━ prologue

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                          ━ 𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞 ━

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"La arropó contra su pecho. Ella aspiró ese aroma al que tanto se había acostumbrado y al que tan enganchada estaba, como si de una droga se tratase.

— Te amo — susurró él, esperando que el amor de su vida no hubiese escuchado aquellas fuertes pero significativas palabras.

— Yo también te amo David, siempre lo hice y siempre lo haré."

Separé mi vista del ordenador para a continuación quitarme las absurdas gafas rosas, que eran decoradas con un dibujito de Hello Kitty. Definitivamente eran horribles.

Bostecé y estiré mis brazos, llevaba un par de horas escribiendo y los ojos me pedían auxilio, me encontraba demasiado cansada como para seguir haciendo lo que normalmente hacía en mi día a día pero, desafortunadamente, era el comienzo de este.
Cogí mi móvil para mirar la hora y como era usual, se me había hecho tarde.

— Mierda... — tiré el móvil a cualquier sitio sin siquiera pensar que podría dañarse — Joder... ¡Andrew! — cogí lo primero que vi y me vestí mientras me dirigía a la habitación de mi hermano — Joder, Andrew llegamos tarde... Dios, somos demasiado irresponsables, no me lo creo — abrí en su totalidad la puerta del cuarto de mi hermano pues, esta se encontraba entreabierta — ¡Andy! — tomé una almohada y se la estallé en la cara. Mi hermano se despertó al instante y miró el reloj que se encontraba en la mesilla de noche.

— Mierda... — espetó.

— Sí, grandísima mierda. Ahora vístete, te espero abajo con el desayuno.

Rápidamente cogí las llaves y el bolso. Me aseguré de que tenía todo. Pude escuchar el gran estruendo que estaba haciendo mi hermano, reí internamente y bajé las escaleras corriendo.

— Siempre tarde Bullock, ¿cuándo será el día en el que se despierte temprano? — habló con una sonrisa burlona Harlem, el limpiador.

— Ya sabe, nunca — ambos reímos. Me despedí de él y caminé a paso ligero hacia la pequeña cafetería que había enfrente.

— ¿Lo de siempre? — preguntó Sarah mientras le cobraba a una señora mayor. Conozco a Sarah desde que tengo memoria, siempre ha sido amiga de mi madre y para mí es como una tía.

— Sí, gracias. Lo siento por interrumpir así Sa, es que se me fue el tiempo volando y... Dios, estoy muy estresada, moriré con veintitrés años por el estrés, ugh.

Sarah rió ante mis disparates.

— No seas boba, hija. Y no digas eso — se enojó falsamente pero al instante ya me estaba mostrando su mejor sonrisa — vivirás una vida plenamente feliz y larga, como tu abuela — ambas reímos — toma, aquí tienes, no hace falta que pagues, ya llegas lo suficientemente tarde.

— Sarah te debo un grandísimo favor, muchísimas gracias, te quiero — le agradecí mientras mordía mi donut y cogía los cafés. Cuando finalmente llegué al coche llamé a Andy — ¿Andy, te queda mucho? — pregunté cuando contestó. Un golpe en el cristal me asustó haciendo que derramara un poco de café, por suerte, no llegó a mancharme. Cuando miré hacia el culpable, pude comprobar que efectivamente, como sospechaba, era mi hermano.

— Nope — colgó y rió.

— Eres un idiota ¿sabías? Casi derramo el café en mi ropa.

— Tampoco me importa mucho, arranca, ya llegamos media hora tarde — habló despreocupado mientras subía la radio, If I can't have you de Shawn Mendes empezó a sonar calmando así, un poco el ambiente.

{...}

— Entra tú, yo necesito comprar los cafés — Andy asintió y entró colocándose la corbata.

Mi trabajo era una mierda. Era la recepcionista del edificio de un periódico que casi nadie conocía, por lo tanto, no solía ser vendido. Todas las mañanas servía cafés a los periodistas, mi hermano incluido.
A Andy le parecía fantástico pues era un trabajo pequeñito, donde no cobraba mucho pero sí lo suficiente, además, su pasión siempre fue escribir, expresarse y darle conocer al mundo su obra maestra le parecía fascinante. La escritura viene de familia pues mi padre era un gran escritor, a pesar de que nunca fue reconocido internacionalmente, su trabajo llegó a las manos de muchos londinenses. Sin en cambio, a pesar de que mi hobby era escribir, mi sueño frustrado era ser actriz.

Hice cientos de audiciones pero nunca acabé alguna de ellas pues, mi pánico escénico no me lo permitía. Odiaba sentirme así pero, subirme a un escenario me causaba sentimientos profundos y distintos. Amaba actuar, ser otra persona pero, a la vez, eso me producía ansiedad, la respiración me faltaba y abandonaba el escenario como la gran ridícula que soy. Cuando llegué a la redonda edad de veinte, decidí ser realista y centrarme en un trabajo de verdad. Llevaba tres años sin actuar y probablemente siguiera así el resto de mi vida, lo echaba muchísimo de menos pero, vivir de lo que amo es imposible y ya me he acostumbrado a ello. Decidí pensar que no había tirado la toalla, simplemente decidí cambiar la toalla sucia y desgastada por una nueva y limpia.

Mientras esperaba el pedido - este consistía en seis cafés y varios dulces - mi móvil comenzó a sonar. Sin fijarme bien quién era, contesté.

— ¿Diga?

— ¿Gabriella? — preguntó esa voz tan característica.

— Oh dios mío ¿Tom? — habían pasado seis años desde que no hablaba con mi viejo amigo. Para ese entonces mi sonrisa era enorme.

— Sí, sí, el mismo — habló con su marcado acento — Escucha, Ella, tengo una gran propuesta para ti.

                                    ✿

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⏰ Última actualización: Jul 26, 2019 ⏰

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Panic Attack ▸ Tom Holland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora