Eran las diez de la mañana el despertador me taladraba los oídos. Me levante con bastante cansancio porque solo había dormido unas pocas horas. Me di una ducha y me puse la ropa de deporte. Lo bueno de que mi habitación estuviera en la guardilla es que casi era como vivir independizado, tenía mi propio baño, un saloncito para ver la tele, mi zona de estudio y la cama. Aquel era mi templo. Baje las escaleras esperando no tener que cruzarme a nadie, todo iba bien hasta el momento en el que abrí la puerta de la calle.
-¿Qué pasa que ya ni saludas jovencito? Me dijo mi madre con tono de reproche. Estaba claro que yo había salido a ella, era muy alta y teníamos las mismas facciones, y el mismo tono de pelo negro.
- Perdón mama, pensé que estabas durmiendo. Dije con un tono de falso arrepentimiento.- tengo que ir a correr. Me acerque a ella y le di un beso en la mejilla mientras me ponía los cascos. En el último momento, antes de darle al play escuche a mi madre preguntar por la noche pasada.
Casi prefiero ni recordarlo, tengo algunas lagunas, recuerdo estar bebiendo con guille y Carla, también recuerdo que mi hermano me echara la bronca por estar tan cariñoso con ella, cosa que es normal después de lo mal que lo ha pasado Carla con nuestra “relación”, teníamos unos sentimientos completamente diferente, lo que para mí era atracción física y amistad para ella era amor. Y sin darme cuenta acabe rompiéndola el corazón, como a muchas más chicas. Aunque hay un recuerdo que tengo muy claro en mi cabeza: esos dos ojos marrones.
Llegue a casa después de la carrera, me duche, vestí y baje a desayunar. Estaban todos reunidos, mi hermano, mis padres y nuestra perra Reina, un pastor alemán que llevaba conmigo desde los doce años. Me hice dos tostadas y me las tome en menos de un minuto.
-Parece que alguien tenía hambre. Dijo mi padre levantando la vista del periódico.
-Buenos días a ti también papa, y no, es que tengo ensayo con los chicos y no puedo volver a llegar tarde.
-Bueno chicos ¿qué tal os lo pasasteis anoche?. Preguto mi madre, yo mire a guille esperando ver algo en su cara preguntándome si habría dicho algo ya a mis padres.
-Muy bien, la verdad es que estuvo bastante entretenido, por lo menos para mí. Dijo guille mientras me miraba esperando mi respuesta.
-Para mí también fue muy buena noche. Dije mientras sonreía de la manera más natural que pude.- y ahora debo irme si no quiero llegar tarde, que paséis muy buena mañana.
-Espera Michael, ¿vas a ir en coche? ¿Te importaría acercar a guille al trabajo? El otro coche esta en el taller y tu padre y yo hoy tenemos que ir al juzgado. Mis padres trabajaban como abogados, tenían su propio bufete y era uno de los más influyentes de toda la zona.
-Esto… si claro, como no. Conteste dejando claro que no me hacia ni pizca de gracia.
Subí a por la chupa de cuero y mi guitarra, eran mis dos indispensable. Cogí las llaves del coche y fui hasta el mini amarillo.
Acerque a guille a la tienda de mascotas donde trabaja. Nos despedimos con un golpe de cabeza y conduje hasta casa de mi amigo Alberto donde usábamos su garaje como sala de ensayo.
-No me puedo creer que hayas llegado puntual. Dijo Alberto mientras me chocaba el puño con la mano que no sujetaba el cigarro. Este era el típico chico de estilo surfero, alto de piel morena con unos rizos rubios y unos ojos azules, es bastante curioso ver como actúa la gente cuando pasamos por su lado, es nuestro batería. Pero el bajista, Cristian, tampoco se queda fuera era más bajito que nosotros pero también más corpulento lleva el pelo rapado y tiene unos ojos casi negros, somos el grupo perfecto, nos llaman los rompecuellos,porque todo el mundo se giraba cuando nos veia pasar.
Terminamos el ensayo e hicimos lo de siempre, nos fuimos al bar de la esquina, el de los padres de Carla. Normalmente suele estar vacio pero ahora en verano es difícil encontrar mesa, todos los años contratan a camareras nuevas y todos los años jugamos al mismo juego, hacemos competiciones a ver quien consigue mas “contacto” con ellas, suele ser muy divertido por qué no suele ser nada fácil y nos picamos realmente. Es la primera vez que venimos este año asique aun no hemos conocido a las afortunas. Nos sentamos en una de las mesas de siempre, la que tiene vistas a todo el local y a la terraza por la cristalera, hay dos camareras nuevas, una pelirroja, que seguro que le gustara a Cristian y una rubia bastante normalita, parece que este verano el juego va a ser tranquilo. Pero de repente me doy cuenta de que hay otra camarera hablando en la caja con Carla, esta de espaldas no parece muy alta pero tiene un cuerpazo, pero en el momento que se gira me doy cuenta, es ella, la chica de los ojos marrones, la chica de guille.
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Después de todo
Teen FictionNos conocimos hace dos años. Fui a las fiestas de Miraflores, buscaba emborracharme y pasar la mejor noche de mi vida. Despues de la sexta copa encontré mi alivio en un par de ojos azules.