Cada minuto,
Que pasaba,
Cada segundo,
Que transcurría.
Cada cosa,
Que pensaba,
Cada momento,
Que recordaba.
Cada abrazo,
Que sentía,
Cada sonrisa,
Que esbozaba.
Cada conversación,
Que pintamos,
Cada deseo,
Que no cumplimos.
Cada mirada,
Que nos mandábamos,
Cada salida,
Que planeamos.
Cada cosa,
Que imaginamos,
Cada palabra,
Que no terminamos.
Cada sentimiento,
Cada corazón,
Sin refugio,
Del corto amor
Que tuvimos.
Pues ella,
Tenía miedo,
Miedo al amor,
Y eso me convertía,
En un salvador.
Yo sin ella,
Ella sin mí,
Solos esperando,
Que llegue alguien,
Alguien que nos ayudara,
A entender nuestro destino.
Pero nunca llegó,
El tiempo transcurrió,
Las lunas pasaban,
Las estrellas se apagaban,
El sol de tanto arder,
Se ocultó de verme solo.
Todo fue pasando,
Mientras que yo,
Sentado en una banca,
Solitario viendo a la nada,
Observando todo.
Contemplando uno a uno,
Los recuerdos de ella y yo.
Pero un día,
La brisa habló conmigo,
Susurró el olvido.
Concretando una idea,
Que se materializó.
Era ella una alegría pasajera.
Tan solo me levanté,
Me alejé lo más que pude,
De esa desgastada banca.
Decidido a no mirar atrás.
A no ver a los ojos,
Las memorias escritas,
Entre las maderas,
De una vieja banca.
Ese fue mi último regalo,
Para la chica de mis desgracias,
La inspiración de mis versos,
Que gracias a ella,
Pude llegar a crear.
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Gritos de Ilusión
PoetryDespués de todos los versos absorbidos por los muros, ya es tiempo que alguien más escuche mis gritos.