Café

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- Hola..? -, se le podía escuchar con voz somnolienta, la cuál parecía intrigada por el llamado a su puerta.
- Hola.. ey.. soy yo, me podrías abrir..? -. Le dije de manera casi directa y angustiosa.
- Si.. dame un minuto..-, escuchar su voz, aún algo dormida, hizo que mi mente se pudiera relajar unos momentos.
    Ya en el interior de la casa se sentó en esa mesa, en la cuál compartimos muchos almuerzos, alguna que otra broma, tantos temas de debate. Todos esos años de amistad... tantas veces en las que le acariciaba ese pelo rojizo suyo... momentos en los que estuvimos uno para el otro...
- Y... a que se debe esta inesperada visita? Siempre venís al medio día.
    No pude contenerme más, asi que me paré frente a él y rompí en llanto. No sólo porque venía aterrada, sino que al fin me sentía a salvo, sentía paz,- Perdón...-.
- Eh? Por que? -. Me dijo en un tono de incertidumbre.
- Por todo, por cada cosa que hicimos desde niños. Por soportar mis problemas incluso a a estas horas -. Le dije entre llantos ahogados
- Ey.. no te preocupes por eso, ¿si? -, me había hecho acordar cuando me rompían el corazón, venía, que se quedaba conmigo viendo películas o haciendo bromas, entre otras cosas.
- Sip... voy a hacer un café, ¿queres? -. Le dije de manera amable.
- Por favor! avisame cuando esté -. Se había escuchado desde la otra habitación.
   Al terminar de hacerse los cafés, los llevé al comedor - Bueno, espero que te guste porque está hecho con mucho cariño -. Suelto la bandeja de golpe, haciendo que golpee el suelo de manera algo y mis ojos comienzan a lagrimear.
    Se veía tirado en el suelo convulsionando y expulsando, de manera exagerada, sangre  de su nariz. No sabía que hacer, estaba en shock, su cara era violeta, pude contemplar como todos los músculos de su cara se veían tensos. No podía pensar, no tuve la posibilidad de procesar todo eso. Luego de ello, toda actividad había cesado. Ya no estaba con vida.
   Todo el comedor estaba lleno de vomito con sangre, me daba repulsión no solo ver eso, sino que sus ojos.. esos ojos color cielo estaban viéndome. Para no verlos más, decidí cerrarlos.
    Me fui a la cocina, agarré una botella de vino y me puse a tomar. En la botella no quedó ni una gota, no podía siquiera pararme.
   En un intento de agarrar otra botella y alcoholizarme más de la cuenta. Siento algo de metal - Que carajo..? -, lo saco con la poca voluntad que me queda. Resulta ser un revolver, uno Taurus 689 para ser específica. Decidí ponerme el revolver en la sien y apretar el gatillo. No tenía balas al parecer.
    Al tratar de ponerme de pié opté por buscar unas cuantas balas - Nada de nada... -. Traté de calmar mi mente y pensar.
    Ya eran las diez de la mañana. Caminé hasta su cama y procedí a intentar tomar una siesta. Pero no podía, solo pensaba en su cara al estar agonizando. Pasadas las doce me levanté de la cama, agarré toda la plata en metálico que había dentro de la casa y salí a caminar, llegué hasta una cafetería en la cual me dispuse a almorzar, no tenía hambre pero lo necesitaba. Pagué por un menú regular y solo comí la mitad
    Al estar en esa cafetería un largo rato decidí buscar una armería, estaba a un par de kilómetros, pero mejor asi, tendría tiempo de caminar y pensar en todo.
    Al llegar compré siete balas y un cuchillo de caza.

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