Hellen y Pablo corrieron mientras Lincót atacaba a la chica, la hechicera tomó al joven por la muñeca casi hiriéndolo con sus afiladas uñas que casi salían de sus guantes de cuero. Todo fue demasiado rápido y cuando el chico castaño se dio cuenta ya estaban corriendo en dirección hacia el oscuro bosque, este era iluminado solo por los pequeños y débiles rayos plateado de luz lunar que sobresalían de las nubes.
Hellen lucía perpleja, sus alargados pasos hacían que sus cabellos revolotearan al rededor de su cabeza y sus ojos estaban bien abiertos como si de un momento a otro sus lágrimas decidieran escaparse para cubrir sus pálidas y frías mejillas. Su respiración era ruidosa y su pecho estaba descontrolado intentando inhalar lo más rápido posible.
Pablo por otro lado estaba emocionado y confundido, Hellen había dicho que el bosque no tenía nada de interesante hace algunas pocas horas pero al adentrarse en él escuchó sus apresurados pasos sobre las húmedas hojas y los graves cantos que emitían los buhos.
Derrepente, luego de unos momentos en los cuales casi todos los sonidos tan vivos dejaron de sonar, los pasos de Hellen se detuvieron y Pablo la observó con esperando alguna explicación pero nunca aquella reacción poco común de la bruja.
—Hellen —susurró el joven intentando consolarla.
Las lágrimas caían de las mejillas de la bruja y sus ojos azules parecían haber perdido su brillo natural. Sus pálidas mejillas estaban sonrojadas y mordía sus labios con fuerzas, seguramente decidida a lartimarlos.
Pablo quedó perplejo, jamás se imaginó que la valiente y decidida Hellen que le había enseñado tantas cosas, se rompiera de aquella forma, quería abrazarla y consolarla pero sus brazos no se movieron y sus labios parecían habérseles pegado uno al otro.
—Sabía que esto iba a suceder... ¿Por...por qué aún no lo ha olvidado?, ya han pasado años, pensé que no me odiaba... Sé que nunca dijo que lo hiciera... Pe... —la cortante voz de la hechicera dejó de sonar.
La bruja tenía las mangas de sus prendas puestas en sus ojos, cuando las separó suspiró observando al chico justo delante de ella. Parecía avergonzada.
—Yo... Vamos —dijo y empezó a caminar con más rapidez.
El bosque se hacía mucho más frío debido a la noche, el chico notó que había una densa neblina adelante de ellos por lo que prefirió seguir a la chica con una distancia prudente para poder ver mejores los árboles y algunos insectos. Caminaron por mucho tiempo con el acompañamientos musicas de los cantos de algunas lechuzas, (las cuales cantaban horrible), búhos, sapos y grillos. Pablo no sabía a donde se dirigían, tampoco quería preguntar para no irritar a la hechicera.
El paisaje cambió, dejaron atrás los gruesos árboles y ahora había en su mayoría unas enormes rocas cubiertas de moho y pasto, también algo que llamó mucho más la atención de Pablo fue un rastro de pintura roja que llevaba a una cueva... Obviamente no era pintura, siguió el rastro hasta que escuchó la voz de la hechicera que se había quedado atrás.
—Pablo, ven aquí —dijo y colocó su mano como señal, cerca de un tronco milagrosamente seco.
El chico se posicionó en donde la chica le había indicado y esperó a que ella se dignara a hablar, mirando las hojas pocas que habían en el suelo.
—Cuando lo has visto todo, ya nada te sorprende... Tú no has visto nada y quizás por eso todo te parezca maravilloso pero en realidad esto ya no me causa tanta impresión —empezó— en realidad, encuentro este mundo aburrido pero aún así admito que es peligroso, muy peligroso y por eso te mantenía en casa, para protegerte pero... olvidé que estás destinado a ser un guerrero y el peligro debe formar parte de tu vida —continuó— no te puedo decir todo ahora pero formas parte de algo grande, eres la pieza clave de un plan que de hacerce realidad puede llenar este mundo de maldad... Valentina no es la adecuada, lo fue en un momento pero se enamoró de la persona menos indicada y enloqueció, siempre lo supe pero tenía esperanzas en ella... Pablo, este es mi consejo... No te enamores —concluyó la joven.
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Pablo
Fantasy"La pelinaranja lo observó con tristeza y lo abrazó, dedicándole unas palabras antes de ser lanzado a ese portal de luz: -Tranquilo, yo estaré bien... Pero tu debes correr. Pablo, no dejes que te atrapen y sé orgulloso de formar parte del Dios de la...