Tyler Ross, ese es mi nombre, vivo en Chicago donde hoy viven aproximadamente 2.816.114 personas y justo a mí, me tuvo que suceder esto.
Viernes, mi último día de vida.
Fue como cualquier otro, -ya que nadie se despierta sabiendo que va a morir-. Me levanté sólo por el despertador que tenía en mi habitación, traté de romperlo como lo hacía cientos de veces, pero cayó al suelo en uno de mis intentos y no tuve más remedio que levantarme.
Sentí un grito de James desde una de las habitaciones continuas a la mía, era usual que mi hermano mayor se despertara gritando con una olla en la mano para fastidiarnos -sólo cuando estaba de buen humor- en especial a mí, que sabía que estaba con resaca.
-¡A despertarse pequeñajo, hoy es tu gran partido!- gritaba golpeando aún más fuerte la olla. Abrió la puerta de mi habitación, sin poder ni esconderme este ya estaba arriba de mí, inmovilizándome los brazos mientras yo intentaba quitármelo de encima, hubo una serie de golpes, puñetazos y patadas, pero fue en vano. James era un luchador nato.
-¿Cómo te llamas?
-Tyler Ross.
-¿Quién eres?
-Un campeón.
-¡Más fuerte! No te escucho.
-Un campeón.
-Repite todo.
-Me llamo Tyler Ross y soy un campeón- le dije enfadado, había llegado a casa hace unas horas y ya estaba este molestándome.
-¿Eso es lo más fuerte que puedes hablar marica? ¿Eres un Ross, no es así? Mira enano, si tienes mi apellido, demuéstralo.
Esa conversación era la típica que había todos los viernes por la mañana, cuando tenía partido. Solté un suspiro, luego tomé todo el aire que mi boca podía aguantar.
-¡SOY TYLER ROSS Y SOY UN CAMPEÓN!- grité con todas mis fuerzas, a lo que recibí un golpe de James en mi mejilla.
Me llevé una mano hacia donde me había llegado el golpe algo extrañado, James se bajó de mi cama y se dirigió a la puerta sin antes tomar su olla, y su cuchara de madera.
-Si gritas así en el partido, seguro que pierdes enano- se despidió saliendo de mi habitación con una sonrisa burlona.
Me quité los bóxers que era lo único que llevaba puesto, entre a la ducha y me di un baño. Ayer había asistido a una fiesta en casa de Brooke, mi novia. Aunque era una relación más bien sólo para aparentar en el instituto, teníamos nuestras libertades. Como por ejemplo, ayer besé a a cinco chicas, llegué a segunda base con tres y a tercera sólo con una. A Brooke, no le importa sólo si en el instituto únicamente la beso a ella como supuestos novios, a mí no me importa, en realidad me encanta.
La fiesta en un comienzo partió siendo solo con unos cuantos amigos, hasta que llegó todo el instituto y hasta los de último curso, entre ellos mi hermano mayor, James.
Entré a la cocina a comer algo, ahí estaba James con su olla puesta en la cabeza como un sombrero y a su lado Mark, con una sonrisa dibujada en su rostro, estos dos son mis hermanos mayores. James está en último año, Mark en penúltimo y luego vengo yo. Estos dos estaban compitiendo en quién se terminaba primero sus huevos con tocino. Algo típico en mi casa, siempre todo era una competencia. James es el que le ha dado el prestigio al apellido Ross en el instituto, ya que cuando tenía mi edad salía con una chica de último curso, además de que estaba buenísima y era mayor que él. Luego Mark se destaca por su romanticismo y ser un cupido. La chica que tiene la suerte de caer en sus ojos, sabe que será como un príncipe. Es así como nuestro apellido Ross en el instituto, es una leyenda, somos como decirse... los reyes del instituto.