Mi nombre es Bernadette Woodgate, pertenezco a una familia adinerada muy conocida en la ciudad. Aunque eso no me interesa, pero es verdad que en esta época es prioridad. Vivo en Nueva York, Estados Unidos. Nací en 1876, sí, tengo veinte años. Mi máquina de escribir y yo no nos despegamos, al igual que mi gato Louis, o como le digo yo, el Rey Louis.
Para mi era estoy un poquito adelantada, o eso es lo que me dicen todos, incluyendo a mi madre. Ella me enseñó desde muy pequeña a ser "perfecta", postura adecuada, siempre bien arreglada, sumisa, educada y religiosa. Básicamente, una chica con escrúpulos, según ella. Pero, la realidad era que odiaba todos esos comportamientos estúpidos y ella lo sabía, por lo tanto, no me quería... o eso creo. Al contrario, mi padre me amaba y yo a él, obviamente, él era un hombre de bigote y sombrero como los otros. Pero con un gran corazón, era un hombre inteligente y de mente abierta, la verdad es que, no sé qué le vió a mi madre. Son totalmente diferentes, tal vez aquí se aplica la frase de los polos opuestos se atraen...
Trabajo en un conocido periódico de aquí, el Times. Fui una de las primera mujeres en trabajar de esto, quizá fue mi padre el que los convenció con algún soborno, eso es molesto para mí. Ya que, me gustaría que otras mujeres pudiesen trabajar aquí.Toc toc...
El sonido de la puerta de mi despacho me interrumpió, despegué mi vista del teclado y me puse de pie.
—Señor Bradbury —dije un tanto sorprendida, ya que venía acompañada de un muchacho— , ¿qué desea?
—Señorita Woodgate, disculpe las molestias, quería presentarle a un nuevo compañero —dijo mirando al muchacho de ojos verdes— .El Dr. Styles es un íntimo amigo mío, se quedará aquí por unas cuantas semanas.
El muchacho era de aspecto joven, de seguro tenía veintitantos, era alto, de cabello castaño y rizado, y ojos verdes. Aunque son características muy comunes, él no era nada común. A decir verdad, nunca vi a un hombre así. Su sonrisa era especial, a esta la acompañaban unos hoyuelos y un pequeño lunar abajo de su boca en el lado izquierdo. Me asomé para verlo mejor y poder saludarlo.
–Buenos días, señorita Woodgate — dijo agachándose en señal de reverencia. Quiso tomar mi mano para besarla, pero yo solo las estreché.
—¿Cómo le va, señor Styles? —dije con un tono neutral en la voz— . ¿Qué lo trae por aquí? —sonreí.
—He venido por unos negocios. —dijo sonriente.
—Grandioso. —le devolví la sonrisa. Miré al señor Bradbury, indicando si ya había terminado su visita.
—Señorita, no sólo vine aquí para presentarle al señor Styles. Sino también para decirle si me podría hacer un favor.
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El diario de Bernadette
Fiksi PenggemarBernadette Woodgate es una señorita de clase alta que vive en Nueva York con sus padres, le apasiona la literatura y odia con su vida los corsés.