Capítulo 1: Nuevas Manos

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Era el amanecer en Edge City, un hombre se encuentra abrazado a una mujer rubia, muy bonita, mientras observa como una máscara de madera flota a lo lejos en el mar. A su derecha se le suma un hombre y un perro, ambos mojados. Aquella máscara misteriosa fue arrastrada por la marea hacia el sur durante varios días, hasta llegar a Ciagar City...

Capítulo 1: "Nuevas Manos"

La maestra que más le gustaba a Michael era la seño Mary, una mujer joven y bella. Todos los chicos del curso de segundo grado estaban muy contentos con aquella muchacha pelirroja, de ojos marrones y de facciones delicadas embellecidas por unas pocas pecas sobre la nariz. Pero su hermosura no era nada al lado de la dulzura con la que trataba a los infantes:

- ¡Buen día clase! Buen día Ashley... - saludo y besó a la niña, que acababa de entrar en el aula.

- Seño! Le traje un regaló - dijo Daniel, mientras se acercaba con un trozo de papel en la mano.

Se trataba de un dibujo hecho con crayones en el que se veía una silueta alta y roja abrazada a otra, más baja, y de color azul. Mary estuvo un rato sosteniendo el dibujo en silencio, hasta que con su voz más dulce y sincera dijo:

- Me encanta, Daniel. Muchísimas gracias, - su voz mostró signos de emoción, la recompuso en seguida. - voy a colgarlo en mi habitación.

Daniel volvió a su lugar, con una sonrisa de oreja a oreja, feliz por la reacción de Mary. Ella tomó la tiza, puso la fecha en el pizarrón, y dio una clase acerca de qué era un verbo y cuantos tipos de verbo existen. Antes de finalizar la jornada les dio la tarea para el día siguiente:

- Para mañana, mis bichitos de luz, les pido que traigan de sus casas un objeto, lo que sea con tal de que no se relacione con la escuela: les voy a dar una consigna y ustedes van a escribir acerca de este objeto usando los verbos que aprendimos hoy.

Michael anotó todo en un papel, porque siempre tenía problemas para recordar lo que Mary les pedía y no la quería defraudar.

Sonó el timbre del fin de clase y los chicos salieron. Mary los miró salir con todo el amor que sus ojos café podían demostrar, y le pegó un gritito a Daniel para recordarle que adoraba su dibujo, pero tal mirada se borró de su rostro para dibujar una verdadera cara de terror: La maestra dio un sobresalto cuando vio entrar a la directora Nancy al aula, una mujer de su misma edad que le tenía mucho desprecio y aprovechaba el cargo que ocupaba para martirizar a la pobre maestra.

- Hola Mary, pasaba por aquí y se me ocurrió tomar personalmente las hojas de asistencia.

La mujer, de unos 30 años, rubia y de ojos verdes, vestida muy elegante, se acercó hasta Mary, casi violando su espacio personal. Ella le contestó:

- No las tengo, ya se las di a Romina, la chica que entró ayer en el cargo de preceptora.

-¿Ah si? Pero Romina es muy joven y tonta, pensé que el primer día debías dármelas a mí. Que tonta eres Mary, de seguro Romina se va a equivocar, y todo por tu culpa...

Esta conversación carecía de todo sentido, y tanto Mary como Nancy lo sabían, pero el fin del encuentro no era otro que hacerle pasar un mal rato a la maestra. Nancy le dio un golpecito en la mejilla a Mary y le dijo con una sonrisa maligna:

- Lo que tienes de bella lo tienes de tonta. No voy a perder más el tiempo contigo.

Y se fue.

...

A la mañana siguiente, Michael, en su camino a la escuela, notó que al no haber abierto su mochila en toda la noche olvidó la búsqueda del objeto para enseñarle a Mary en clase y entró en un estado de desesperación, no tenía nada en su mochila que le sirviera y tampoco tenía tiempo de volver a su casa. La única solución era buscar a su alrededor, pero en la calle solo había basura. Miró hacia el norte y se encontró con el mar. Corrió hacia esa dirección, sin pensarlo mucho, y se adentro en una playa. Mientras las gaviotas cantaban, Michael sentía como sus pies se hundían en la arena mientras buscaba algún molusco que sirviera, pero esa mañana la playa estaba vacía. Llegó hasta la orilla del mar y no había encontrado nada, así que se sentó con las piernas abiertas en el agua, llorando. Se sentía un tonto porque de seguro sus compañeros llevarían cosas geniales que alegrarían a Mary y él llegaría con las manos vacías.

La Máscara 2: nuevos rostrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora