Holiday Hugs & Mistletoe Issues

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20 de diciembre

Tom padecía una perversa fascinación por las uñas de Bill, casi llegando al fetichismo. En ocasiones se les quedaba mirando fijo mientras este gesticulaba con entusiasmo, se rascaba el antebrazo o acomodaba su cabello. 

Sus amigos se burlaban —a espaldas del moreno, desde luego— del grado superlativo de patetismo al que su enamoramiento había alcanzado, cuando eso sucedía él se limitaba a encogerse de hombros y emitir un ruidito de desdén. No dispuesto a gastar saliva en defender la afrenta a su hombría.

¿Qué sabían ellos del placer de esas afiladas uñas recorriendo su espalda, serpenteando entre los surcos de sus rastas o pellizcando la piel sensible de sus bolas?

Como Bill si lo sabía no tenía ambages en aprovecharse de ello, el día que le "permitió" pintárselas por primera vez, Tom lo consideró la prueba última de confianza.

Tom amaba esas preciosas uñas, las cuidaba y mimaba al igual que a su Mauschen, por eso le enervaba que este las despedazara a mordiscos.

La palmada en la mano resonó en el silencio de la salita de espera, a esa hora la mayoría de los pasajeros dormitaban en espera de su vuelo o estaban enfrascados en sus móviles.

—¡Au! ¡Eso dolió!

No esperó que su novio le hiciera caso, llevaba buena parte de la noche peleando con él por el mismo asunto sin lograr que escarmentara. Por lo que esta vez se saltó los regaños y pasó directamente a la acción, cubriéndole las manos con sus propios guantes.

—Si veo asomar aunque sea la punta de tu meñique voy a conseguir cinta americana con uno los guardias y te voy a amarrar los guantes a las muñecas.

Su chico abrió la boca para replicar, pero desistió al ver que no conseguiría nada protestando. Se cruzó de brazos y piernas, enfuruñado, y meneó la rodilla haciendo resonar el pie que apoyaba en el piso.

Tom no era lo que se considera una persona muy paciente, el único motivo por el que no daba media vuelta y se largaba a casa era que tras la rabieta de Bill se ocultaba un manojo de niervos.

Eso y que estaba hasta las cuerdas por él.

Abruptamente el susodicho se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro, haciendo molinetes mientras vomitaba mil palabras por minuto, haciendo que el ligero dolor de cabeza de Tom se agudizara.

—¿Qué tal si se quedaron sin combustible y cayeron al mar? ¿Y si había un terrorista a bordo, secuestró el avión y ahora van camino a Sokovia? ¿Y si...?

Los penosos conocimientos geográficos de Bill le arrancaron una sonrisa en medio de la tensa situación. Arrastró su cuerpo cansado por la larga espera, deteniendo el vagabundeo de sus chico con un abrazo. Los regaños y las amenazas probaron ser ineficientes, solo restaba echar mano a medidas desesperadas.

Lo apretujó con fuerza, en parte para calmarlo, en parte para evitar que se escabuyera para continuar con su letanía de desgracias.

—Val está bien —aseguró, en voz bajita y casi dulce—. Te llamó ayer antes de subirse al avión.

—El avión debió llegar hace dos horas.

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⏰ Última actualización: May 26, 2018 ⏰

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