5 de Noviembre, 2012
Es tiempo de irme, ya han pasado los 5 meses de rehabilitación y cárcel. ¿Pero que me depara después?, ¿Iré a la escuela fingiendo que nada pasó?, ¿O me quedaré en casa en mi cama todo el día?, ¿Podré volver a pintar como algún día? No lo sé.
Krystal alistaba sus cosas para dejar el reformatorio después de 5 meses. Ya con su maleta echa esperando a sus padres en la estancia, recordó las peleas que tuvo al principio y como en el mismo lugar que está parada ahora, hace 5 meses entró completamente drogada, de la mano de Amy y su madre.
Pero de cualquier forma ella extrañaría los camastros duros y fríos, las tardes sin sol, las veces que pasaba sin comer diariamente, se habían vuelto rutina. Su madre en todo el tiempo transcurrido no había ido ni una sola vez, aunque lo único en lo que pensaba era: lo mucho que extrañaba el chocolate, a su gato, pintar, y un buen baño con agua caliente.
No caería en las drogas otra vez, no se dejará llevar por ninguna moda, solo será ella. Solo Krystal Evans, una chica de 19 años, ex drogadicta, ex alcohólica, y artista.
De lejos divisó el auto de su padre, el inmediatamente se bajó con una sonrisa en el rostro corriendo hacia ella, mientras su hermana y madre veían la escena. Krystal arrojó las mochilas a algún lugar de la estancia y corrió hacia Trevor-su padre y el único que siempre la apoyó-. No pudo evitar derramar lágrimas, no solo de felicidad sino también de tristeza por haberlo decepcionado.
-Mi pequeña.- Sollozó Trevor al cubrirla con sus brazos- ¿Sabes cuánto te eh extrañado?
-Lo siento- Pronunció en su hombro con un hilo de voz-Lo siento.
-No, Krys, no- La apartó y sujetó con sus palmas ambas mejillas, retirando las lágrimas de las mismas, y sorprendiéndose por lo pálida y delgada que estaba- Debía estar ahí- Plantó un beso en su frente.
-Te decepcioné-
-No- el negó- Estoy orgulloso-
-Ella bufó- ¿Por qué? ¿Por qué me drogué y mamá llamó a la policía?-
-No- sonrió el – Por que fuiste valiente y lo superaste- La volvió a abrazar- Y ahora superaremos esto juntos-
Ella afirmó con la cabeza.
-Iré por las maletas- Rió el- O más bien a buscarlas. Quién sabe dónde las arrojaste así que…-
Krystal rió y se secó las lágrimas mientras lo veía alejarse, ahora venía el verdadero reto. Su mamá y su hermana. Lentamente se acercó, mientras ambas mujeres la veían, la pintura gris del auto cada vez estaba más deteriorada, o eso era lo que ella presentía.
Cuando llegó a la puerta del acompañante contuvo la vista con su madre, ella abrió el auto y la miró, sin sonrisa, pero tampoco triste o enfadada, su expresión en la cara era... Neutra.
-No lo hagas de nuevo- Sollozó Krystal, volviendo a llorar- No lo hagas.
La cara de Marie se transformó definitivamente, sus labios se hicieron en una fila línea y cerró los ojos, aguantando las ganas de llorar, de sollozar en su hombro y decirle cuanto lo siente. Pero no lo hizo envés de eso, volvió a abrir los ojos y dijo:
-Sabes que era necesario- No quería llorar, quería demostrar que no le afectó, pero Krystal era una experta en descifrar pensamientos y solo bufó.
-A veces llorando demuestras más fortaleza, que quedándote callada, Marie- Marie, divisó a Trevor a lo lejos y se pasó a la parte de atrás en dónde estaba Megan, la hermana mayor de Krystal que aún no le había hablado. Eran muy diferentes, siempre lo fueron, mientras Krystal decidía quedarse en casa pintando, ella siempre salía de fiesta o traía a chicos consigo, todos en la escuela babeaban por ella, pero no la culpaba, era hermosa, comparada con ella. Cabello largo y castaño, ojos verdes adornado su rostro, y era delgada, muy delgada.
-Megan- Pronunció Krystal.
-Hola- Le sonrió, pero no completamente- ¿Qué tal todo?-
-Aparte de estar por 5 meses en rehabilitación creo que bien- También sonrió y Megan rió, asintiendo con la cabeza. Tal vez su relación sería mejor hoy.
-Vamos - Trevor apareció desde atrás, y se subió al auto junto a Krystal depositando las maletas-Tenemos una sorpresa para ti, pequeña- Le sonrió a su hija.
-¿Sorpresa?- Krystal amaba las sorpresas.
El trayecto fue ruidoso pero solo por parte de Krystal y su padre, a veces la intervención de Megan. Les contaba cómo habían sido tantos encerrada, sin ningún problema. En la radio hablaba una señora acerca de cómo su hermana le había quitado a su marido y sin compasión alguna, los tres reían. Excepto su madre. Cuando llegaron, su casa estaba remodelada, cortinas blancas yacían de las ventanas, muebles color madera, adornaban la sala al igual que el piso del mismo color que combinaba con el resto de la casa. Una chimenea en la esquina, con un sofá cama. Definitivamente pasaría mucho tiempo ahí. Pero lo que más le llamó la atención fué las pinturas, las pinturas que adornaban su sala, eran de ellas, cada una. Como el árbol que de un lado estaba marchito y del otro renaciendo, o como el jilguero que, volaba con alas extendidas en el espesor de las nubes, o como el caballo de un café pálido, corriendo el prado de algún lugar desconocido.
-Feliz cumpleaños atrasado, hija- Dijo su padre. Krystal apenas había recordado su cumpleaños e Julio, en el que no había recibido nada.
-Gracias- Musitó con un hilo de voz.
-Si te sorprendió deberías ver tu cuarto- Megan se arrimó sonriendo a ella.
-¿Mi cuarto…?- No acabó la frase porque su papá y hermana sonrieron, así que subió corriendo.
Pero lo que encontró fue mucho más de lo que imaginó. Su cama seguía distendida lo que le causó gracias, pero ya no era la misma. Esta vez grandes ventanas adornaban la amplia habitación, cubiertas por una transparente tela blanca y encima de ellas una roja que se flameaban con la brisa que producía el viento y un hermoso y espacioso balcón aparecía de ahí, con otro sofá cama pero está vez más pequeño que el de la sala. Al frente de su recámara su librero, con todos los libros que había extrañado, fue hasta ellos y los recorrió, tocándolos suavemente con el dedo, recordando su olor y cada uno de sus nombres. Pero sin duda lo que más le sorprendió fue su Búho. Al verlo sonrió ampliamente.
-Te dejaremos un rato sola-Habló su padre, él y Megan salieron de ahí.
Su cuadro que había pintado antes de entrar a rehabilitación, había demorado como 2 meses en hacerlo, era un búho, pero a diferencia de los reales, este no estaba en la oscuridad, si no el la luz, en el sol, perfectamente trazado con su efecto rojizo en los bordes de las plumas, el efecto a lápiz carbón, y el amarillo, que era el color principal del cuadro, los reflejos en sus ojos dando la apariencia como si fuera a derramar lágrimas en cualquier momento. Era sin duda alguna, impactante.
Mientras examinaba cada centímetro del cuadro, vió un escombro que se movía entre la cubrecama de su recámara, sabía perfectamente quien era: Leo.
-Estás inmenso- Masculló Krystal, recordando la última vez que lo vió, pequeño, con muy poco pelaje. A comparación con ahora, su gran pelaje blanco e intacto, sus ojos verdes, y mucho más grande y regordete.
Ella se lanzó a la cama y Leo la veía tranquilamente mientras este se lamía una pata, Krystal lo agarró entre sus brazos, acariciándose contra él, el gato maulló pero empezó a ronronear y subió hasta su espalda.
-¡Hey!- ella se regresó- Y lo puso sobre su pecho-¿Me extrañaste, Leo?- le acarició la oreja, y el gato maulló. Poco a poco, Leo encima de ella empezó a dormirse, al igual que Krystal. Esta vez, en su reconfortarle habitación, cómoda y con olor a pintura y madera, embriagándose con su olor. Recordando viejos tiempos.
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He Is My Art (Fanfict Harry Styles)
RomanceSu cuerpo fué el lienzo y su lengua el pincel. Después de clases, el amor no es prohibido.