentro de él se sentía diferente esta vez. Quizá la idea de salir de la ciudad, alejarse de todo y todos, le daría la claridad que necesitaba para poner en orden sus pensamientos.

A la mañana siguiente, Rob se despertó temprano, algo poco habitual para él. Empacó solo lo necesario: ropa cómoda, su cámara, y un par de libros. Cuando llegó a la casa de Erik, este ya estaba afuera, con una mochila en un hombro y unas gafas de sol que parecían ser más para estilo que para protección real.

—Vamos, que el día apenas empieza —dijo Erik mientras abría la puerta del auto.

El viaje fue relajado. El paisaje cambió rápidamente de la gris monotonía de la ciudad al verde exuberante de los caminos hacia la costa. Durante el trayecto, ambos amigos hablaron de todo un poco: música, películas, chismes del trabajo, y claro, un poco sobre las mujeres en sus vidas.

—¿Y qué onda con Kathya? —preguntó Erik, cambiando el tema cuando pasaban por un tramo de carretera rodeado de árboles.

Rob se encogió de hombros, mirando por la ventana. Sabía que era una pregunta que inevitablemente iba a surgir.

—Todo va bien, supongo. Nos la llevamos genial, pero... —hizo una pausa, pensando en cómo formular lo que sentía.

—¿Pero? —lo animó Erik.

—Es que siento que todavía no he dejado del todo el pasado. A veces pienso en Daniela y todo lo que pasó, y me pregunto si realmente estoy listo para algo nuevo.

Erik soltó un suspiro, como si ya hubiera escuchado esto antes. Quizá porque lo había hecho.

—Mira, bro, no puedes seguir viviendo en el pasado. Daniela ya es parte de otra etapa de tu vida, y si sigues comparando todo con ella, nunca vas a avanzar. Lo que tienes con Kathya es distinto, pero eso no significa que sea malo. Solo... diferente.

Rob sabía que Erik tenía razón. Había escuchado esas palabras tantas veces, pero algo dentro de él siempre se resistía a soltarlas por completo.

—Tienes razón —dijo finalmente, intentando convencerse de ello.

Tiempo para olvidarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora