Nos costó bajar del ruidoso y viejo tren, por la cantidad de gente que subía desesperadamente buscando un asiento. Mire mi reloj, ya casi faltaba poco pero nos quedaba un largo camino, entonces se nos ocurrió ir en busca de algún auto que nos alcance. Mientras esperábamos Sara no dejaba de nombrarme la cantidad de cosas que haríamos al estar allí. Los minutos pasaban y nadie paraba, asique la tomé del brazo apretándola bruscamente y corrimos hasta que por fin encontramos el tan ansiado lugar, y con la mejor ubicación para ver el amanecer donde el oscuro cielo comenzaba a pintarse de tonos más cálidos, rosados y anaranjados., lentamente el Sol iba creciendo su tamaño e iluminandonos.
Espero que tus vacaciones también hallan estado fantásticas.
Con amor, Laura.