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Capítulo 1

Miro el cartel encima de la biblioteca inquieto, con las manos metidas profundamente de mis bolsillos. Me mordisqueo el labio inferior, tratando de encontrar el coraje para dar el primer paso y entrar cuando suena mi teléfono.

Es mi madre, que acomete con una serie de recomendaciones y palabras de aliento que me provocan gruñir la respuesta.

Corto la comunicación y el teléfono suena de nuevo. Esta vez se trata de mi padre, me pregunta si llegué sano y salvo. No es algo que pueda reprocharle visto lo que sucedió la última vez que usé el coche. Vuelvo a cortar y guardo el teléfono justo cuando empieza a sonar otra vez. Levanto mis ojos al cielo y lanzo un bufido.

Park Hyesun. Mi primera novia. Y la última. Estuvimos juntos en la escuela secundaria, cuando yo estaba tratando de convencerme a mí mismo de que era heterosexual saliendo con ella. Esto, por supuesto, no tuvo un buen final, pero ella se convirtió, entonces y aún ahora, en mi mejor amiga.

Ahora Park Hyesun está casada con Ahn Jaehyun, un buen hombre que la ama como ella se merece.

—Hyesun, ¿qué pasa? —dije mirando hacia la puerta de la biblioteca.

—¿Por qué respondes el teléfono?

—¿Tal vez porque me llamaste?

—No, quiero decir... Se supone que tienes que estar ya en el trabajo. ¡Éste es tu primer día!

—Lo sé, y tal vez, solo tal vez, si todos dejaran de llamarme podría entrar.

—Bueno, solo estaba comprobando.

—También mis padres.

—¡Oh, eso es tierno!

—Sí, tierno, pero debo entrar de una vez al trabajo.

—Está bien, cariño ¿Me puedes llamar más tarde? ¡Tengo curiosidad por saber cómo ha ido!

—De acuerdo. Te lo prometo.

—Bueno. ¡Ve y mátalos a todos, Taehyun!

—Hyesun, yo no soy Espartaco y tú no eres Sura. Y esto es solo una biblioteca.

—¡Maldita sea! ¡Qué persona tan graciosa eres!

—Como si no me conocieras.

—Te conozco y te quiero, pero deberías tener un trabajo un poco más cercano a tu capacidad.

—Hyesun...

—Está bien, ve. ¡Hasta luego, querido!

Sonrío y corto la comunicación, a continuación, apago el teléfono y tomo otro largo y profundo suspiro.

****

—Oh, ¿es una biblioteca?

La voz que me llega desde mis espaldas me hace volverme y tengo que morderme la lengua para no responder algo sarcástico como «¿De verdad? Yo creí que era una carnicería».

¿Y ahora, qué diablos está pasando? El universo entero ha decidido no dejarme entrar a trabajar.

—Eeh, sí —le respondo, mientras intento encontrar el coraje para echarle una ojeada al chico a mi lado. Él me sonríe. De hecho, me mira directamente y me descubro buscando algún indicio de disgusto en sus ojos sin lograr encontrarlo. Por supuesto, estoy tan acostumbrado a mantener la cabeza ladeada que es posible que no me haya visto muy bien.

No puedo dejar de notar lo encantadora que es la sonrisa de ese chico y qué apuesto es su rostro. Es un poco más alto que yo, delgado, y su rostro es parecido al de un oso. Su camiseta blanca se extiende perfectamente sobre su torso y las mangas son lo suficientemente cortas como para dejar entrever tatuajes. Su pelo es negro, de una tonalidad oscura muy oscura, y se desliza suavemente hacia atrás, dejando a la luz un par de ojos color café oscuro. Hacía siglos que no me fijaba con tanto detalle en otro hombre.