La Noche

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La oscuridad y el silencio, parecían dos cosas que cada día estaban acompañando a Darwin.

El insomnio solo le hacia ver que la oscuridad tambien estaba a su alrededor y no solo dentro de él.

- ¿Gumball? - su voz se escucho en un susurro, pero lo suficientemente alto para que el peliazul, quien de seguro dormía en la litera de abajo le escuchara.

Al no oir respuesta, empezó a bajar por la escalera de la cama de arriba de la litera hasta llegar al suelo, donde pudo ver a Gumball. La luz de la luna que entraba por la ventana dejaba ver al muchacho, quien dormía placenteramente en su cama.

El moreno miro la mesa de noche al lado de Gumball; en la cual había una pecera polvorienta y que solo por capricho de él seguía allí y desde hacia mucho dejaron de limpiar. Antes podía caber allí y con ello dormir con la seguridad de que Gumball estaba a su lado, siempre tan cercanos y ahora...

- Ni si quiera se en que estas pensando, Gumball - soltó al aire, sabiendo que el peliazul no le escuchaba - Somos hermanos de toda la vida entonces... ¿Por que pareciera que no? ¿Ni siquiera puedo intentar ser algo mas?

Silencio. Desde hacia semanas solo escuchaba eso de él. Su hermano, aquel que le agarraba la mano siempre y quien le miraba con una determinacion que le hacia temblar del nerviosismo de a poco se convirtio en un extraño.

- Tanto te gusta... - mascullo con rabia, pero en su mirada solo había tristeza.

Al principio le odiaba. Hotdog, se volvió en la nueva Penny de Gumball, pero lo que había cambiado era que se le notaba a lenguas lo seguro que estaba sobre el. Sin importarle que fuese mayor, aunque fuese hombre. Gumball miraba a Hotdog con un brillo que nunca le había visto, ni con Penny.

Le amaba. Y él parecía corresponderle.

Si ese día, el hubiese estado ahi, tal ves... No. Siempre que recordaba ese día se la pasaba preguntandose el "y si..." y si Hotdog nunca hubiese llegado y si el hubiese estado allí en ves de él.

Nunca podría saberlo, pues el destino parecía quererlos juntos. Gumball y Hotdog. Aunque el no quisiese.

- Lo miras como yo a ti ¿Puedo competir contra eso?

Le pregunto, pero el rostro de Gumball parecía imperturbable, era de noche, estaba dormido, el único que estaba fuera de lugar era él, hablando con alguien aunque este estuviese durmiendo.

- Todo parece estar en mi contra. Todo en este día, pero me perdonaste ¿Me quieres decir que tengo una oportunidad?

Esta ves el movimiento de Gumball le hizo dar un paso atras, este se había acomodado para abrazar mas la almohada y hundir el rostro en esta.

Darwin suspiro aliviado al saber que no se había despertado. Y se acerco hasta este extendiendo su mano hasta la cabeza del peliazul acariciando sus cabellos. Como respuesta Gumball acerco mas su cabeza, produciendo un suave sonido, similar a un ronroneo.

- ¿Hotdog?

Darwin retiro su mano y corrió fuera de la habitación hasta el baño en donde tuvo que reprimir el cerrar la puerta de un portazo dejándose caer por esta al cerrarla.

Con frustración cubrió su rostro. Le dolía tanto ¿No podía amar a alguien mas?

Ese dia, había sido de lo peor. Entre la cita de Gumball y su horrible declaracion; su salvación fue el perdón de este y el enterarse que su cita fue un fracaso. Después, al llegar a casa, fue cuando todo empeoró.

Cuando Gumball y Darwin volvieron a su casa, sus padres estaban dentro de esta, molestos.

Pues cuando Nicole y Richard regresaban de las compras a la casa un fuerte sonido los hizo entrar apurados a esta. Anais al parecer se había caído de las escaleras y no había nadie en la casa que la auxiliara.

Incomodo MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora