Perspectiva de Bakugou.

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- Habitación.

Por fin viernes.

Estoy hasta los cojones de todo, menuda mierda de semana.

Acabo de salir de la biblioteca y porfin llego a mi habitación. Es increíble la sensación de mirar a la cama y saber que vas a poder dormir más de ocho horas.

Tiro la mochila al lado del escritorio y cierro la ventana, la cual helaba mi habitación al estar abierta. Hace un día patético, todo nublado y lluvioso. No puedo evitar recordar los labios de Kirishima la semana pasada. Ese miércoles veintitrés no se borrará fácilmente.

Kirishima me contó que amaba los días lluviosos, decía que le traían nostalgia y le daban ganas de ponerse cursi conmigo.

Ese retrasado... no se en qué momento empecé a sentirme así, como si él fuera la persona más importante del mundo, incluso llegué a burlarme de mi mismo y a comerme la cabeza aquí, en esta misma cama hasta altas horas de la madrugada preguntándome, cómo alguien tan fuerte como yo podía sentirse tan desesperado de tener a alguien al lado como él. Lo acabé comprendiendo con el tiempo, él me hacía más fuerte, y no lo puedo negar.

Me desvisto y me pongo un chándal negro cualquiera y cómodo mientras pienso que mis días favoritos son esos de verano en los que no hace ni frío ni calor, con el atardecer de fondo.

Me sorprendió cuando Kirishima me contó que amaba mi lado calmado, pero joder, shitty hair, ni yo mismo sabía que podía sentirme tan en calma y a gusto al lado de una persona hasta que sentí tu presencia al lado mía y se volvió costumbre.

¿Qué coño me ha echo?

Me tiro en la cama y miro al reloj de mi escritorio. Son las nueve y media pasadas. Me he pasado todo el día acalorado y por ello he sudado nitroglicerina como si no hubiera mañana y ahora con el frío mi cuerpo está helado.

Puto tiempo de mierda.

Pero la frialdad de mis sábanas me relaja y disfruto la sensación de hundir mi cabeza en la almohada.

Acabo metiéndome entre las sabandas y haciéndome una bola de espaldas a la puerta, tocando la fría pared con mis manos y sintiendo mi respiración de vuelta al estar tan cerca de ella.

Quiero ver a Kirishima, y aunque me cueste admitirlo, quiero oír su voz, sentir su calor cerca, su olor mezclado con el champú de mierda que tiene, ver sus ojos, y tocar su pelo.

No se porqué, pero mi habitación siempre se siente muy vacía si no me acompaña.

Es adicción.

Me acostumbré a tenerlo aquí, como si lo hubiera adoptado. Se quedó a acompañarme más seguido después del miércoles. La verdad es que después de ese día muchas cosas pasaron, la verdad, me asustó la manera en la que Kirishima iba tan rápido en nuestra relación. Al día siguiente ya me cogía de la mano a su gusto y me besaba de vez en cuando por los pasillos. Era muy vergonzoso y yo, sin embargo, no podía rechazarlo.

No se si los extras se enteraron ya, porque bueno, no me importa. Pero es vergonzoso, es muy vergonzoso. Joder, intento ser un buen novio, pero no me sale, es decir, el cogerle de la mano yo, en plan, iniciar el roce y todo eso.

Por si fuera poco...

Kirishima ha dejado a flote lo del sexo.

Fue el anterior viernes, en las duchas. Nunca antes nos habíamos mirado tan intensamente. Sentía como si en las duchas alguien se hubiera dignado a poner calefacción para un día tan frío, pero sólo era la adrenalina.

Kirishima es malditamente hermoso y sus entrenamientos ayudan. No se cómo explicar el sentimiento de deseo que tuve en ese momento, tampoco sabía si yo era el único que pensaba en besarle, porque aunque me mirara como si quisiera comerme, parecía que algo le detenía. Quizá ha malinterpretado algo, como siempre. Sé que soy una persona que no muestra mucho lo que siente, en ese momento tenía tanta vergüenza que lo único que pude hacer fue apartar la mirada. Joder, en realidad no le estaba apartando, deseaba que se me tirara encima.

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