Cuando los cuatro hermanos menores no están, Karamatsu y Osomatsu aprovechan para hablar de lo que sucede seriamente.
Hasta que Osomatsu toca un tema que incómodo a Karamatsu.
Miro por onceava vez el reloj del salón que tenia encima de la pizarra.
Ya era la última hora de clases y siempre siento la gracia de empacar mis cosas y reunirme con mis Brothers.
Mientras el profesor de Aritmética explicaba los problemas yo ya me daba un respiro de las clases que aprendí.
La mayoría de veces me pongo vago cuando es última hora de clases.
Aprovecho para mirar a mi lado y ver a Osomatsu quien gracias al cuaderno que tenía no se podía ver que dormía.
Ya había pasado tres semanas de lo que ocurrió con Ichimatsu y desde ese entonces me a estado ignorando, para colmo se había metido al club de baseball donde estaba Jyushimatsu.
Me siento peor por ser una molestia para Ichimatsu.
También Osomatsu a estando muy preguntón sobre quien me gusta. Se ha vuelto más insistente.
Mi cuerpo se estremece y siento mi corazón haberse detenido al ver la mirada de Osomatsu, que a pesar de estar medio dormido se ve tan tierno.
Siento mi cara caliente al ver que me sonríe tan lindo.
Desvío la mirada al pizarron y veo que el profesor está dejando tarea que rápidamente las escribo hasta ya sonar la campana de la escuela.
Guardo mis cosas y me levanto para despertar a la blanca nieves de su largo sueño.
—Oi, Princesa, es hora de despertar.— hablo mientras lo muevo.
—Mmmh...— veo como abre sus ojos despistandose poco a poco -¿Qué paso?
—Ya es hora de Exit.— le digo mientras me rio.
—Ah, que bien.— dice bostezando y guardando sus cosas.
Después de eso, salimos y nos pusimos a charlar de camino a casa.
Hoy nuestros hermanos estaban ocupados por las tareas de los clubes que tenían, yo había hecho esos deberes ayer así que podía ir, mientras que Osomatsu no se había inscrito en ningún club por eso viene temprano mayormente.
[POV. NORMAL]
Karamatsu y Osomatsu se encontraban caminando en las calles de Japón mientras caminaban a casa se habían detenido para comprar una caja de pocky que sólo el de sudadera roja compró.
Ya en casa los dos se fueron a cambiarse mientras sus hermanos aún estaban con los deberes de la escuela, ellos ya se disponían de la tarea o al menos uno de ellos.
Osomatsu se encontraba echado en el sillón viendo un manga y Karamatsu estaba en la sala viendo los problemas que podía hacer y cuales no.
El mayor de los hijos Matsuno se veía aburrido, hasta que vio en una página del manga que leía una pareja jugando a pocky.
Saco la caja del dulce y lo veía detenidamente hasta ver a Karamatsu quien se veía jodidamente tranquilo.
Se le ocurrió una idea.
—Oye, Karamachu~.— llamó en tono coqueto Osomatsu desconcertando al nombrado.
—¿Qué sucede, Osomatsu?— preguntó mientras cerraba su cuaderno.
—Ven un rato.
—No te daré dinero, no tengo.— habló ya viéndolo la cara.
—No es eso, solo ven.— insistió.
Karamatsu solo suspiró y se sentó al lado de Osomatsu quien se veía emocionado.
—Ten, tapate los ojos.— ordenó Oso quien le dio una cinta roja de quien sabe donde.
—¿Eh? Pero...
—Solo hazlo.— habló demandante.
El de polera azul solo le hizo caso ya cansado.
—Ok, ahora abre la boca.— dijo quien sacaba los dulces.
Karamatsu se ponía nervioso al no ver nada, y al sentir el peso en su regazo se alteró.
—¿Qué demonios? ¿Osomatsu?
—Shhh, callate y abre la boca dije.— ordena picando la boca del contrario.
—Okey...
Karamatsu se trataba de tranquilizar sintiendo el sabor del dulce, un pocky y otro.
Hasta en el tercer pocky que estaba comiendo.
Cada mordida que daba solo tenia la idea de comer hasta que se detuvo al sentir los labios de Osomatsu.
Karamatsu juró sentir su corazón explotar ahí mismo.
—¿Osomatsu?— preguntó titubeante.
—Shhhh...— silenció mientras se acercaba de nuevo.
Karamatsu no protestó, solo se dejo guiar por la lengua traviesa que se metía en su boca; Osomatsu quien gemía despacio al sentir las manos del contrario tocar su cintura para abajo solo se dejaba llevar por lo bien que se sentía.
Para cuando los dos se alejaron, con las respiraciones agitadas.
Osomatsu le quitó la venda y vio los ojos sorprendidos de Karamatsu.
El de sudadera roja solo sonrie ladino.
—Eso fue divertido ¿No crees?— preguntó sonriendo divertido pasando su dedo debajo de su nariz.
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