Llegada inesperada

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En una habitación iluminada con una tenue luz, se podían oír jadeos de dolor, gritos bajos sintiendo como algo salía de su cuerpo dándole una gran dolencia que jamás había sentido en toda su vida; las sábanas estaban siendo sujetadas con gran fuerza que parecían que en cualquier momento se romperían, su espalda se encorvaba a medida que eso que tanto le molestaba iba saliendo, podía asegurar que algo con cabellos estaba asomándose debajo de sus piernas, pues había bajado su mano para sentir que era lo que tanto le estaba haciendo pasar un horrible momento. Luego de seguir pujando con todas sus fuerzas por un largo tiempo, su cuerpo se sintió aliviado, sus músculos estaban cansados, mas algo le llamó la atención, era un llanto, uno fino, como si se tratase de un niño, pero era imposible, él era hombre y era imposible dar a luz, al menos eso creyó hasta sentarse, y sin poder creerlo un bebé había salido de su interior, un ser vivo estaba frente suyo, sollozando a todo pulmón, moviendo sus brazitos en búsqueda del calor de su madre.

Con miedo, tomó al bebé entre sus brazos y este dejó de llorar, estaba sucio, lleno de líquido amniótico con sangre, observó como un tipo de cordón seguía uniéndolo a ambos, vaya entonces no era un sueño, había traído al mundo a un bebé. Lo atrajo a su pecho que inexplicablemente le pedía el contacto con el recién nacido, observó la hora y eran las doce en punto del veinticinco de diciembre, el pequeño arribó en navidad; no supo por que pero lagrimas comenzaban a bajar por sus mejillas, un extraño sentimiento de felicidad, calidez, de querer protegerlo estaban haciéndose presentes, no lo entendía, ¿Cómo es que en todo este tiempo no se percató de que estaba embarazado?, de inmediato se preocupó, pues él formaba parte del equipo de volleyball de la escuela que asistía, recibió golpes en el rostro, se cayó miles de veces de manera violenta al suelo, se lanzaba al suelo para salvar la pelota, eran muchas cosas que pudieron haberlo hecho correr peligro, sin embargo allí estaba, sano, respirando tranquilo, y lo más lindo era que era la copia exacta de su novio.

Su novio, no sabía como reaccionaría al ver como el otro sostenía un niño que inexplicablemente había nacido de él, no tenían manera de como mantenerlo, tenían falta de ingresos, aunque era posible que en unas semanas le dieran una mejor posición en el trabajo en el que el susodicho era empleado, lo que significaba, un horario más flexible y un mejor salario. No supo en que momento escuchó como la puerta de la habitación había sido abierta, recibiendo la sorprendida mirada de su peli negro amado, había olvidado que el adolescente había salido por unas compras de último momento, pero no esperaba que volviera tan temprano, pensó que tardaría más por ser navidad, mas recordó que muchas personas salen a festejarlos juntos y ellos no eran la excepción, salvo que la única diferencia era que pasaban la fiesta en su hogar.

-Shoyo... ¿Qué...Tienes entre tus brazos? - paralizado no podía siquiera mover un músculo-.

-Yo... Bueno, resulta que... Sorpresa, tenemos un hijo - lo descubrió de la manta que lo tenía cubierto evitando que se resfriara - no se como pasó pero aquí está-.

-No podemos tenerlo - sentenció con voz profunda-.

-¿Qué dices?-.

-Somos jóvenes, ambos estamos en preparatoria, soy un simple estudiante de segundo año con un trabajo con la posibilidad de un asenso y mejor salario, tu todavía sigues en primer año y tu salario del trabajo es mínimo - explicaba - llamaré una ambulancia, luego seguiremos hablando sobre esto- cerró la puerta de la habitación- ¿Cómo podremos con esto? - habló a si mismo suspirando pesadamente-.

-Pequeño, no se como lo haremos, pero haré todo lo posible para que ambos salgamos adelante- le dijo acunándolo más en su pecho-.

Pasada media hora llegó la ambulancia, que con ayuda de los paramédicos subieron al pelirrojo a una silla de ruedas, dándole una manta más gruesa para así evitar que el niño se enferme, incluyendo que Hinata que podría contraer alguna infección. Al llegar al hospital llevaron al adolescente a la sala de partos, donde allí atendieron al chico cortando el cordón umbilical que unía al bebé con su cuerpo, añadiendo que debía expulsar la placenta; a Akaashi se le fue impedido el paso a la sala, le dijeron que esperara en la habitación que tenían preparada para él y el bebé, amaba a Shoyo por ende acató lo dicho por la enfermera quien se encargaría de su amado, a demás no se había olvidado de que la pareja tendría que resolver que haría con el asunto del recién nacido. 

AndreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora