Manejé de vuelta a mi casa con un mar de lágrimas inundado mi rostro, empañando mi visión. Todos los recuerdos de los últimos años pasaban como una película en mi cabeza. Había dado un completo giro a mi vida para poder sostener esta relación que tenía con Virgilio y solo hasta este momento era capaz de ver lo idiota que había sido.
¿En qué momento cambiaron tanto las cosas?
No lo sé.
Antes de él yo nunca fui una mujer que se conformara con las migajas de otra. No aceptaba ser el juguete de nadie. En más de una ocasión terminé con coquetos y citas prometedoras al enterarme de que yo no era la única mujer en la vida de esa persona. Me consideraba una mujer con visión, con ideales, con ambición, llena de ansias, anhelos, sueños que cumplir, metas que alcanzar, pero todo eso se fue al olvido a lo largo de estos años. Pasé de ser una mujer independiente a ser su juguete de dos noches.
—¡Eres una estúpida Diana, una imbécil! —Me reprochaba a mí misma mientras golpeaba el volante del auto con toda mi furia. Estaba parada en una luz roja, eran las 4:03 a.m y ahí estaba yo, tan respetuosa de las leyes como siempre, pero incapaz de haber respetado que este hombre estaba casado.
—¿Por qué tuviste que hacer una excepción con él, tonta? —Continúo llorando mientras me cuestiono en voz alta —, lo hubieras rechazado como a los demás y no hubieras pasado diez años de tu vida desperdiciando tu juventud a su lado, pisoteando tu dignidad.
Un trueno hace eco en silencio de la madrugada sobresaltándome y devolviéndome a la realidad de donde estoy, entonces me percato de que la luz cambió a verde y avanzo. Llego en unos minutos a mi casa, nadie me espera ya que yo misma me encargué de alejarme de todos por ese maldito ingrato que no se merece mis lágrimas ni mucho menos mi amor, pero lo amo, lo amo con cada fibra de mi cuerpo.
Al salir del auto me tambaleo, mi cuerpo está temblando por la magnitud de mi llanto, saco las llaves de mi bolso con manos temblorosas y al acercarlas a la cerradura trato varias veces, se me hace difícil, hasta que lo consigo. Cierro la puerta detrás de mí dando un portazo, libero los gritos que había reprimido durante el camino.
—¡AAAAAAHHHHHHHHHH ERES UN HIJO DE PERRA MALDITO! —grito con todas mis fuerzas al tiempo que tiro mis zapatos, mi cartera y todas la decoraciones que tengo en la repisa del recibidor —¡AAAAAHHHHHHHHHH! ¡AAAAAAHHHHHHHHHH! ¡AAAHHHHHHHH! —grito tan fuerte que puedo sentir como se maltratan mis cuerdas vocales —¡AAAHHHHHHHH!, ¿POR QUÉ TENÍA QUE ENAMORARME DE UN IMBÉCIL? —Me recrimino sin consuelo mientras me alboroto el cabello como una loca sin control.
En medio de mis llantos, desconsolados mis reproches, maldiciones a Virgilio y también a mí misma; he quedado de frente al espejo y me detengo con la respiración agitada a observar la patética imagen que se refleja. Una mujer despeinada, con lágrimas negras y una cara sucia por causa del maquillaje, rubia porque él se lo había pedido; no parecía que fuera mi reflejo. Trato de limpiar un poco mi cara con las mangas del vestido negro sin dejar de mirar mi reflejo.
—Eres la mujer más tonta del mundo, Diana —Me hablo a través del espejo —, eres tan imbécil que te mereces llorar y sufrir, por puta. No debiste seguir con ese hombre cuando lo único que los unía era una calentura, sexo salvaje y nada más ¡PERO NO! Tenías que ser una puta completa y querer más, hasta que te enamoraste, ¿no pudiste entender en todo este tiempo que ese hombre no te ama? —Continúo torturándome frente al espejo —. Él es un hombre, Diana, un maldito hombre que no va a rechazar unas piernas abiertas y una mujer caliente ¡ERES UNA PUTA IMBÉCIL, UNA DÉBIL!, ¿cuándo vas a aprender a poner dura el alma? —Me golpeo en el rostro repetidas veces y vuelvo a gritar como loca.
Busco en el suelo las decoraciones que ya había arrojado y las vuelo a lanzar para liberar más de mi ira, me levanto, tomo una pieza de metal y vuelvo a mirar a la desaliñada mujer frente al espejo.
—¡ESTÚPIDA IMBÉCIL DE MIERDA! —grito a mi reflejo y lanzo la pieza de metal rompiendo en pedazos el espejo, vuelvo a gritar y toso fuerte por el esfuerzo de gritar con tanta rabia, carraspeo y siento la molestia en mi garganta. Me dejo caer al suelo, sigo llorando mares y alcanzo a ver mi celular con la luz encendida, voy hasta el y veo que se marca el nombre de contacto Mi amor en la pantalla — ¡MALDITO ESTÚPIDO! —grito con todas mis fuerzas y lanzó el celular con todo el corage que tengo a la pared, este se rompe al contacto de la misma.
Retrocedo sin dejar de llorar un instante y piso los vidrios del espejo roto. Me agacho, tomo un pedazo del vidrio y lo contemplo mientras toda clase de pensamientos invaden mi mente.
—Deberías cortarte las venas y acabar con esta miseria, con esta falsa a la que llamas vida —Me digo en voz alta mientras me dejó caer de rodillas en el suelo. Levanto mi muñeca izquierda y acerco el pedazo de vidrio a las venas que mi piel blanquecina dejan ver claramente a pesar de la poca luz en el recibidor. Lo pienso por unos segundos —, ¡vamos! no seas cobarde ahora, Diana, presumes de valiente ¡DEMUÉSTRALO! —Me animo a mí misma con el pedazo de vidrio ya rozando mi muñeca, aplico más fuerza y puedo sentir el vidrio cortando mi piel y ver las primeras gotas de sangre asomarse.
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SOLA ✅
Short StoryDiana trató de ser fuerte muchas veces en su vida, pero sobre todo a lo largo de los últimos diez años. Cada día se juraba olvidarlo, quererse más, darse el valor que como mujer y como persona merecía; tantas veces le habían aconsejado lo mismo. Lo...