La noción del tiempo comenzaba a perder peso con el pasar de los años. Las mañanas, las tardes y las noches, pasaban frente a sus ojos como estrellas fugaces. Los deberes del par de héroes les hacían olvidar quienes eran las personas debajo de los trajes. Y a pesar de llevar más de cuatro años viviendo juntos, se atreverían a decir que su travesía como héroes la habían pasado en solitario.
Al abrir sus irritados ojos adornados con bolsas bajo estos por las pocas horas de sueño, miraba el espacio vacío junto a él y suspiraba. Otro día en que no sería capaz de verlo.
Sus horarios se convirtieron en sus peores enemigos. Uno hacía rondas matutinas durante la mañana, otro durante la noche. En ocasiones luchaban contra el mal a la misma hora, pero en lugares distintos. La agencia en la que empezaron juntos creció expandiéndose a varias regiones de Japón y forzando a sus héroes a trasladarse de un lugar a otro. Midoriya salía temprano en las mañanas para llegar a su destino en tren en un lapso de hora y media. En más de una ocasión se le ofreció un apartamento cercano a su lugar de trabajo. Y todas las veces el rechazo las ofertas. "Ya tengo un hogar", siempre decía.
Que idiotez.
Katsuki ya no le veía el sentido a vivir juntos. Despertaba todas las mañanas con un vacío junto a él, y regresaba por las noches para encontrar un ovillo rendido entre las sábanas. Nunca veía a Deku, salvo unos pocos fines de semana donde las sanguijuelas de sus jefes le dejaban tomar un respiro. Los odiaba con cada fibra de su cuerpo, pero debía soportarlo.
Escalar a ser el número uno era un sueño muy bonito cuando solo eran mocosos de preparatoria. Confiados en lo poderoso que eran sus quirks, pensando que se comerían el mundo de un bocado. Vaya ilusos.
No fue hasta vivir la agonía de las misiones de vida o muerte, la presión de la prensa, el miedo latente por la seguridad de sus seres queridos y el tedioso horario de los héroes profesionales, que Katsuki empezó a respetar a bastardos como el antiguo héroe número uno, Endeavor. Escalar al segundo puesto con tan solo veinte años... no había día en que Katsuki no se preguntará como era posible.
Tampoco es como si estuvieran en una mala posición. Con veintitrés años, tanto él como Deku se encontraban en buenos puestos en los rankings de héroes. Su horda de fans tampoco era pequeña que digamos, y a pesar de lo explotadora que era su agencia de héroes, recibían pagos y beneficios bastante jugosos por su trabajo. Estaban avanzando poco a poco, escalando a esa sima con la que tanto soñaron juntos.
Entonces, ¿por qué se sentían tan alejados?
Desde que se graduaron, año tras año tenían reuniones con sus viejos compañeros donde platicaban sobre sus éxitos como héroes. Sus amigos los felicitaban con sonrisas honestas en sus rostros y sin el menor rastro de envidia en sus corazones. Los conocían desde hacía muchos años, e incluso en sus tiempos de conflictos, todos los antiguos miembros de la clase A esperaban grandes cosas de aquel duo increíble que formaban esos dos. Aunque el título de duo empezaba a perder fuerza para ellos.
Katsuki intentaba no darle importancia a todo aquello. Cuando formalizaron su relación, acordaron no permitir que esta se volviera un obstáculo para su meta. Primero eran héroes, luego eran pareja. Así debían ser las cosas.
Al cruzar el largo pasillo del apartamento, sus ojos apuntaban directamente a la mesa del comedor, donde le esperaba su desayuno de hace unas horas preparado por Deku. Siempre lo dejaba tapado con papel aluminio en un intento por mantenerlo caliente. Nunca funcionaba, pero Katsuki no decía nada al respecto. Solo se sentaba a comer en la mesa y hacia de cuenta que ese terrible silencio no estaba presente en la habitación.
—Esta horrible.
Siempre decía lo mismo.
----------
YOU ARE READING
Just a kiss
FanfictionLa vida como héroes profesionales puede ser muy agotadora. Sin tiempo para ellos mismo, Bakugou y Deku han dejado atrás muchos hábitos como pareja. Como los besos.